martes, 10 de septiembre de 2013

El dólar bajo no siempre gana elecciones: Cristina ahora enfrenta al atraso cambiario como principal adversario


Las restricciones y la forma en cómo se manejó el billete verde trajeron consecuencias que ahora ponen a la Presidenta en un dilema de difícil solución. Economías regionales, campo e industria le pasan factura. La paradoja de devaluar y, a la vez, acusar al “club de los devaluadores”
Apasionada por las teorías conspirativas, Cristina Kirchner ha dejado varias veces en claro que hay algo a lo que le teme más que al “círculo rojo” del cual habló Mauricio Macri o al “círculo negro” de los fondos buitres.
Se trata del “círculo verde”, es decir, quienes pretenden desestabilizar su gobierno por la vía de unadevaluación brusca.
Para la Presidenta, es obvio que la fuga de capitales que ocurrió en simultáneo con su victoria de 2011 obedeció a un plan orquestado desde las sombras por un grupo de empresarios poderosos.
“Los que quieren ir por todo y por todos son ellos. Lo vi claramente a los pocos días de ganar las elecciones presidenciales, cuando en una corrida se llevaron 5.000 millones de dólares”, afirmó en un reciente discurso.
De la misma manera, es obvio para Cristina que, ahora, el dólar blue es fogoneado por esa misma gente.
Y que, además, los pedidos de los industriales para flexibilizar las importaciones tienen el objetivo de aumentar el stock, en una actitud por la que especulan con una suba del tipo de cambio.
La devaluación, desde la óptica cristinista, es el objetivo que anima cada una de las medidas tomadas por los productores rurales, que retienen granos en los silobolsas en vez de exportarlos, por puro afán desestabilizador.
Y esa devaluación es, sobre todo, el objetivo oculto, inconfesado, que mantienen todos los candidatos opositores.
Por eso, ha decidido que el eje de su discurso y de su campaña proselitista sea la advertencia sobre las amenazas de devaluación que están agazapadas en todas partes.
“Tocar el tipo de cambio es devaluación, argentinos y argentinas, ¿y sabés dónde se te va tu salario cuando devalúan? Ya vimos esta película”, afirmó en referencia a una presunta promesa de Sergio Massa a un auditorio de empresarios.
Derrota por dólar muy… ¿bajo?
La obsesión de la Presidenta por denunciar este círculo verde y por machacar en su resistencia al “club de los devaluadores” obedece a la extendida convicción de que no es posible, para un partido político que está en el gobierno, ganar las elecciones con “dólar alto”.
Y la verdad es que, a esta altura, es un precepto que merece ser puesto en duda.
Ese ciclo sí se cumplió durante los años ’80, cuando la suerte de Raúl Alfonsín en cada comicio guardó cierta correlación con el grado de control que existía sobre el billete verde.
Pero no ocurrió así más recientemente. En las legislativas de 2001, la Alianza liderada por Fernando de la Rúarecibió un duro voto castigo, a pesar de que el dólar estaba más barato que nunca en términos históricos y se batían récords de viajes al exterior.
Por el contrario, la propia Cristina se impuso en las legislativas de 2005 y luego en las presidenciales de 2007, cuando todavía el tipo de cambio alto constituía uno de los pilares del “modelo”.
Hoy, cuando existe atraso cambiario -que los analistas lo comparan con el existente en 2001, de la ya agonizante convertibilidad- el kirchnerismo se enfrenta a un duro revés electoral.
Y lo paradójico es que, esta vez, lo que ocurre parece ser una situación de “derrota por dólar demasiado bajo”.
Al respecto, resulta sugestivo el comportamiento del electorado en las zonas rurales, así como en provincias cuyas economías regionales han sido más castigadas por el atraso cambiario.
“Sorprende la fortísima caída del kirchnerismo en todo el norte, donde perdió en provincias donde no había sido derrotado, como La Rioja”, señala el ex ministro Ricardo López Murphy, para quien esta situación denota“problemas en competitividad y en energía, algo que en el inconsciente colectivo se percibe como dificultades que se van agravando”.
También el economista Matías Tombolini, docente de la UBA, destaca el malestar generado por cómo el actual tipo de cambio afecta a las economías regionales.
“En la zona vitivinícola vemos que antes exportaba a Chile pero ahora el vino argentino lo hacen los chilenos y lo exportan desde allí. Esto es un síntoma de que el tipo de cambio perdió la competitividad de antes”, afirma. 
Los números parecen confirmar esta relación entre atraso cambiario y voto opositor que, posiblemente, haya sidosubestimada hasta por los críticos del Gobierno.
Una investigación de la Fundación Mediterránea muestra cómo varios productos alimenticios han sufrido pérdidas de rentabilidad en niveles de hasta un 60% en comparación con el año 2007, cuando asumió Cristina Kirchner.
“El dólar crece a un ritmo menor que la inflación y, por lo tanto, los exportadores notan que su margen de ganancia se va deteriorando día a día”, analiza Jorge Day, autor del informe.
Con este panorama, no es casual que allí donde estos productos tienen mayor peso en las distintas economías regionales, fue donde más dificultades ha tenido el kirchnerismo a la hora de convencer en las urnas.
A los malos resultados de Mendoza, San Juan, Catamarca y La Rioja se agrega una fuerte sangría de votos -cerca de 20 puntos porcentuales- en la zona agro-ganadera. En especial, en donde la política de retenciones a las exportaciones ha afectado a los pequeños productores.
Es así como el Gobierno tuvo duras derrotas en lugares como Marcos Juárez, Pergamino, Venado Tuerto, Tandil o General Villegas.
El titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, no dudó en atribuir esta situación al estancamiento de las economías del interior. “En mi pueblo, JB Molina, donde viven chacareros, el Frente Para la Victoria salió tercero”, señala. 
En coincidencia con ese análisis, Salvador Di Stefano, un influyente consultor de la zona sojera de Santa Fe, hace una cruda descripción: “Hay comerciantes que están dejando sus locales, las ventas no acompañan, los salarios están intratables y los alquileres, elevadísimos”.
Y agrega: “Es un escenario económico que denota pobreza, muchos no lograron vender lo que esperaban en la temporada de invierno. Los tediosos gastos de estructura no paran de subir. En la industria sucede lo mismo”.
Devaluando con bandera “anti devaluación”
Claro que estos resultados no significan que haya que pasar al extremo opuesto y creer que una devaluación pueda ser beneficiosa desde el punto de vista electoral.
De hecho, una de las principales recomendaciones que hacen los intelectuales afines al kirchnerismo es la de evitar por todos los medios una corrección cambiaria brusca. Y se basan para ello en lo ocurrido en Venezuela.
El sociólogo Artemio López, a la hora de explicar la pérdida de 700.000 votos del chavismo en apenas seis meses, atribuyó un rol preponderante a la devaluación del 46% que decidió Nicolás Maduro poco después de las elecciones de fines de 2012.
Ese detalle fue tomado muy en cuenta por la prensa afín al kirchnerismo, que advirtió sobre el riesgo político de que en el seno del Gobierno se avanzara con una idea de este tipo.
Todo esto, pone a Cristina en un gran dilema:
  • Por un lado, el atraso cambiario se está traduciendo en caída de ventas, pérdida de empleos y recesión para muchas economías regionales, algo que está pagando en las urnas.
  • Pero, al mismo tiempo, todos sostienen que cualquier insinuación de una devaluación está en el tope del ranking de los temas “piantavotos”.
Es por eso que el kirchnerismo podrá intentar todas las “volteretas retóricas” con vistas a octubre (reconocer que hay inseguridad, que era injusto el Impuesto a las Ganancias para la clase media y hasta admitir que hay una inflación real mayor a la del Indec). Pero, el tipo de cambio sigue siendo el tema tabú.
Esto ha llevado al Gobierno a una situación peculiar: acelera la suba del dólar al mismo tiempo que acusa a los demás de querer forzar una mega-devaluación.
Más aun. Si se proyecta en términos anuales el alza del billete verde oficial de agosto, se llega a un 40%.Paradójicamente, la misma cifra que el economista macrista Federico Sturzenegger había sugerido que se debía hacer, expresiones por la cual fue atacado duramente desde todos los ámbitos.
Para Cristina, la peor combinación
Lo peor de este momento, para el Gobierno, es que está empezando a pagar el costo político de devaluar sin obtener ninguno de sus beneficios.
Cristina debió soportar que la tapa de su archienemigo Clarín haya llevado como título principal la aceleración del dólar oficial, lo cual la hace aparecer como contradictoria con su discurso.
Pero, al mismo tiempo, por más que le dé fuerte impulso a la cotización del billete verde, ahora no le alcanzapara resolver el problema de atraso cambiario y el de productos argentinos más caros a la hora de querer venderlos al mundo.
¿Por qué? Porque los demás países de la región, empezando por Brasil, han devaluado fuertemente sus monedas (al debilitarse el real, se abaratan mano de obra y algunos insumos, lo que hace que los bienes que se fabrican en ese país se tornen más competitivos).
A esta altura, lo que queda en evidencia es que el peor enemigo de la campaña electoral kirchnerista es un jugador que no había estado presente en los últimos 25 años: el dólar, en su versión oficial y paralela.
A pesar de haber sido “ninguneado” en un comienzo por el Gobierno, la influencia del blue ha sido notoria en varios aspectos.
En especial, subestimó la gravedad de impedir la compra de dólares en un país donde la divisa estadounidense es la única modalidad de ahorro conocida por las últimas tres generaciones.
Esto es lo que lleva a la aparente contradicción de un boom de consumo automotor y de viajes al exterior, al mismo tiempo que aumenta el descontento con el Gobierno.
“En las elecciones anteriores ya había deterioro económico, pero la inflación se compensaba con la evolución del salario. Ahora se agregó el cepo cambiario, que irrita mucho y lleva al Ejecutivo a sufrir un gran desgaste político”, sintetiza Diego Giacomini, economista jefe de la consultora Economía & Regiones.
De manera que podría reformularse la antigua máxima de “no se ganan elecciones con dólar alto”. O, por lo menos, para hacerle un agregado que diga “ni con restricciones a la compra y tipo de cambio paralelo”.
En esa pelea, Cristina parece llevar las de perder.
Los economistas creen que sus últimas medidas, tendientes a recuperar la simpatía del electorado volcando $32.000 millones al mercado en forma de alivio impositivo, mejorar planes sociales y ajustes jubilatorios, pueden derivar en más inflación y hasta (paradójicamente) disparar más aun la brecha de su “enemigo” el blue.

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