domingo, 29 de septiembre de 2013

Tecnología reemplazará piel de la tuna por un recubrimiento

Proyecto en Chile tiene como finalidad mantener las funciones fisiológicas, microbiológicas y organolépticas del fruto fresco
Mantener por más tiempo funciones fisiológicas, microbiológicas, y demás características de los frutos frescos es un desafío constante en el mundo de la ciencia y la fruticultura. Es por esto, que de la mano de Fundación para la Innovación Agraria (FIA), la Universidad de Santiago de Chile (Usach) se encuentra trabajando en el proyecto “Desarrollo de una tecnología para reemplazar la piel del fruto de la tuna por un recubrimiento que permita mantener las funciones fisiológicas, microbiológicas y organolépticas del fruto fresco”.
Fotografía cortesía Usach
Fotografía cortesía Usach
En PANORAMA RURAL conversamos con Laura Almendares, directora de dicho proyecto, quien nos comentó que productores de tunas de la zona de Til Til les comunicaron la inquietud de aumentar la demanda de tunas argumentando que ésta se encuentra bastante deprimida en relación a otros frutos.
“Motivaba su interés el hecho de existir tierras aptas para el cultivo, las que no son apropiadas para otras especies y  la poca necesidad de agua que tienen las tunas, lo que, ante la progresiva escasez de este elemento para el uso agrícola, constituía  una ventaja competitiva”, comentó Almendares.
Así, los equipos de la Facultad Tecnológica de la Usach, analizaron el tema, identificando las causas de la poca preferencia por las tunas, destacando la permanencia de las espinas en la piel del fruto.
“Uno de estos factores fue la permanencia de espinas en la piel, que aún cuando son  eliminadas en gran medida, quedan remanentes cuyo pinchazo es  extremadamente doloroso. Otro elemento  es la dificultad para pelar el fruto y un tercer factor es el contenido de semillas que tiene la pulpa”, señaló, agregando que “los dos primeros pueden ser obviados si se dispone de la tecnología para eliminar la piel (espinas remanentes incluidas) y reemplazarla por un recubrimiento comestible, que facilite la permanencia de la actividad bioquímica del fruto, condición básica para preservar su condición de fruto fresco”.
Cabe señalar que existe tecnología para recubrir alimentos, pero éstos se aplican sobre la piel del fruto, por lo que el desafío –en este caso- es mucho mayor ya que en principio debe eliminarse la piel del fruto para aplicar el recubrimiento comestible sobre la pulpa, tecnología que a la fecha no ha sido bien investigada.
En cuanto a la eliminación de las semillas, la investigadora aseguró que “debe  afrontarse  por otra vía, en que la genética aparece como herramienta promisoria”. Sin embargo, no fue considerada para este proyecto.
A raíz de lo anterior, y viendo la situación a futuro, Almendares aseguró que este proyecto entregaría importantes beneficios a los consumidores, tales como: un fruto listo para su consumo, libre de espinas -lo que lo hace inocuo-, con características organolépticas  específicas, distintas a las otras especies existentes, un recubrimiento comestible inocuo que no aporta olor, sabor u otras características que puedan interferir con las del fruto, una vida útil similar al del producto fresco normal y la diversificación de productos derivados de la tuna.
Finalmente, y consultada a nivel de industria frutícola, la investigadora de la Usach aseguró que el proyecto “mejoraría significativamente la rentabilidad del cultivo, haría  posible dar  un uso mucho más rentable a suelos de menor categoría y permitiría obtener una especie frutícola con mucho menos  necesidades de agua para el riego”.
De esta manera, el proyecto busca incrementar significativamente la demanda de tunas, tanto a nivel interno como en el extranjero.
“Al  aplicar un tratamiento como el indicado, es necesario incluir una operación unitaria de selección, lo que genera  materias primas del descarte, las  que  deben ser  industrializadas  de otras formas, constituyendo nuevos productos derivados  de la tuna, ausentes a la fecha en el mercado,  que tendrían  una demanda promisoria (jugos, néctares, mermeladas, congelados, deshidratados, confitados)”, aseguró.
“En síntesis, este proyecto puede constituirse en el inicio del desarrollo de la agroindustria de la tuna en el país”, finalizó.

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