lunes, 7 de enero de 2013


Ruta 481, ruta Hilton

Columna de análisis en El Observador Agropecuario.
Si usted mira  el mapa del Uruguay verá que la mayoría de los confinamientos registrados en el MGAP se distribuyen a lo largo de la ruta 3,  hasta Paysandú. Por el contrario, si se observa el otro gran eje del país, la ruta 5, verá que son pocos los confinamientos registrados. Esta distribución es lógica dado que en el litoral oeste predomina la actividad agrícola y el costo de traslado de los granos para los animales es menor. Es lo que muestran los datos del último censo agropecuario: la preponderancia económica de la ganadería comienza en un eje que está a medio camino entre ambas rutas para consolidarse hacia el este (con la excepción del arroz). A efectos de que se comprenda la tensión estratégica con la que conviviremos en la próxima década ganadera, quizás sea conveniente designar a la ruta 3 como 481 y a la ruta 5 como Hilton, por los modelos de ganado que las transitarán.
Cuando en 2006 visitamos Australia en ocasión del Congreso Mundial de la Carne de la OPIC (a nosotros nos tocará organizarlo en 2016)  nos sentimos un poco decepcionados. No fue posible recorrer libremente los feedlots, ni preguntar en profundidad las características del sistema (razas, ganancias, enfermedades, rentabilidad, riesgos, etc). Peor aún: durante todo el congreso las imágenes difundidas sobre Australia hablaban de las pasturas, de la crianza a campo abierto, del agua, de la naturaleza y la biodiversidad. Desde una perspectiva de marketing  lo que se mostraba era lo que nosotros mismos usábamos para posicionar a Uruguay en el mundo. ¿Estarían confundidos los australianos o ya tenían claro que para la estrategia de marketing del país el feedlot no es la imagen que más vende? Creo en esto último, porque Australia es de los países más inteligentes y sólidos en el mundo de las carnes bovina y ovina y no descuida ningún aspecto.
A raíz de esta visita terminé de formar mi opinión: Uruguay no tiene feedlots plenos (que son un sistema completo), sino confinamientos para determinados momentos. El feedlot es un sistema global que nació para aprovechar el maíz americano (subsidiado) producido en exceso en la posguerra. Como el maíz en la actualidad es caro hay que hacer más eficiente su uso con hormonas y promotores de crecimiento. Para que las cuentas cierren hay que manejar altas escalas de producción (en poco espacio) lo que aumenta la presión bacteriana: antibióticos en baja dosis controlan el riesgo de E. colii, algo que deberemos atender. Finalmente un consumidor (como el americano o japonés) acostumbrado a una carne con alto marbling (tierna) pagará las mejoras genéticas que se realicen en el largo plazo en este atributo. ¿Bienestar animal? Claro que se respeta: no olvidar que Temple Grandin inventó el concepto justamente para ayudar a la ganadería americana y los feedlots. En Uruguay a nadie se le habría ocurrido pensar en el asunto (excepto en el momento de la faena del animal).
Como he manifestado, el confinamiento “no es algo que se dice que se hace. Es algo que se hace y punto”. Porque la ecuación es más interesante para el productor intensivo (disminuyen sus costos medios) y porque quizás un consumidor está dispuesto a reconocer el valor de un producto con marbling (si se consigue). ¿Ventajas ambientales o de imagen? Pocas, muy pocas. Es cierto que por kilo producido la huella de carbono puede ser algo menor (considerando el ciclo de vida de todos los elementos). Pero esto no compensa una serie de debilidades que tiene el corral y que lo hacen poco adecuado para usar como “punta de lanza” en una estrategia de marketing de la carne vacuna. Los australianos, que viven de esto, lo tienen claro y creo que nosotros también.
Hace unas semanas fui a Tacuarembó por la ruta Hilton. En esta primavera espectacular daban ganas de pararse cada pocos kilómetros y tomar fotos de nuestros campos y los animales pastando. Más aún: casi que se podía filmar de continuo a lo largo de todo el camino una película sobre nuestra identidad pastoril y riqueza de agua para la crianza de los animales. ¿Quiere decir que este sistema no tiene desafíos? De ninguna manera. El primero es la sustentabilidad económica y social: sin intensificación no habrá futuro para la empresa ganadera y la familia rural. El segundo es también paradojalmente ambiental: si el tema de la huella de carbono no es una moda y vino para quedarse, habrá que trabajar duro para superar potenciales barreras al comercio internacional.
Al finalizar el año agrícola 2012/13 el volumen exportado bajo la cuota 481 quizás sea muy similar al de la cuota Hilton (6.300 toneladas). Un cambio muy importante y positivo para el país. Lo ideal sería mantener una base pastoril fuerte en Uruguay, mejorando los sistemas de cría y recría hasta los 300-350  kg y bifurcando el camino para los 150-200 kg finales: por un lado una carretera de alta velocidad para “máquinas movidas a grano”  (ruta 481, límite 1,5 kg ganancia por día), y por otro una carretera de velocidad media para “máquinas movidas a pasto”  (ruta Hilton, límite 0,5 kg ganancia por día). El país precisa ambas rutas y ambos modelos: manejemos con prudencia y pongamos algún air bag.

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