miércoles, 30 de enero de 2013


Olivicultura: una buena cosecha con altos costos y precios en baja

Faltan créditos y cayó la productividad. El efecto de los subsidios que reciben países exportadores como España.
Tras varios años de baja rentabilidad, el sector olivícola nacional tiene frente a sí una campaña que puede enderezar el rumbo o, por el contrario, llevar al cierre de muchas fincas. Para este año se espera una buena producción de aceitunas de mesa y aceiteras, un 20% superior a la magra cosecha de 2011/12, cuando hubo una merma de entre 12% y 25%, producto de factores climáticos. Sin embargo, la falta de acceso al crédito, necesario para levantar la cosecha, y el aumento de los costos internos penden aún sobre las cabezas de los productores olivareros.
Un informe de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA), difundido a fines del año pasado, señala que “la situación de la olivicultura argentina es crítica en todos los frentes”. Incremento de costos de producción del 25% al 30% en 2012, falta de competitividad para exportar y precios internacionales del aceite de oliva a la baja –la última campaña se vieron los valores más bajos en ocho años-, pegaron en la línea de flotación de la cadena olivícola local, actividad clave en provincias como La Rioja, Catamarca y Mendoza.
“Ante un panorama económico desalentador para las economías regionales, que incluye altos costos productivos, retraso cambiario y una considerable caída de los precios internacionales, los productores ven peligrar la evolución de sus empresas y el empleo de muchas personas que integran la cadena olivícola nacional”, destaca el informe de AACREA.
A un mes de empezar la cosecha de aceitunas, el panorama luce algo mejor, en especial por la recuperación prevista de los precios del aceite, debido a la menor oferta de España (su producción caería a la mitad), el mayor productor mundial. No obstante, sigue la preocupación por la disparada de los costos y aún no están garantizados los fondos para levantar la cosecha, que se espera alcancen los 100 millones de kilos.
Lo que pase este año será clave para la actividad, en un contexto en que el que muchos productores tuvieron que abandonar sus fincas o dedicarse a otros cultivos (pistacho, almendro). Sobre la competitividad del sector, Emilio Caimi, presidente de la Cámara Olivícola Riojana, consigna que “el tipo de cambio actual no nos favorece, y éste es el mismo problema que tienen todas las economías regionales”. Y advierte: “Éste va a ser un año bisagra para la olivicultura, será definitorio para muchos productores, porque para levantar la cosecha se requiere dinero cash y muchos no tienen asegurado el financiamiento”, afirma.
“El 2013 será un año de buena producción, aunque nunca se sabe hasta que no estén las aceitunas en los cajones”, se sincera Bibiana Marabini, gerente operativa de la Asociación Olivícola de Catamarca. La ejecutiva comenta que en la provincia se ha avanzado en la mecanización de la cosecha, para bajar los costos que supone la cosecha manual, y confiesa que este año “se contratarán menos cosecheros”. Pero advierte que el principal problema es el financiamiento. “Muchas empresas vienen de años de problemas y no califican para los créditos”.
Se estima que para levantar la cosecha harán falta unos $100 millones. Hasta ahora el Banco Nación dispuso una línea de $8 millones, a los que se sumaron otros $20 millones aportados a mitad de año, cuando se cerró el mercado brasileño al aceite de oliva nacional. Se recordará que esto fue una represalia por las trabas a las importaciones industriales que fijó la Secretaría de Comercio Exterior.
Al mismo tiempo, en 2012 hubo una agresiva política española para colocar a precio muy competitivo su producción en Brasil, valiéndose de los subsidios (500 a 1000 euros por tonelada) de la Política Agrícola Común (PAC). En contraste, las exportaciones argentinas no gozan de ayuda alguna y sí tienen retenciones del 5% y demoras en la devolución del IVA.
Mejor perfilados parecen estar quienes destinan su producción al mercado interno, donde el consumo de aceite de oliva tiende a crecer. Miguel Zuccardi dirige la unidad de negocios olivícola en la bodega familiar y asegura que “el mercado argentino de aceite de oliva creció entre 20% y 30% el último año”, un período en el que el volumen producido por la firma se incrementó 40%. “Es necesario proteger esta actividad que es de largo plazo, tiene una incidencia social y es parte de la marca país. El aceite de oliva es un producto diferenciado, no es una commoditie”, sostiene Zuccardi.
En esta línea, al cierre del año el Congreso Nacional sancionó una ley de promoción del consumo de aceite de oliva en el mercado interno y calificación de este producto como “alimento nacional”. Y hace pocos días las provincias de Mendoza, San Juan, La Rioja y Catamarca decidieron aportar cada una $1,5 millones para incentivar el consumo y beneficiar a los productores de aceitunas y derivados.

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