viernes, 4 de enero de 2013


¿Cuál es la clave para lograr más porotos con la soja de segunda?

Al ser una sucesora de un cultivo de invierno, comienza su ciclo en condiciones especiales que afectan su crecimiento y desarrollo.
De acuerdo a un informe técnico elaborado por el Ing. Agr. Fernando Ross, de la Chacra Experimental Agropecuaria Barrow, situada en la localidad homónima del Partido de Tres Arroyos, en la provincia de Buenos Aires, se recomienda, para obtener buena productividad y en función de la fecha de implantación, elegir adecuadamente el grupo de madurez y la estructura de siembra del cultivo.
Según lo informado por el diario La Voz del Pueblo, el trabajo realizado en Barrow establece que la soja de segunda, al ser una sucesora de un cultivo de invierno, comienza su ciclo en condiciones especiales que afectan su crecimiento y desarrollo, y es por ello que se recomienda diferenciar dos razones determinantes sobre la performance del cultivo, a saber: por un lado el atraso en la fecha de siembra que se traduce en pérdida de rendimiento potencial y por otro la ausencia de barbecho que determina un comienzo con baja reserva de agua y nutrientes.
Si se considera un escenario con antecesor fijo, a medida que transcurre el tiempo desde la cosecha fina, se reduce el potencial de rendimiento y aumenta la probabilidad de recarga hídrica. Dicho balance entre rendimiento potencial y rendimiento obtenible (función del déficit hídrico) varía entre años y zonas de producción con fuerte implicancia sobre las tecnologías de manejo del cultivo.
Los requerimientos hídricos potenciales de un cultivo de soja sembrado a fines de diciembre superan los 400 milímetros. La precipitación promedio (últimos 30 años) desde mediados de diciembre (madurez de los cultivos de fina) hasta el 15 de abril para la localidad de Tres Arroyos ronda los 300 milímetros. Es decir, como ocurre con la mayoría de los cultivos, las precipitaciones no son suficientes para cubrir los requerimientos de la soja.
En los términos planteados, para la zona sur de la provincia de Buenos Aires, con una marcada limitación en la amplitud del ciclo de cultivo, con heladas tempranas, las preguntas adecuadas serían: ¿cuál es el rendimiento potencial y cómo cae a medida que se atrasa la fecha de siembra? ¿Qué rol o importancia tiene la deficiencia de agua y nutrientes según las fechas de siembra? ¿Cuál de estos aspectos considerados prevalece, y si esto se invierte según el año?
El trabajo de la Chacra Experimental Agropecuaria Barrow destaca que las precipitaciones y los requerimientos hídricos son valores promedio, y que el rendimiento potencial no es fijo. El rendimiento potencial es una cuestión teórica que sirve para ubicar a fines prácticos. Agronómicamente, se debería manejar la expresión de un cultivo según objetivos de crecimiento por etapa acorde a la oferta ambiental presente y futura, de modo de maximizar el crecimiento dirigido a los granos.
Etapas
A fines prácticos se deben reconocer tres etapas o transiciones, lo que se gesta en cada una de éstas, su importancia relativa sobre el rendimiento final y dónde se encuentra el período en que el rendimiento del cultivo alcanza su máxima sensibilidad al estrés (período crítico). Las diferencias entre los grupos de madurez disponibles en el mercado se resumen en la duración de las etapas, a mayor grupo mayor duración de cada etapa y por supuesto de ciclo total. A medida que se retrasa la siembra, se reduce de manera casi proporcional la duración de cada etapa, según grupo de madurez.
Las etapas son:
1- Vegetativa: Durante esta etapa ocurre el crecimiento vegetativo inicial. Los cultivos de segunda presentan poco crecimiento en este período producto de las condiciones iniciales. En el inicio del cultivo se debe considerar que el grupo de madurez, el arreglo y la densidad de siembra van a determinar la estructura del cultivo para capturar los recursos del ambiente.
2- Floración y formación de vainas: en esta etapa ocurre la transición gradual del crecimiento vegetativo al reproductivo. Con más frecuencia que en cultivos de primera, los efectos del estrés hídrico en soja de segunda limitan el cuaje de las primeras flores, razón que determina un retraso en alcanzar la etapa reproductiva, alargando la fase vegetativa. Esta etapa es muy importante porque interactúa el crecimiento de la cobertura, necesaria para capturar recursos y crecer a mayor tasa; y la fijación de los granos, futuros destinos del crecimiento y gestores del rendimiento. Desde mediados de esta etapa, marcado por la presencia de chauchas desarrolladas, es donde la tasa de crecimiento del cultivo debe ser máxima y sostenida, aquí comienza el período crítico.
3- Llenado de granos: a comienzos de este período la planta tiene su altura final, cesa el crecimiento vegetativo y todos los fotoasimilados van hacia estructuras reproductivas. Al tener el cultivo de soja mucho solapamiento entre etapas, el inicio de llenado convive con el fin de floración, la fijación de vainas y de granos. Aquí el cultivo se encuentra en pleno período crítico, es decir cualquier factor que afecte sensiblemente su crecimiento va a limitar el número de granos fijados y su el rendimiento final.
La segunda mitad del período no es considerada período crítico, pese a que es muy importante para lograr altos rendimientos y se hace notar en la soja de segunda. Se debe considerar que el peso por grano tiene mucha plasticidad y que habitualmente la soja fija más granos de los que puede llenar. De no haber fijados una cantidad suficiente de granos el peso final de los mismos puede compensar en gran proporción la pérdida de número. Esto ocurre si hay buenas condiciones en el llenado y el cultivo continúa con buena cobertura foliosa, es decir, está capacitado para compensar los efectos de cualquier estrés a principio del período crítico.
Estas consideraciones son esenciales en un cultivo de soja de primera, donde la estación de crecimiento es amplia, permitiéndole a la soja activar todos sus mecanismos compensatorios. Sin embargo, en los cultivos de soja de segunda la estación de crecimiento resulta muy acotada y, habitualmente, el llenado ocurre en condición desfavorable para el cultivo.
Hay dos razones para ampliar el período crítico en cultivos de segunda. Por un lado, la escasa duración de la etapa de crecimiento vegetativo, que habitualmente ocurre con estrés, determinado una planta de menor tamaño. Por otro, el llenado de granos ubicado en condiciones de temperatura y radiación desfavorable que limita el crecimiento individual de los granos, quedando con un peso inferior al de los cultivos de primera.
Ensayos
Vale preguntarse, ¿El período crítico de la soja de segunda abarca todo su ciclo? ¿Cuáles son las prácticas de manejo de ciclos (GM) y estructura de cultivo aconsejadas en esta situación?
Durante dos campañas consecutivas (2008/09 y 2009/10) en la Chacra Experimental Integrada Barrow realizaron experimentos para evaluar en soja de segunda: la fecha de siembra (fin de diciembre y principio de enero), los grupos de madurez (II, III largo y IV intermedio) y la distancia de surcos (20 y 40 centímetros).
La campaña 2008/09 se caracterizó por condición de sequía hasta fin de febrero, luego el otoño se presentó cálido, con ausencia de heladas tempranas. En cambio, la campaña 2009/10 se presentó con muy buenas precipitaciones desde la siembra de soja; luego, un otoño relativamente fresco no favoreció el cultivo, destacándose una helada suave que defolió parcialmente al cultivo a fines de marzo.
Resultados
Entre años o campañas, no hubo diferencias en el promedio general de rendimiento. En ambos años, el grupo de madurez más largo (IV) acumuló la mayor cantidad de biomasa aérea total a cosecha. Sin embargo, en cada grupo de madurez la cantidad de la biomasa destinada a los granos (índice de cosecha) difirió sustancialmente según el año y la fecha de siembra (cuadro).
En la primera campaña, los ciclos largos y la siembra tardía redujeron la exposición al estrés hídrico, lo cual determinó una mejoría en el rendimiento del cultivo (cuadro). No obstante, las diferencias de rendimiento entre fechas de siembra rondaron el 10%. Esto ocurrió porque los efectos del estrés hídrico sobre la primera fecha de siembra indujeron a una mayor duración de la etapa vegetativa desplazando la reproductiva a una mejor condición ambiental.
La excelente condición hídrica del segundo año determinó un mejor rendimiento en siembra temprana y con grupos intermedios a cortos (cuadro). Para esta campaña, el retardo en la aparición del período de llenado, inducido por retraso de la fechas de siembra y/o incremento del grupo de madurez, provocó un menor rendimiento. Es decir, el llenado ocurrió con menores temperaturas y sufrió los efectos de una helada suave registrada a fin de marzo, máxime en grupo IV de segunda fecha (1173 kg/ha).
La estrategia de los grupos mayores es dilatar el crecimiento vegetativo y la floración, la planta es más grande y se carga con mayor cantidad de chauchas. Con eso logra mayor número de granos por unidad de superficie respecto a grupos menores. Sin embargo, el llenado se desplaza tanto que no encuentra condiciones ambientales para cargar adecuadamente los granos, se reduce el peso individual del grano llegando en casos a tomar aspecto de lenteja. El grano no es un grano inmaduro, sino que no tuvo los recursos suficientes para alcanzar su peso normal. Por este motivo, en fecha tardía y grupo largo el índice de cosecha cae drásticamente y eso demuestra que para soja el período crítico es también el llenado.
La distancia entre surcos tuvo efectos sobre el crecimiento y rendimiento. Los efectos de sembrar con surcos más próximos resultaron mayores cuando el cultivo tuvo buena disponibilidad hídrica durante todo el ciclo (2009/10). En cambio, cuando la deficiencia hídrica se hizo presente hasta fines de febrero (2008/09) las diferencias productivas entre espaciamientos fueron menores. Pese a la predisposición, no observamos respuesta diferencial al espaciamiento entre grupos de madurez, ni entre fechas de siembra.
Conclusiones
Los ajustes en el manejo del cultivo determinaron grandes diferencias de rendimiento. Se pueden considerar diferentes esquemas según las condiciones hídricas y térmicas de producción. Para cada fecha de siembra se deben asumir grupos de madurez aconsejables, otorgándole cierta plasticidad según la condición hídrica probable.
En años húmedos, sembrar grupos por fechas según: mediados de diciembre grupos II, III y IV; hasta fin de diciembre II y III; y para enero grupo II. Es importante priorizar siempre la fecha de siembra temprana, como vimos, un buen régimen hídrico indujo los mejores resultados con este esquema. En cambio, en los años con sequía el cultivo retrasó su ciclo y esto permitió compensar parcialmente los daños iniciales. En este caso, los resultados muestran que conviene incrementar el grupo de madurez, mientras que es recomendable retrasar la siembra sólo si no hay humedad que garantice la emergencia. Finalmente considerar que, por el menor tamaño de planta, se requieren surcos más estrechos y densidades mayores a la soja de primera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.