lunes, 24 de julio de 2017

A 82 años del asesinato en el Senado de la Nación “por negocio de la carne en Argentina y denunció al frigorífico Anglo”


El 23 de julio de 1935, Enzo Bordabehere, senador electo por Santa Fe, quiso proteger a Lisandro de la Torre y terminó muerto por un disparo en pleno recinto.
La piedra de toque fue el Pacto Roca Runciman, firmado por el vicepresidente argentino e hijo del conquistador del desierto en Londres, el 1° de mayo de 1933. La histeria que había dominado a la clase dirigente argentina tras la firma del Pacto de Otawa entre Gran Bretaña, sus colonias y ex colonias, que reducía la cuota de compra de carne argentina, la llevó a aceptar concesiones lindantes con la deshonra y transmitir a la sociedad de la época y la historia la inexacta versión de que no había otra alternativa que someterse a los designios de su Majestad. Lisandro De la Torre denunció el Pacto en el Senado: “En esas condiciones no podría decirse que la Argentina se haya convertido en un dominio británico, porque Inglaterra no se toma la libertad de imponer a los dominios británicos semejantes humillaciones”.
Lisandro, militante demócrata progresista, tomando las demandas de los pequeños y medianos productores y en defensa de los intereses nacionales, comenzó una investigación sobre el negocio de la carne en nuestro país y comenzó a denunciar en el Senado al frigorífico Anglo por evasión impositiva y explicarle al país el entramado de la corrupción que implicaba a funcionarios del presidente Justo. De la Torre dijo que el Frigorífico Anglo había incurrido en delitos contra el Estado, y que esas irregularidad habían sido toleradas por los ministros Federico Pinedo de Hacienda y Luis Duhau de Agricultura, que concurrieron al Senado ante el requerimiento del senador santafesino. Las barras estaban llenas de gentes del pueblo que iban a apoyar al valiente demócrata-progresista. En plena sesión Duhau amenazó públicamente a De la Torre: “¡Ya pagará todo esto el señor senador punto por punto!”. Pero lo increíble, lo que nunca se había visto en el recinto de ningún senado del mundo, estaba por llegar. El 23 de julio de 1935, mientras Lisandro seguía despejando todas las dudas sobre la complicidad del gobierno en general y los ministros en particular con el negociado de las carnes, según el relato del diario La Prensa, en un momento Lisandro fue empujado por el ministro Duhau y cayó al piso. Al ver lo que había provocado, Duhau escapó de la escena. Se produjo un griterío que fue acallado por el sonido de disparos que dieron en Enzo Bordabehere, el compañero de De la Torre, el senador electo por Santa Fe, quien había tratado de interponerse entre don Lisandro y su atacante.

De la Torre investigó el negocio de la carne en Argentina y denunció al frigorífico Anglo por evasión impositiva y un entramado de corrupción que implicaba a funcionarios del presidente Justo.

El asesino comenzó a huir, pero fue detenido por el agente de policía Cofone, quien lo entregó al subcomisario Florio y se dispuso su traslado al departamento central de Policía. Su nombre era Ramón Valdez Cora, tenía 42 años y había sido comisario de Vicente López. Su foja de servicios no lo dejaba bien parado: había sido procesado por estafas reiteradas, extorsión a prostitutas y falsificación de documentos. Era “mano de obra ocupada” por el Partido Demócrata y un hombre de confianza del ministro de Agricultura Luis Duhau.
Al prestar declaración ante el juez Miguel Jantus, Valdez Cora reconoció la autoría del atentado que le costó la vida a Bordabehere. Nada dijo de los autores intelectuales del crimen, pero señaló que actuó al ver que eran agredidos sus “amigos políticos”.Fue condenado a 20 años de prisión, pero quedó en libertad en 1953 por “buena conducta”. Los instigadores y responsables directos del crimen, como correspondía a gente de su “alcurnia y prestigio”, gozaron de la más absoluta impunidad judicial y gozan de cierta impunidad histórica.
El 5 de enero de 1939, dos años después de haber renunciado a su banca de senador, De la Torre puso fin a su vida disparándose un balazo al corazón.

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