domingo, 27 de enero de 2013


El kiwi se prepara para un año complejo

CHILE : Con recursos estatales y privados se trabaja para intentar controlar el avance de la PSA -enfermedad que destruyó las producciones de Italia y Nueva Zelandia- aunque se insiste en que falta mucho por invertir en investigación. Se busca, además, seguir avanzando en mejorar la calidad.
El 2012 fue un año duro para el kiwi. No sólo en Chile, sino a nivel global. Fue el año en el que la bacteria PSA, que ya destruyó buena parte de las producciones de Nueva Zelandia e Italia, comenzó también a detectarse en el país. Aunque, hasta ahora, su presencia se ha manifestado sólo en las regiones del Maule y Biobío. El kiwi implica para el país ventas por cerca de US$ 200 millones FOB, y representa el 8% del total de frutas que exporta el país, después de la uva (853 mil 520 toneladas) y la manzana (800 mil 834 toneladas).
De ahí que los desafíos que debe enfrentar el nuevo presidente del Comité del Kiwi, Carlos Cruzat -quien asumió hace un par de semanas- son clave para la sobrevivencia del sector. Por un lado está luchar para que la espada de Damocles que significa el PSA no caiga definitivamente sobre el cultivo nacional. Por otro, aprovechar las oportunidades y espacios que abre esa misma PSA en los mercados internacionales, pero que implican trabajar a nivel local en temas como la calidad, almacenaje, segregación y el acondicionado de la fruta, camino iniciado hace cinco años en el que se ha ido avanzando.
Las platas contra la PSA
Con cara a la PSA, al parecer el país tendría alguna ventaja respecto de los europeos. Según Christian Abud, asesor productivo en kiwi de Subsole, Chile está en una situación privilegiada frente a sus competidores porque tiene un clima más cálido en comparación con Nueva Zelandia e Italia. Pero eso no significa que no haya que actuar y rápido. La PSA es una enfermedad que no tiene cura y la única opción es prevenir para intentar evitar que las plantas sanas se contagien.
Si bien hasta ahora la enfermedad está restringida a un área específica y su avance pareciera detenido, “hay que estar preparados para el peor de los escenarios, ya que hemos tenido un avance importante de la PSA y debemos tener todo listo para este año pensando en que vamos a tener un muy mal año”, dice el nuevo presidente del Comité del Kiwi.
Estima que los huertos que estén más o menos saludables, con capacidad de tener autodefensa, bien llevados, equilibrados, que no están estresados ni por exceso de producción, ni por falta de agua, ni por cualquier otra razón, probablemente van a poder convivir con la PSA, pero tendrán costos un poco más altos que antes y van a disminuir un poco su producción.
De todas formas se está ampliando lo que se ha hecho en materia de prevención y de control para evitar que la enfermedad avance. Actualmente hay recursos estatales enfocados a esto. Así, el comité y el FIA tienen un programa de $75 millones (de los cuales $50 millones provienen del sector público y $25 millones de los privados) y otro con la Corfo, por un total de $125 millones, de los cuales la entidad pública coloca $85 millones y los privados los $40 millones restantes, para desarrollar un programa de transferencia tecnológica.
“Estos programas en comparación a los de Europa y Nueva Zelandia son insignificantes. Para Chile son un esfuerzo, pero lo que se requiere son programas mucho más fuertes de investigación y desarrollo”, expresa Cruzat, refiriéndose a lo que se invierte en otros países.
En Italia el control de la bacteria se financia con platas de la comunidad europea que son cantidades millonarias para investigación y desarrollo, sobre todo investigación, y en el caso de Nueva Zelandia, ellos tienen un fondo de trabajo inicial de US$ 37 millones de los cuales el 50% lo pone la industria privada y el otro 50% el Estado, mientras que Chile a esta fecha ha gastado entre el SAG y el Comité del Kiwi no más de $400 millones.
Los recursos que provienen de FIA se invertirán en el desarrollo de un modelo de determinación de riesgo de PSA, que le permita a los agricultores saber la condición de sus cultivos, a través de la interacción de varios parámetros como la variedad, zona agroclimática, edad de la planta, cercanía a un huerto positivo, entre otros. De acuerdo al nivel obtenido el modelo le entregara un propuesta de manejo a su predio, para así minimizar los riesgos. El programa de transferencia tecnológica que se trabaja con Corfo, en tanto, busca llegar en 20 meses a todos los agricultores de Maule-Biobío, con información de la PSA, por medio de días de campo, talleres, traída de expertos y folletería. “También se visitarán y se hará un seguimiento especial a los huertos afectados. La transferencia está orientada a toda la industria considerando a los productores, exportadoras, asesores, investigadores, entre otros”, explica Cruzat.
Las mejoras que faltan
Hasta ahora los más afectados han sido los kiwis amarillos, poco difundidos en Chile, que fueron casi totalmente destruidos en Italia y Nueva Zelandia. Se estima que el impacto de la enfermedad generaría un vacío de oferta, que Chile podría aprovechar, pero tiene que hacerlo rápido.
“Cuando el mercado mundial deja de tener el empuje de un buen producto y empieza a tener menos oferta de venta, hay otro que ocupa ese lugar y por lo tanto uno pierde posicionamiento”, dice Cruzat.
Pero más allá de aprovechar la caída de otros países, el Comité del Kiwi viene trabajando desde hace un tiempo en mejorar la calidad de la fruta nacional. Lo que se busca es precisamente satisfacer demandas de los consumidores, para que llegue en las condiciones y con la calidad que los compradores quieren. Y ahí es donde siguen estando los desafíos para el sector, insiste Cruzat.
“Lo que haremos este año es implementar los dos proyectos PSA y continuar con la investigación y desarrollo de mercados a través de tecnologías de acondicionado y poscosecha y también mostrándolas a los importadores”, cuenta el ejecutivo.
Uno de los programas claves es el de acondicionado de la fruta que busca que su consumo sea mejor percibido por el consumidor final. “Queremos que el consumidor sienta el sabor de un kiwi en su punto, madurado correctamente y muy sabroso. Para ello la fruta es segregada en planta y sometida a protocolos de maduración controlada”, explica Cruzat. Ello implica cambios en el huerto, incluyendo el momento en que se cosecha, para que sólo se recolecte la fruta que ya tenga cierto nivel de azúcar. En este camino el Comité del Kiwi decidió testear a la fruta chilena comparándola con la de la competencia. Para ello se compraron kiwis de Nueva Zelandia, los que se preacondicionaron. Simultáneamente se hizo lo mismo con el producto chileno. Luego fueron entregados a un panel de 60 personas de seis países de Europa (Italia, Alemania, Inglaterra, Francia, España y Holanda) como degustación para que dieran su opinión. Al compararlos con los resultados de la fruta chilena anterior, consideraron que los kiwis nacionales de ahora han mejorado notoriamente y que pueden competir muy bien con el producto de Nueva Zelandia.
Dado que en los mercados internacionales es usual encontrar que el kiwi neozelandés se vende a mejor precio que el chileno, aun cuando las dos frutas tuvieran la misma condición, apariencia y calidad, el Comité del Kiwi decidió ver qué había detrás de eso. Para ello optó por estudiar cuál es la percepción del kiwi chileno en los mercados internacionales. Así, el 2010 realizó un estudio con la empresa inglesa Promar en el cual en distintas partes del mundo se entrevistó a supermercados y a importadores para ver cómo se veía al kiwi de nuestro país. En esa oportunidad más del 90% de los encuestados dijeron que el mejor kiwi era el neozelandés, 0% dijo que el kiwi chileno era el mejor y entre 5% y 10% dijo que ni uno ni el otro.
Dos años después, con trabajo de posicionamiento de por medio, se realizó la misma encuesta. Los resultados fueron alentadores: Sólo el 45% de los encuestados encontró mejor el kiwi neozelandés; y Chile pasó de 0% a 35%, y los que decían ni uno ni el otro, subió a 25%, según lo que informó Cruzat. Es decir, Chile ha logrado cambiar la percepción mundial ofreciendo un mejor producto y éste tiene dos grandes líneas: la uniformidad y la calidad interna, y lo que logra el acondicionado es uniformar los productos y además, expresar la calidad interna, por lo tanto los programas de acondicionado buscan que a futuro se pague más por el producto chileno.
 Qué es la PSA
La PSA ingresa por cualquier herida abierta que tenga la planta o por estomas. Las heridas se generan por viento, cortes de poda, o por la caída de una hoja o una flor. Una vez que la bacteria está físicamente en la planta, ella se multiplica mucho mejor cuando está en temperaturas entre los 15° y 23° durante la primavera y, además, con humedad. En el invierno ocurre que con el frío se producen microheridas en las plantas y con ese punto la bacteria entra. Esta condición es uno de los tres vértices que conforman el “Triángulo de la enfermedad” que explica Christian Abud, asesor productivo de kiwi Subsole, que, agregado a un medio ambiente óptimo para el desarrollo de la bacteria, agrega la condición de un hospedero susceptible y la presencia de patógenos.

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