domingo, 6 de enero de 2013


Chile : Los modelos extranjeros para la inmigración

Trabajadores chilenos sostienen que los extranjeros son bienvenidos, pero siempre que se mantengan las condiciones que se dan para los nacionales. En países, como Australia, Nueva Zelandia o EE.UU., la situación se ha resuelto con visas especiales y cupos para ciertas labores específicas.
Desde hace un tiempo en el sector vienen pidiendo que se establezcan normas específicas que permitan aumentar la inmigración temporal de trabajadores, como una alternativa para enfrentar la creciente escasez de la mano de obra. El tema es complejo, porque se arriesga traer gente en condiciones vulnerables, que de no existir las condiciones adecuadas pueden encontrarse con situaciones de abuso; también porque es difícil controlar que luego regresen a sus países y porque significaría encarecer e incluso colapsar los ya sobredemandandos sistemas de salud, educación y vivienda.
Pero a nivel internacional hay ejemplos que mirar. Porque, Australia por ejemplo, que tiene una estructura productiva similar a la chilena, donde minería y agro compiten como generadores de ingresos y demandas, han encontrado soluciones. Otros países como Estados Unidos, Canadá y España también han considerado una política pública de inmigración similar. Chile, entonces, podría perfectamente tomar lo mejor de cada modelo y, con visión de largo plazo, establecer una política pública de inmigración acorde a los requerimientos de una economía cada vez más dinámica, insisten los expertos del sector.
Y los empresarios del agro le intentan imponer mayor énfasis al tema. Porque, aunque las inmigraciones más naturales suelen darse con los países fronterizos, tampoco necesariamente va a haber interesados en venirse a cubrir las necesidades del campo chileno. Perú, por ejemplo, está con un expectante momento económico, por lo que Chile empieza a competir por esa misma mano de obra, dice Cristián Allendes, presidente de Fedefruta.
Las dificultades para ingresar
Actualmente el Código del Trabajo en su artículo 19 limita la contratación de extranjeros al 15% de la fuerza de trabajo de una empresa con al menos 25 trabajadores.
Hoy la contratación de extranjeros es baja.
“Hay muy pocos productores que están utilizando este mecanismo. Muchos de los foráneos que trabajan en el campo llegan por su propia cuenta o por contratistas. La principal razón es que es demasiado engorroso el trámite”, expresa Allendes.
Está claro que es más fácil entrar como turista y luego quedarse trabajando, ilegalmente, o consiguiéndose luego un contrato de trabajo y regularizando su situación, que entrar al país diciéndole a Extranjería que se viene a trabajar.
 ”Si cierras las puertas a los inmigrantes, entrarán por la ventana. Entonces cuando la economía pide mano de obra, la inmigración es una solución muy buena. Pero los países tienen que preguntarse cómo quieren recibir a los inmigrantes, si de manera legal o ilegal, ése es el primer gran tema”, señala Daniel Loewe, profesor titular de la Escuela de Gobierno de la U. Adolfo Ibáñez.
A su juicio los desafíos competitivos de Chile requieren de inmigración. Cuando es legal, “suele ser un muy buen factor de progreso para los países… Llegan personas buscando oportunidades, con ganas de trabajar. Pero es necesario que el sistema de inmigración sea fácil y expedito. En Chile eso hoy no está”, insiste Loewe.
Qué quiere el país
Al querer solucionar los problemas puntuales de un sector vía inmigración, más vale tener claras las consecuencias. “Una vez que se considere una política de inmigración laboral, la experiencia internacional muestra que se trata de un proceso irreversible de incorporación de personas. Por muy temporal que sea, los inmigrantes tienden a querer quedarse, lo cual es facilitado por las empresas que no quieren desprenderse de alguien que ha mostrado servir y que han capacitado”, dice Loewe.
Es lo que ocurrió en EE.UU., con la inmigración latina.
El investigador agrega un dato clave: “Si se considera la actual tendencia demográfica, específicamente la tasa de natalidad del país, en 30 años Chile tendrá más problemas para conseguir trabajadores”.
El Gobierno anunció recientemente el envío al Congreso de un proyecto de reforma a la actual Ley de Extranjería, que data de 1975. 
José Figueroa, consejero nacional y encargado de la Secretaría Campesina y de Pueblos Originarios de la CUT, comenta que si bien la Confederación de la Producción y del Comercio les comunicó “con gran deferencia” información al respecto. El Gobierno en no habría dado señales de querer conversar. “Hemos mandado muchos recados, sin respuesta. Esto es un mal presagio. Si van a despachar una ley que afecte a los trabajadores, lo mínimo es que consulten la opinión de los representantes de éstos”, dice.
El dirigente insiste en que la CUT está abierta a recibir inmigrantes pero cuidando las condiciones. “El Gobierno debe garantizar que los trabajadores tengan los derechos que se garantizan a los chilenos. Estos deben recibir los mismos sueldos y regalías, acceder a atención de salud, pagar por ella, pagar impuestos, tal como lo hacen los trabajadores chilenos. Si van recibir sueldos inferiores, va a abaratar la mano de obra en Chile y ahí el Gobierno se va a ver enfrentado a un problema social”, vaticina.
En realidad, las actuales leyes laborales no establecen discriminación entre chilenos y extranjeros, aunque algunos reparan que muchas veces no se trata de lo que dice la norma sino de cómo se aplica.
“En la práctica hay empresas que son muy buenas y tratan bien a sus trabajadores, pero también hay otras que van a aprovecharse de los extranjeros para pagar sueldos bajos y lograr una ganancia a costa de los trabajadores”, dice Figueroa.
El presidente de Fedefruta es enfático: “Para contratar mano de obra extranjera debemos estar preparados. No sólo se requiere establecer claramente cómo ingresan al país, es decir, tener muy definido los aspectos legales, sino que además hay que disponer de las condiciones necesarias en alojamiento, cobertura médica e impositiva”.
¿Cómo evitar que trabajadores necesitados de mejores condiciones sean atraídos con promesas falsas? Desde 2011 Chile tiene la legislación que sanciona expresamente la trata de personas, pero tal como ocurre en otros lados, en la práctica se requieren mecanismos de control adecuados. Para la inmigración ilegal, hay países que han establecido con mayor o menos éxito sanciones para los empleadores y/o para los mismos ilegales.
Al estar abiertos comercialmente al mundo, Chile ya está sujeto a estrictos controles en materia de estándares laborales. “Las empresas chilenas que exportan sus bienes a cadenas de retail internacionales son constantemente auditadas según estándares altos. Los retailers están muy atentos a los abusos laborales por el riesgo de repudio de sus propios consumidores”, dice Loewe.
También está el temor de que los extranjeros vengan a quitar puestos de trabajos. Sin embargo, ese no sería el caso de trabajadores que optan por migrar a los sectores de la economía en los que encuentran mejores condiciones salariales y dejan otros espacios vacíos; y que, además, al aumentar la producción, las empresas tienden a aumentar las contrataciones. 
Es decir, se vuelve prioritario contar con una legislación moderna, con controles claros claros, fáciles y rápidos de cumplir.
Lo que hacen otros
A nivel mundial hay ejemplos para mirar. Así, por ejemplo, la legislación australiana contempla que los empleadores retengan los impuestos a que podrían estar sujetos los trabajadores temporales, pero a la vez existen instancias para que éstos reclamen ante organismos específicos en caso de retenciones indebidas. Esto tiene que ver con el derecho a un expedito acceso a la justicia y la posibilidad hacer valer sus derechos ante la autoridad administrativa.
Similares garantías consideran Canadá y Nueva Zelanda.
De hecho, el modelo que prefiere Fedefruta es el de Australia o Nueva Zelanda, pues se entregan visas temporales de trabajo bajo condiciones que facilitan el retorno de las personas a sus países al concluir  sus trabajos o contratos.
Australia, empero, acaba de modificar en noviembre su programa de visas, facilitando su tramitación, pero restringiendo la entrada de quienes no tengan las calificaciones que requiere su economía. Exige que empleadores calificados previamente “auspicien” la llegada de trabajadores provenientes de ciertas naciones, en función de habilidades y calificaciones profesionales y de las necesidades económicas y geográficas específicas del país. Entre los modos de protección de estos trabajadores, para evitar su explotación, el empleador debe probar que el salario es equivalente al del mercado.
Otro país con pasado de inmigrantes es EE.UU. Quien quiere entrar al país como trabajador temporal agrícola tiene que tramitar con anticipación la visa H-2A, correspondiente al Temporary Agricultural Visa Program -o programa de visado temporal para la agricultura- con estadías que no pueden exceder de un año. Esta pide una oferta de trabajo agrícola temporal de un empleador que debe probar que no hay trabajadores estadounidenses calificados para ese cargo. 
La visa H-2A permitiría suplir las necesidades laborales de estados agrícolas. Sin embargo, el National Council of Agricultural Employees (NCAE), que reúne a empleadores agrícolas y que efectúa lobby legislativo y ante las autoridades, acusa en su sitio web: “La planificación de los negocios requiere predicción, y el programa de visas H-2A es cada vez más visto como impredecible y poco confiable. Las denegaciones de visa han crecido dramáticamente. El 72% de los productores entrevistados han reportado que los trabajadores llegaron después de los “tiempos de necesidad”, en promedio 22 días después”. El NCAE arguye que reportan pérdidas por US$ 320 millones por mala administración del programa. La nueva administración del presidente Obama, en tanto, estaría presentando una reforma al sistema de inmigración en 2013.
Verdaderos desafíos
Miguel Allamand, presidente de la exportadora Subsole, pide no olvidar el tema de fondo, que no se resolverá con una nueva ley de extranjería o inmigración.
“El verdadero camino es el aumento de la productividad y el consiguiente aumento de los sueldos agrícolas. Es lo único que nos permitirá competir con los otros sectores de la economía que tienen, también, el -equivocado o no- atractivo del trabajo en las ciudades. No tiene sentido ni futuro exportar mano de obra barata. De lo que se trata es de exportar productividad, nuevas variedades y tecnologías, opciones comerciales modernas, desarrollo”.
A su juicio, el bajo valor del dólar y la consecuente caída de la rentabilidad del negocio agrícola son una enorme limitación al momento de competir, por ejemplo, con el retail, al cual el dólar bajo le resulta más beneficioso que dañino. Reclama que las autoridades no toman conciencia del efecto del bajo valor de esta divisa en los ingresos de los trabajadores agrícolas.
Ronald Bown opina similar. Insiste en la necesidad de mejorar la productividad. “Su resultado debe permitir mejoras en los sueldos, a la vez que mayor rendimiento por parte de los trabajadores. Ello permite a su vez generar mejor ambiente laboral y fidelización con sus respectivas fuentes de trabajo”, dice Bown.
Aumento de remuneraciones
Uno de las culpables de la escasez de mano de obra serían los sueldos. Desde la trinchera frutícola recalcan que en los últimos 5 años las remuneraciones individuales, en promedio, han aumentado 41,6%, dice Ronald Bown, presidente de la Asociación de Exportadores (Asoex).
Claro que hay diferencias según se trate de trabajadores permanentes o temporales y según la región, las labores y los tipos de cultivos que se realicen. En el caso de los trabajadores con contrato permanente, la zona donde se da el mayor incremento es en la III Región -precisamente donde también aumenta la demanda por trabajadores en la minería-, con casi 57%, y el menor en la VIII, con casi 39%.  Para el caso de trabajadores temporales, los aumentos han sido mayores.. Se estima que en los últimos cinco años crecieron entre un 60% a 70% dependiendo de la especie.

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