sábado, 26 de enero de 2013

"A mí no me grita nadie", dijo el peón, y mató a su patrón de un escopetazo


"El único que me ha gritado ha sido mi padre y se murió hace 50 años. Yo soy una persona mayor y a mí no me grita nadie", le dijo Alberto Bonifacio Martínez, peón de un campo, y mató de un escopetazo a su patrón, Marcos Pizarro Costa Paz.
Los testigos del crimen aseguran que Martínez, de 72 años, "soportaba un trato altanero por parte del patrón que le había tocado en El Micheo", el campo que cuidaba desde hacía 20 años en el cuartel XIV del distrito de Adolfo Gonzales Chaves, según publica La Voz del Pueblo, de Tres Arroyos.
La tragedia se desencadenó el miércoles a las cuatro de la tarde en el establecimiento rural "El Micheo", ubicado en el partido de Gonzales Chaves (sudeste bonaerense), cerca de Tres Arroyos. Al momento del hecho había siete testigos, que ya declararon ante el fiscal Gabriel Lopazzo.
"Le voy a pegar un tiro", habría amenazado el puestero Martínez. La escuchó sólo uno de los cinco transportistas que habían ido al campo a buscar la hacienda. Enseguida, el peón caminó 50 metros hasta su casa: tomó una escopeta doble caño calibre 28, y volvió a la manga, donde estaban cargando el ganado de su patrón.
Pizarro Costa Paz murió cuando lo trasladaba una ambulancia a un centro de salud. Sus restos fueron sepultados ayer en el Cementerio de la Recoleta





"Martínez, vamos", intentó apaciguar la víctima, integrante de una tradicional familia de Buenos Aires que posee más de mil hectáreas de campo en Ayacucho. Pero ni bien lanzó esas palabras recibió como respuesta un disparo en el cuello.
Aquella tarde, Pizarro Costa Paz -quien vivía en Capital Federal- había ido a buscar la hacienda con cinco camiones, porque el contrato de arrendamiento del campo se vencía al día siguiente. Había trabajado tres años en el lugar.
Pero el peón Martínez, que vivía solo en el mismo puesto desde hacía 30 años -su esposa tiene una casa en la vecina localidad de San Cayetano- discutió fuerte y terminó de la peor forma. Ya lo habían hecho en otras oportunidades, según los testimonios recogidos en la Fiscalía.
Según contaron los testigos, Martínez, después de disparar, no dijo ni una palabra. Se dio vuelta y caminó hasta su casa. Allí dejó la escopeta arriba de una mesa y esperó a que llegara la Policía, ante la que se entregó sin resistirse.
Lo detuvieron y fue trasladado a la comisaría primera de Tres Arroyos y el jueves fue llevado a la UFI N° 6, en Hipólito Yrigoyen 175. Sin embargo, allí se negó a declarar, aunque quedó acusado formalmente de "homicidio".
Según publicó Clarín, fuentes de la investigación dijeron que se trata de un hombre "primitivo, que no sabe leer ni escribir". El asesinato causó una gran conmoción en la zona, porque lo consideraban "un tipo tranquilo" y porque nunca había tenido antecedentes violentos.
Tenía tres hijos y esperaba el cuarto varón
Su mujer, Josefina, está embarazada de casi nueve meses y a fin de enero está previsto que nazca su cuarto varón.
El hombre tenía un negocio familiar vinculado a la actividad agrícola y ganadera. Hace unos años con su familia habían vendido un campo en Azul y comprado otro en Ayacucho, aunque trabajaban también en otras zonas de la provincia de Buenos Aires.
Sus restos fueron sepultados ayer en el Cementerio de la Recoleta, después de una misa realizada pasado el mediodía en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar.

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