miércoles, 19 de julio de 2017

ITALIA: Ola de calor y sequía



Que en verano las temperaturas sean altas no es nuevo en Italia, al igual que los largos periodos de sequía seguidos de tormentas violentas. Los años más calurosos en Italia han sido 2014, 2003, 2016, 2007, 2012, 2001, 1994, 2009, 2011 y 2000. La primavera de 2017 ha sido la segunda más calurosa desde 1800 y las lluvias de junio han sido un 65,4% menores.

Sin embargo, los medios informan de que los daños de la agricultura italiana ascienden a mil millones de euros, pese a que esta cifra incluye también el sector cerealícola, zootécnico y olivícola.

En una temporada en la que no parece faltar producto (de hecho, se prevé un volumen de fruta de verano mayor al de 2016), todo el mundo se pregunta cuál es la situación actual.



Tomates de industria
Como es evidente, la falta de agua tiene un mayor impacto en la agricultura extensiva. Italia es el segundo productor de tomates de industria y la bajada del nivel de los ríos preocupa a los productores del norte del país, en particular. No obstante, todavía es pronto para cuantificar las pérdidas, pues la temporada 2017 acaba de comenzar. Por el contrario, no se están registrando problemas particulares en los tomates de mesa.

Hortalizas
Las hortalizas de hoja, como las lechugas, también sufren el calor y la falta de agua. En los Abruzos, Campania y Emilia-Romaña, los calibres son pequeños y los productos presentan quemaduras solares. En el segmento de iceberg se estiman pérdidas del 40%.

Fruta
Las principales campañas frutícolas, como las de las fresas, los kiwis, las peras y las manzanas, ya han pasado, por lo que no se han producido daños, a excepción de los causados por las heladas a comienzos del año. Además de melocotones y nectarinas, los volúmenes de sandías y melones también parecen normales. Las uvas de mesa se están regando actualmente con agua de pozo.

De hecho, el año se ha caracterizado por una sobreproducción, como se puede comprobar por los bajos precios de todos los productos mayoristas.



La falta de lluvia es ciertamente preocupante, pues las cuencas hídricas naturales de agua no se están rellenando y los costes del riego pueden consumir los beneficios. Sin embargo, para hacer una evaluación de los daños, debemos esperar a que sean cuantificables. Mientras, siempre podría llover.

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