viernes, 29 de agosto de 2014

Kicillof desconoce lo que sucede en el campo



El ministro de Economía de Argentina, Axel Kicillof, se equivoca nuevamente sobre el diagnóstico de la economía Argentina, y muestra un  total desconocimiento de cómo funciona el campo moderno, principal motor de nuestro país.

El sector agropecuario atraviesa serias dificultades a raíz de una política económica sistemática que no le permitió aprovechar las oportunidades que posee en capital humano, incorporación de tecnología, recursos naturales disponibles y una demanda internacional sostenida para expandir la inversión y la oferta de alimentos de forma constante.

La insostenible presión impositiva que llega a niveles récord, los desincentivos para exportar por el cierre de las exportaciones, la inflación en crecimiento permanente, y la falta de institucionalidad e infraestructura dinamitan el  potencial de desarrollo que tiene el campo, tal como lo muestran proyecciones de la OECD, USDA y hasta el mismo Gobierno, a través del fallido PEA.

El ministro Kicillof debería informarse y reconocer que la política económica del Gobierno ha hecho estragos sobre el campo: la producción de leche se estancó a niveles de 1999, la producción de trigo cayó un 50% con 20 mil productores menos, las exportaciones de carne son las más bajas de los últimos 50 años con 30 mil productores ganaderos menos, además de 7 años de incumplimiento de la cuota Hilton.

En este 2014 continuamos con rutas y caminos intransitables, y una infraestructura vial subdesarrollada. Además hemos caído en una situación de elevada vulnerabilidad externa producto del derrumbe del superávit comercial y del bajo nivel de reservas internacionales a pesar de los más de 350 mil millones de dólares que el sector agropecuario aportó desde 2003 a la fecha.

Las repetidas declaraciones diarias de parte de altos funcionarios del Ejecutivo no hacen más que dejar expuesto ante la opinión pública un alarmante grado de desconocimiento sobre lo que sucede verdaderamente en la producción agropecuaria. Y por supuesto una grandísima soberbia que les impide asesorarse al momento de tomar decisiones.

La Argentina necesita de funcionarios idóneos, que fomenten el diálogo, que discutan y escuchen las voces de los que piensan distinto.

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