Su nombre es Cold Killer, fue desarrollado por Agroquímica del Maule, y acaba de obtener el premio a la categoría recursos naturales, en los Avonni 2013. El producto actúa a nivel intracelular y permite que la planta soporte -5 °C más del mínimo natural que resiste cada especie.
El descubrimiento fue totalmente casual. Inés Artozon, química farmacéutica investigadora de la empresa Agroquímica del Maule, había desarrollado un fertilizante foliar para cultivos agrícolas. Inés lo utilizaba en los huertos de su jardín, en Talca. Por esos días cayó una fuerte helada. Cuando salió a ver cómo estaban sus plantas, descubrió que mientras los cultivos de sus vecinos estaban dañados, sus frutas y hortalizas eran las únicas que permanecían intactas.
Pasada la sorpresa decidió iniciar una investigación y descubrieron que lo que las había salvado había sido el fertilizante aplicado sistemáticamente.
Vinieron más testeos en terreno, especialmente en la zona de Talca donde está la empresa, los que verificaron que la primera impresión era cierta. Tras una inversión de $85 millones, y cambios en aspectos, como el pH para asegurar el efecto del ingrediente activo, nació Cold Killer.
“Fue un descubrimiento bastante repentino que hoy se transforma en una solución para muchos agricultores, porque es bastante más económico que cualquier otro método”, comenta Rodrigo Miranda, gerente general de la empresa. Una botella de un litro cuesta $6.000 y se aplica el 1% del líquido cada 100 litros de agua.
“Es más barato que comprar un helicóptero o cualquier otro tipo de método”, agrega Miranda, quien asegura que el producto es capaz de reemplazar a las maquinarias porque actúa dentro de la planta, aumentando sus “defensas” y su capacidad de soportar el frío.
En el camino se sumó a la empresa el nieto de Inés -quien hoy tiene 90 años- Alejandro Christen, agrónomo de 30 años, quien comenzó a aprender sobre el producto directamente de su abuela. De hecho, su tesis para graduarse de ingeniero agrónomo la enfocó en Cold Killer. Durante esa investigación y observación en terreno logró la regulación del pH para que pudiera ser aplicado sin añadir complementos. Esto sin tocar el ingrediente activo que es “el secreto mejor guardado” de la empresa. Actualmente es el gerente de producción de AQM.
Lo innovador y el alto impacto del producto llevó a que recientemente ganara la categoría Recursos Naturales Arauco del Premio a la innovación Avonni 2013, justo en medio de una temporada golpeada por las heladas más dañinas de los últimos cuarenta años, que dejaron al sector agrícola con pérdidas por cerca de US$ 850 millones, según el Gobierno.
Hasta las heladas de septiembre, este producto pasaba casi inadvertido entre los agricultores. Pero después del “terremoto blanco” adquirió una nueva relevancia y junto al Ministerio de Agricultura e Indap acordaron iniciar una investigación de prueba para incorporar este químico en los programas de ayuda al agricultor mediano y pequeño.
Trabajo intracelular
El producto actúa a nivel intracelular en la planta. Al ser aplicado de manera sistémica genera un efecto acumulativo, lo que enfrentado a bajas de temperaturas retarda la formación de cristales de hielo dentro de la célula. Significa que la planta puede enfrentar sin problemas hasta -5 °C, desde la temperatura natural que resiste cada cultivo. Por ejemplo, si un cultivo soporta solo -3 °C, si tiene acumulado el fertilizante será capaz de aguantar -8 °C.
Está compuesto en base a oligoelementos, quelato de fierro, EDTA, ácido cítrico y un ingrediente activo -que insisten en guardar secreto- como base de la fórmula. Puede ser aplicado en cualquier tipo de cultivo agrícola, junto con otros agroquímicos y pesticidas, siempre y cuando no sean de acción alcalina o herbicidas.
“Por medio de los oligoelementos se liberan monómeros de glucosa dentro de la planta, logrando bajar el punto de congelación. Además, simultáneamente, el ingrediente activo genera un engrosamiento de la membrana celular, evitando así que los microcristales de hielo rompan la célula”, explican en la empresa.
Claro que no es llegar y aplicar, sino que se realiza en un ciclo de prevención y uno de mantención. El primero consiste en tres aplicaciones cada siete días, y el segundo se realiza cada diez o doce días, mientras persista el riesgo de heladas.
“De esta manera su actuación es sistémica, permitiendo llegar por medio de la traslocación a la totalidad de la planta en un período bastante reducido de cinco a siete días, que es lo que demora la metabolización (…). La alta eficiencia se logra por medio de una aplicación foliar a punto de goteo”, explica Miranda.
Se puede usar cualquier método de aplicación, como mochilas motorizadas, pulverizadores manuales, tractorizados, etc. Al ser un producto químico, no obstante, se deben tomar las medidas sanitarias que exige la norma, para evitar el contacto directo o la contaminación.
Otra de las características descubiertas sobre el producto es que deja traza cero en la cosecha, punto importante considerando las exigencias del mercado de exportación.
Actualmente, la empresa está trabajando en un relanzamiento para que el producto esté disponible en todo el país, ya que hasta ahora su cartera de clientes era más bien local. Asimismo, estudian la posibilidad de generar una licencia royalty para comercializarlo en Estados Unidos.
También los han contactado desde Francia y Nueva Zelandia, entre otros, para conocer detalles del producto.
El producto está compuesto de oligoelementos, quelato de hierro, ácido cítrico y un ingrediente activo sobre el que sus creadores no dan información.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.