jueves, 21 de noviembre de 2013

MÉXICO: Fracasa exportación de tuna a Estados Unidos

Fracasa exportación de tuna a Estados Unidos

Productor de tuna desde hace 20 años, pero con toda una vida dedicada al campo, Humberto Islas Samperio afirma que no fue negocio exportar a Estados Unidos 17.5 toneladas de tuna seleccionada, distribuidas en mil 56 cajas, a pedido de la empresa Tijuana Produce Tras concretar un primer y único envío, la negociación cayó y actualmente está suspendida. Aun cuando el mercado nacional padece las complicaciones del intermediarismo y el coyotaje, los prefiere sobre la experiencia de vender su producto en el extranjero.
Al menos ocho son los compradores que demandan en lo local la tuna cosechada por la empresa Ganadería y Agroproductos Tepotzotlán, de la cual está al frente Islas Samperio junto con sus dos hijos. Uno de ellos coloca el fruto en Walmart Jalisco y también lo exporta a Estados Unidos. Humberto sabe que su negocio es víctima de una mafia en el mercado nacional, donde el productor con poca infraestructura queda a merced del coyotaje, el robo en sus propias tierras y escasas ganancias.
La mala paga por un producto de alta calidad y el desperdicio en el proceso de selección son el resultado que dejó esta negociación concretada por el Consejo Coordinador Empresarial de Hidalgo (CCEH), a través del cuarto Encuentro de Negocios con el Mercado Hispano. Sedagro siguió la negociación La Secretaría de Desarrollo Agropecuario del gobierno estatal (Sedagro), fue la dependencia encargada de dar seguimiento al contacto establecido por el CCEH para que la negociación fuera concretada con éxito, según un convenio establecido entre ambas instancias.
Pascual Castrejón, de la empresa Tijuana Produce, realizó un recorrido durante abril a las huertas tuneras con extensión de 80 hectáreas del rancho de Tepotzo-tlán en Epazoyucan, las cuales son propiedad de don Humberto. Así surgió el interés por comprar tuna para ser distribuida en la central de abasto de Los Ángeles.
Sentado en su viejo despacho, con el característico olor añejo de los muebles recuerda que estaba renuente a la exportación; sin embargo su compromiso con Francisco Islas Pérez, director de vinculación empresarial de la Sedagro, lo convenció del trato. “El pago, se acuerda que yo se lo decía, esto lo hicimos por ti, palabra de honor (refirió a Francisco Islas, quien acompañó al productor al relatar la experiencia) porque estaba renuente, y que mandó el tráiler. Yo sé mi cuento y cómo fue: ‘no, que son personas muy honorables’, nos decían.” Por el kilogramo de tuna puesto en el extranjero para ser distribuido en la central de abasto de Los Ángeles les pagaron solo un peso con 90 centavos; mientras en el mercado nacional existen intermediarios que compran el producto a una tarifa superior a los tres pesos; 3.50 es la mejor paga que recibieron.
El hecho evidencia la poca rentabilidad de la negociación. En tanto, información de la dirección de vinculación empresarial de la Sedagro da cuenta que una pieza de tuna en el extranjero es vendida en un dólar; situación nada justa en consideración al pago ofrecido a los productores.
Los Castrejón “no cumplieron en pago ni en tiempo” Por si fuera poco los compradores, los hermanos Castrejón, son exigentes y una vez recibido el producto recortaron el pedido con el argumento que varias piezas no cumplían la calidad esperada. Así, relata el productor, al final del trato recibieron una paga irrisible a comparación del monto pactado inicialmente, 33 mil pesos para ser precisos.
Omitió la cantidad que recibió como pago, “ya no me acuerdo”, pero reprochó además que los compradores cubrieron el costo de la compra “cuando quisieron, muy mal, no cumplieron en pago ni en tiempo”. La negociación fue realizada sin contrato de por medio, confiando en la palabra de los Castrejón, “que eran personas de palabra, ahí está, chula la palabra, después de corneado apaleado”. Los Castrejón solicitaron más tuna, pero don Huberto fue claro en exigir un pago de 3.50 por kilo, desde entonces toda negociación se suspendió y mantendrá así, pues afirma el productor, “realmente no nos conviene. “Sí lo pagaron pero cuando se les pegó la gana, a su antojo, lo que quisieron y todavía hubo un correo que querían más”, apuntó.
Cuestionado acerca de un probable envío en el futuro, respondió: “yo creo que necesitan ponerse las pilas, en esas condiciones no nos conviene”. La poca rentabilidad de la transacción también quedó reflejada en el alto costo de la mano de obra para cortar la tuna requerida; 250 pesos por peón, más tres comidas y hospedaje, pues fue requerido personal especializado proveniente de Puebla, “aquí tenemos 20 personas trabajando”. Trasladar la tuna cortada a una desespinadora en unidades de carga, implica también un costo elevado para los productores.
Así, Islas Samperio se convenció una vez más que la transacción nada les convino, “no, no, no y nos dimos cuenta a tiempo”, subrayó al redundar sobre el fracaso del primer y único envío realizado. Persuadido de la calidad de su producto, exigió un mejor pago por la tuna cosechada tanto en el mercado nacional como extranjero, “voy a sacar 30 tunas seleccionadas, sí, ¿pero a cómo me las vas a pagar?”.
Mejor ni hablamos, porque no, no, no, no fue nada favorable para nosotros realmente, comenzando por el precio; la manera como ellos querían el producto, digo están pagando para hacer montones de tuna para tirarlo, ya no repelan el precio, sino todo lo que se perdió, hay montones por todos lados, te los enseño” Le seguimos por capricho, ¡palabra! Aunado a esta problemática, el encarecimiento de insumos como diésel, abono para mejorar la calidad de la tierra y la falta de infraestructura hacen de la producción de tuna en el rancho Tepotzotlán una labor complicada. “Ahorita ya más que todo es capricho, ¡palabra! Al principio yo lo veía mejor que ahora, la verdad, por el costo de los insumos y mano de obra; sube todo”, reprochó don Humberto, vestido a la usanza del campo.
La producción de este ciclo agrícola fue mala, apenas 20 mil cajas dejó la cosecha, cantidad escasa dado que en una buena temporada la cosecha alcanza 80 mil paquetes. Lamentablemente las heladas “tempraneras” y el hecho que el producto “no agarró precio” dejaron malos resultados, “ya para qué la juntábamos. Vamos a seguirle luchando y a jalones”, concluyó Humberto Islas Samperio.
Antes de producir tunas, el rancho Tepotzotlán fue una finca magueyera, pero con el paso del tiempo este producto perdió valor y obligó al cambio de vocación. Acostumbrado, relata la típica historia del campo: “nos acabaron, la industria pulquera se acabó, fue mucho del gobierno, le tiraron, no hubo ningún apoyo. Aquí era un negociazo, cuando estaban las minas se vendía pulque a raudales, principalmente en Mineral del Monte, ahí sí hubiera puesto un tubo”.
Recordó que en antaño las cosechas en el rancho de su propiedad “eran una chulada”, pero con el paso de los años el panorama cambió: llueve cada vez menos, las inclemencias del tiempo, los coyotes y el robo de mercancía son cosa diaria. “No, no, no, aquí estamos todos fregados, las inclemencias del tiempo, los coyotes, las cigarras, nos roban, se roban uno que otro viaje”, subrayó. Tras concretar un primer envío la negociación cayó y actualmente está suspendida. 

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