sábado, 7 de septiembre de 2013

Feedlot: Una evaluación económica regional


El margen bruto puede llegar a los $ 580 por cabeza. Son claves la compra de terneros y la nutrición.
En los últimos años el sistema de producción de carne en la Argentina se ha alejado cada vez más del tradicional pastoreo directo. Sin afirmar que la tendencia es irreversible, el engorde intensivo (feedlot) se ha instalado como una estrategia de producción válida en muchas partes del país y RíoNegro y Neuquén no escapan a esta realidad.
Son varios los factores que hacen que esta actividad sea vista como una alternativa tanto por propietarios de campos como por inversores: la zona es importadora de carne, hay disponibilidad de alimento, existe un alto consumo per cápita y es imposible ingresar carne con hueso desde el norte.
A fines del mes pasado el Proyecto de Desarrollo Pecuario y Comercial de Neuquén organizó el seminario sobre feedlot “Actualidad y perspectivas en Patagonia Norte”. En una de las charlas se abordó el tema del margen bruto en un feedlot con datos de la zona Patagonia Norte B y se presentaron los resultados del trabajo que viene realizando el EPDA – Observatorio Pecuario junto con varios técnicos del INTA en esta materia.
Mediante una simulación se pretendió estimar el resultado económico de dos modelos de producción, uno para 1.000 cabezas y otro para 500.
El ejercicio numérico se planteó con dos tipos de dieta, los cuales se definieron sobre la base “de los parámetros técnicos para alcanzar un engorde promedio diario de 1,2 kilos a lo largo de todo el ciclo”. De esta manera, la ración de la dieta 1 tiene un valor de $ 1.000 y la de la dieta 2, de $ 1.417. Esto es lo que cuesta alimentar un animal durante 120 días para llevarlo de un peso inicial de 180 kilos a 320 (para faena).
En las infografías se puede ver claramente cómo el margen bruto cambia de manera significativa dependiendo del tipo de nutrición (dieta) elegido. Esto evidencia la importancia que tiene el alimento en la estructura de costos. Tanto es así que en el caso de un modelo productivo de 1.000 vacunos el resultado neto puede caer de $ 580 a 146 (dieta 2) por cabeza.
Esta diferencia se acentúa notablemente cuando se trata de un modelo de 500 bovinos, dado que se puede pasar de un negocio rentable a directamente perder dinero. Esto muestra que contar con una fuente de alimento barato o propia puede convertirse en una ventaja comparativa para los establecimientos de la región.
Este ejemplo pone también de manifiesto la relevancia que adquiere la economía de escala en la sustentabilidad de una actividad primaria.
La importancia de la dieta
Dentro de la estructura de costos los de mayor relevancia son los variables (terneros, alimento, sanidad y flete), que llegan a representar el 89% de lo que cuesta engordar un animal.
De éstos, el 74% corresponde a materia prima –que son los terneros– y un 25%, al alimento. Consecuentemente, una mala gestión de compra de los animales o la falta de una adecuada nutrición pueden hacer fracasar un proyecto bien concebido.
Teniendo en cuenta que se trata de un negocio que consiste en transformar comida en carne de la manera más eficiente y rápida posible, una forma de generar más utilidad sería elevando el engorde diario (terminar más rápido el animal).
Un aspecto que el modelo presentado no contempla es la pérdida por desperdicio de alimento, que puede darse por una mala configuración de la dieta y un diseño ineficiente de los comederos, entre otros motivos. En virtud del peso que tiene sobre la ecuación final, debería ser un tema a seguir por cada productor en su establecimiento.
La mano de obra, el gasto de mantenimiento y mejoras y el gasto fijo de estructura (impuestos, seguros, combustibles, gastos de gerenciamiento, contador, servicios varios, etcétera) se clasifican como costos directos fijos.
Si bien una mejora en cualquiera de estos aspectos impacta de manera directa sobre el resultado económico de la empresa, no sería determinante ya que en ambos modelos no supera el 6% del costo total.
En cambio, el sistema de engorde en cuestión es muy sensible a las variaciones de algunas variables identificadas como claves: el precio de compra y de venta del ternero terminado, el peso de entrada y salida, el costo de la ración y la eficiencia de conversión (lograr un buen engorde).
A modo de ejemplo, si el precio de venta sube un 10%, el resultado por cabeza casi llega a cuadruplicarse en el caso de 1.000 cabezas bajo la dieta 2. Claro que un movimiento en el precio de la misma magnitud pero en sentido contrario provocaría que se pierda dinero en tres de los casos presentados.
Si el parámetro que se modificara fuera el peso final –sube de 320 a 340 kilos–, el efecto sobre la utilidad por cabeza es menor que en el caso del precio de venta. Sin embargo, serviría para que un feedlot de 500 bovinos alimentados con la dieta 2 arrojara un beneficio de $ 170,5 por cabeza.
Parametrización
Como principales supuestos del modelo se definieron:
• Peso de entrada y de salida de 180 y 320 kilos respectivamente
• Mortandad del 2%
• Aumento diario de peso de 1,2 kilos a lo largo de todo el ciclo
• Consumo voluntario del 3% peso vivo
• Factor de conversión alimenticia promedio de 6,5 kilos
• Ciclo de engorde promedio de 120 días
• Precio compra de ternero de 19 $/kilo y precio de venta de 18 $/kilo.

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