Entre los efectos que esto genera está el aumentar en forma ficticia el volumen de vino vinífero, reduciendo su precio y el de las uvas que lo originan. Además, se incurre en un engaño al consumidor. | ||
Evitar el fraude en los etiquetados de los vinos es la misión en la que se encuentran trabajando la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), el Servicio Agrícola Ganadero (SAG) y la Contraloría.
Según explicó el líder del gremio agrícola, Patricio Crespo, hay dos tipos de vinos, los hecho con uva vinífera y uvas de mesa: "Muchas veces se hace fraude con eso, hay gente que compra uva de mesa, la hacen vino y en vez de rotularlo como vino de mesa le ponen cabernet u otro. Eso es una trampa y pueden ser muchos litros (involucrados)", asegura.
El jefe de viñas y vinos de la división de protección agrícola y forestal del SAG, Joaquín Almarza, señala que el eventual uso de uva de mesa como vinífera, sin etiquetarlo como corresponde, hace aumentar en forma ficticia el volumen de vino vinífero, reduciendo entonces su precio y el de las uvas que lo originan.
"Adicionalmente se estaría engañando al consumidor, vendiéndole un vino con cepa conocida, pero entregando un vino de mesa, que es como debe etiquetarse el vino originado en uvas de mesa", explica.
Añade que las prácticas que se aparten de la legislación vitivinícola son sancionadas con multas que pueden llegar a $ 6.079.200 y en caso de reincidencia, el monto de la multa asciende a $12.158.400, pudiendo llegar incluso hasta la clausura de la bodega.
Almarza asegura que el SAG ha venido desarrollando durante los últimos años específicamente, operativos de vendimia de uva de mesa, cuya finalidad es controlar y fiscalizar la elaboración, producción y movimiento de vinos de mesa en las distintas regiones vitivinícolas del país para verificar el cumplimiento normativo de la producción de vinos de mesa.
¿Cómo mejorar la vigilancia?
Sin embargo, Crespo asegura que para que el SAG pueda llevar a cabo de la mejor forma posible este trabajo se necesita de mayores recursos. "El problema es que le van agregando cosas al SAG pero no van acompañadas de los recursos y profesionalización correspondiente. No se hace un adecuado seguimiento. Para que un inspector haga su trabajo con agrado y esté empoderado tiene que estar bien remunerado y que tenga un rol claro y definido", dice.
Y agrega: "El problema es que no se hace la pega, no se controla el traslado de uva, no se hace el seguimiento que corresponde. Hay que cambiar la estrategia, ella estaba concebida para un escenario, pero este cambió y queremos ayudar a cambiar la estrategia. Por ejemplo, que se controle a las entradas de las bodegas donde se sabe que se hacen estos trabajos y después velar que esa uva que entró como uva de mesa y que se vinificó, termine en una botella que diga vino de uva de mesa", señala.
Según el SAG, este año las fiscalizaciones realizadas mediante el operativo de vendimia aumentaron un 95% respecto al número de bodegas fiscalizadas en el operativo 2012, y se extendió desde la región de Coquimbo al Biobío.
Almarza afirma que en el último operativo de vendimia de uva de mesa, se realizaron 181 fiscalizaciones a bodegas, se detectaron 27 incumplimientos a la ley de alcoholes y solo uno corresponde al uso indebido de uva de mesa registrado como genérico.
Este año, el número de fiscalizaciones aumentó en 95%.
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