jueves, 5 de septiembre de 2013

“El precio del poder es la responsabilidad”



“A quienes no asumimos nuestras responsabilidades, la Argentina nos escribe unos guiones de víctima maravillosos, como para ganar un Oscar”. La frase fue pronunciada por Andy Freire, Presidente de la Fundación Endeavor y cofundador de Officenet, Restorando y Quásar Venturesdurante una conferencia ofrecida en el XX Congreso Nacional CREA que, con unos 5000 asistentes, se está desarrollando hasta el viernes 6 en la ciudad de Córdoba.
El conferencista (que fue nombrado uno de los 100 líderes globales por el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza), brindó cinco claves para poder llevar a cabo un emprendimiento exitoso:
1. Pensar en términos de abundancia y no de escasez. La manera en que pensamos define el resultado que logramos. El disertante recordó un ejercicio de negociación al que asistió en la Universidad de Harvard, donde la mitad de los participantes hacían de vendedores y la otra mitad de compradores. Antes del ejercicio, se les preguntó si querían fijarse metas previas. Algunos aceptaron y las escribieron. Otros no. Resultado: aquellos que se fijaron objetivos claros, tuvieron un porcentaje de éxito 50% superior al resto. “Pero lo más llamativo fue que quienes se fijaron objetivos grandes, importantes, obtuvieron mucho más que los que establecieron metas pequeñas. Hay que pensar en grande. Eso no significa que uno logre lo que se propone; pero si se piensa con mentalidad de escasez, es seguro que la meta no se logrará”.
2. ¿Inocente o poderoso? El disertante planteó la siguiente situación imaginaria. En una gran ciudad se realiza un encuentro de trabajo. Los participantes están citados a las 9. Algunos llegan tarde. Cuando se les pregunta qué les pasó, la mayoría le echa la culpa al tránsito, cuando en realidad, la hora de llegada responde a una ecuación matemática de dos términos: el tránsito y la hora de partida. Los que hablan del tránsito, hablan en tercera persona. Deslindan su responsabilidad. El problema está afuera de ellos. Los que hablan del horario de salida, en cambio, cobran poder. Son artífices de su vida. “Cuando uno culpa al entorno, pasa a ser inocente, pero el resultado es la impotencia. En cambio, los que se involucran tienen poder. El precio del poder es la responsabilidad, es decir, la habilidad para responder a los desafíos”, comentó Freire.
3. Héroes vs. Equipos. “Conocí a varios grandes héroes del mundo de la tecnología, como Bill Gates. Pero hubo algo que siempre me llamó mucho la atención: detrás de estos héroes, siempre había equipos impresionantes”, dijo el disertante. Y puso el siguiente ejemplo futbolístico. ¿Cómo se define en fútbol el éxito de un arquero o defensor? Por la ausencia de goles. ¿Cómo se define el éxito de un delantero? Por los goles que hace. “¿Cuál es el mejor resultado para un delantero: perder 5 a 4, empatar 0 a 0 o ganar 2 a 1? Cualquier respuesta que no sea la última, es errónea. La optimización del logro individual lleva a la estupidez colectiva. Un emprendedor tiene que pensar cómo hacer sacrificios individuales para obtener resultados mejores para todos”.
4. Ideas versus implementaciones. “Cuando se me acercan emprendedores a decirme que tienen una idea genial, lo primero que les pregunto es cómo van a hacer para implementar esa idea mejor que los demás. Porque la idea en sí misma no vale nada; lo valioso es la capacidad de implementarla”, explicó. “Hay que dejar de pensar ideas brillantes; la clave está en tomar viejas ideas y pensar cómo implementarlas mejor que los demás. Así surgió Officenet, un emprendimiento que factura más de cien millones de dólares anuales, y que no tiene nada mágico. Consiste simplemente en entregar resmas y artículos de papelería a domicilio”.
5. Aprendiz versus sabelotodo. Hay personas que siempre están en su zona de confort. Es decir, hacen aquello que hacen bien y en lo que se sienten seguras. En el extremo opuesto, hay una zona que se conoce como “zona de pánico”. Una zona donde nadie tiene respuestas y resulta muy desagradable. Y en el medio, está la llamada “zona de tensión”, donde uno no está del todo cómodo pero tampoco es tan terrible.
“Quienes se definen como aprendices están siempre en su zona de tensión. No tienen problemas en declararse ignorantes”, dijo Freire. “En cambio, los sabelotodos, los que siempre tienen respuestas, de la zona de confort pasan a la zona de pánico. A muchos de nosotros, en las organizaciones, se nos valora por lo que sabemos. Eso es un error. Lo importante es qué tan comprometida está la persona a declararse ignorante y a aprender”. 

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