sábado, 29 de junio de 2013

Trigo: un hongo ahora manda más que Moreno

Ya dejó de ser un pronóstico agorero, pura mala onda o una especulación tirada de los pelos. Que camiones cargados con trigo uruguayo traspasen la frontera ya es visto como una solución al faltante de harina para una buena parte de la molinería. Y no piensan directamente en traer barcos por la simple razón que ni nuestros puertos, ni el país, fueron diseñados para importar grano, sino para exportarlo. Esta imposibilidad logística marca una medida del dislate que se vive. ¿Accederá entonces el Gobierno a tragarse el sapo y abrir las importaciones de trigo?
Cuando faltan pocos meses para las elecciones legislativas sólo una crisis de desabastecimiento en las panaderías lo empujaría a tomar esta decisión. El costo político a pagar podría ser equivalente al desgaste que sufrió en el largo enfrentamiento con el campo por la resolución 125. ¿Dónde quedarían los argumentos y las políticas de la seguridad alimentaria por las que el Gobierno viene interviniendo el mercado de trigo desde hace seis años? A la peor área sembrada de los últimos 100 años se suma ahora lo que el dirigente panadero Gerardo Di Cosco definió como “una situación que nunca vivió nuestra industria”, y la posibilidad de despedir o suspender personal.
De todas formas, el Gobierno ya estaría pagando el costo social con una caída del consumo en las panaderías que va del 10 al 20% según los que se comenta en el Centro de Industriales Panaderos de Buenos Aires.
Los 20 pesos a los que se fue el pan en los últimos días, la bolsa de 50 kilos de harina que trepó a 270 pesos, después de estar en diciembre del año pasado a 90 pesos y la cotización del trigo disponible, que hacía un mes rondaba los 300 dólares y que la semana pasada llegó hasta los 518 dólares no se explica por los números de stock oficiales. Hay un problema de olfato que los contradice. Esta semana, en una reunión de acopiadores en la que puntearon por enésima vez las toneladas producidas, las exportadas, las utilizadas para semilla y el consumo de la molienda en lo que va del año, se concluyó que el saldo debería ser de 3 millones de toneladas de trigo. Por lo que a priori no debería haber problemas de transitar los próximos cinco meses con un ritmo mensual de consumo interno de 400.000 toneladas. Y sobraría un millón de toneladas. “Sí, las cuentas dicen eso, pero no existe esa cantidad de trigo. No ves esa cantidad de trigo en el campo, ni en los acopios, ni en la exportación”, no tenían problema en afirmar estos veteranos con varias campañas encima. Sobre esto hay quienes no dejan de especular sobre la cantidad de toneladas que se podrían haber contrabandeado.
Lo cierto es que los molineros trabajan en un escenario de escasez donde no sobra nada. “La mayoría de los molinos no tiene trigo. Compran algo, muelen y vuelven a parar. Así funciona hoy la industria. En plena cosecha no pudieron acopiar los trigos de calidad o correctores que les permitía durante el resto del año comprar los de inferior calidad para ir mezclándolos”. Esto explica el drástico cambio de fuerzas en la negociación comercial: hoy el que fija las condiciones ya no es más el comprador sino el que tiene el trigo.
La diferencia entre el optimismo de la aritmética, que con un saldo de 3 millones de toneladas de trigo no observa problemas para el consumo interno, y el olfato de los operadores que no creen que el trigo alcance hasta la próxima campaña, se encuentra en un dato que nadie maneja. La cantidad de trigo afectado por fusarium, por encima del 3% de tolerancia, es un misterio. A diferencia de Francia, la encuesta de calidad se realiza al final de la campaña de comercialización.
Por el hongo de la fusariosis cae el peso hectolítrico disminuyendo el rendimiento harinero y afectando el olor y el color de las harinas hacia un amarillento grisáceo. El peor de los mundos de la fusariosis es cuando se encuentran toxinas que inhabilitan al trigo para cualquier destino.
Los apocalípticos extremos llegan a pensar que con las condiciones de humedad de la última campaña el 20% del trigo, es decir 1,8 millones de toneladas, estaría afuera de estándar. Esta hipótesis extrema estaría avalada por el desastre de calidad que sufrieron en especial los trigos entrerrianos y la mayoría de los lotes de la zona núcleo. De confirmarse esta especulación no quedaría otra que importar.
Ante el nerviosismo que provocó la escasez del cereal, el Gobierno saca a relucir los reflejos de siempre. Molesto por el estado público que tomó la protesta de los panaderos rosarinos que dejaron de comprar harina por cuatro días, el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, agregó una mayor dosis de voluntarismo a su gestión.
A Diego Cifarelli, presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (Faim) le dictó por celular instrucciones tan precisas como la escueta y contundente “solucionen esto”.
Además firmó otro de esos acuerdos que a poco de recorrer el camino se vuelven impracticables: saldrá a la venta el pan felipe, hasta 6 piezas, a 10 pesos el kilo. Con el actual valor de la harina es imposible sacar un pan a menos de 14 pesos. Como en otros acuerdos de este tipo, las cantidades del felipe a 10 pesos no están consignadas en ningún lugar.
El ministro de Agricultura, Norberto Yauhar tampoco se quedó atrás. Anunció un monto de 84 millones de pesos para financiar la siembra. La medida tiene gusto a poco y llega tarde.
Mientras tanto el trigo se convirtió en una película de suspenso con un capitulo final que todos desconocen.

  • RESUMEN
    16 Millones de t
    De maíz de la campaña 2013-2014 es el cupo que liberó el Gobierno para la exportación.


  • LA FRASE
    Eduardo Buzzi / Presidente FAA
    “El precio del pan y la harina demuestranel fracasode la política K”

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