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sábado, 22 de septiembre de 2012
El “cultivo” de tilapia llegó a nuestra región y ahora busca ganar mercado (La Plata)
Experiencia precursora en Colonia Urquiza. Se trata de un pez de carne blanca, sin olor y sabor muy suave. En muchos países tiene gran aceptación.
En medio de un paisaje de quintas de flores y hortalizas existe un invernadero distinto, donde el cultivo no es de plantas sino de peces. Es el primero que se construyó en la Región y el fin es absolutamente solidario, ayudar a la Emmanuel que desde 1987 a esta parte promueve el derecho de todos los niños y niñas a vivir en familia. Tilapia. Así se llama la especie que Luis María Nicora -de 71 años y fundador de la entidad benéfica- se propuso cultivar con la colaboración de un grupo de ocho amigos que, bajo el anonimato, buscan obtener a fin de este año la primera cosecha para colocar en el local y lograr fondos que serán destinados íntegramente a la fundación.
Más allá del fin benéfico de esta , la Región se encuentra quizás ante un emprendimiento histórico, como sucedió a fines de la década del 80 cuando empezó el cultivo de kiwi en la de Bavio y que hoy permite exportar a países europeos.
Tilapia, de eso trata. Un pez de carne blanca, inoloro y sabor muy suave, que ha ganado importantes espacios en el mercado de consumo a nivel internacional y cada vez tiene más aceptación en países de toda América. En Argentina se está insertando de a poco pero a paso firme.
“Puede haber una perfumería al lado de una pescadería que tenga tilapia y el olor del pescado no va a interrumpir la actividad del local de perfumes. El gusto de su carne blanca también es muy liviano y por eso hay gente que la consume a pesar de que no le gusta otras especies”, expresó Luis María Nicora, socio fundador de Emmanuel, quien se especializó sobre el cultivo de tilapia en la Escuela del Productor Acuícola que funciona en San Vicente, provincia de Buenos Aires.
En el invernadero que Nicora posee en Colonia Urquiza, en la zona de 186 y 474, se montó a pulmón y con enorme esfuerzo la infraestructura necesaria para el cultipo de la especie. En la Región son precursores y ya han realizado ensayos, aunque todavía no lograron una cosecha de todo adecuada para la comercialización, objetivo que el grupo de emprendedores se trazó para fin de año.
En seis tanques australianos aislados con espuma de poliuretano y a una temperatura del agua que ronda entre los 28 y 29 grados -lo que se aconseja para la siembra de la tilapia-, más otras piscinas chicas y sistemas de óxigeno y filtros para que el agua permanezca sin contaminación, crecen los ejemplares que para llegar al plato de los consumidores tienen que alcanzar un peso de entre medio kilo y 700 gramos.
“En la Provincia uno de los pioneros es Eduardo Catania, director de la escuela de Acuicultura”, apuntó Nicora, y añadió que “en condiciones propicias el tamaño ideal de estos peces se alcanza entre los seis y los ocho meses. Se lo puede comer de distintas formas porque posee la ventaja de ser de carne suave, más que el cazón o la merluza que son especies populares en nuestro país”.
Adaptarse a las condiciones
En una piscina, separados del resto, se encuentran los parentales, la proporción es de dos machos cada cuatro hembras y están en otro lugar porque así resulta más sencillo mantenerlos en condiciones ideales para la reproducción, explicó Nicora.
En algunos países como Brasil el cultivo y la cosecha de estos peces se realiza en jaulas, en aguas templadas y hábitat naturales, pero “acá debemos adaptarnos a las condiciones que podemos generar, incluso buscando el ahorro de energía eléctrica, conservando el agua sin contaminación y las calorías necesarias para lograr una cosecha que nos permita llegar a la comercialización”, subrayó.
Contó que “armamos todo de a poco, a pulmón. Los tanques vinieron de otro lado, hubo donaciones, de piscinas y minipiscinas, calentadores y muchos elementos como las calderas y equipos de bombeo que se usan para que las condiciones de cultivo y cosecha de la especie se acerquen a las ideales”. En esa dirección, Nicora sostuvo: “los peces nacen en piscinas chicas y luegos se los va trasladando primero a piletones y luego a los tanques australianos para que adquieran el tamaño ideal de consumo”.
Diariamente los voluntarios deben sacar algas, desechos de alimentos y peces muertos; mantener el amoníaco natural, se utilizan oxígeno que se genera con motor, filtros biológicos para purificar el agua y poder devolverla a los tanques en buenas condiciones.
La producción
En el invernadero de Colonia Urquiza ya se ha logrado alguna producción pero solamente fue utilizada como prueba. Los emprendedores ya han consumido la tilapia local y aseguran que no tiene nada que envidiarle a la que se cosecha en otros puntos del país.
Nicora señaló: “la cosecha se fue dando de a poquito y por eso solamente llegó a amigos que la consumieron y aprobaron. Sabemos que acá en cada tanque de 40 mil litros de agua podemos tener hasta cinco mil ejemplares del tamaño ideal. El objetivo que nos trazamos es una cosecha de 500 kilos de pescado para fin de año, aunque después y de acuerdo a nuestras instalaciones, se pueden ir sacando tandas de ese kilaje hasta llegar a los 1.500 kilos mensuales. Para la mantención no hace falta mucha mano de obra, con dos personas alcanza”.
En cuanto a precios, se supo que en las pescaderías del país que trabajan la tilapia el kilo cuesta entre $25 y $30, en la línea con el cazón y la merluza, las especies más comercializadas.
La tilapia consume alimento balanceado natural el 100 por ciento y en el mercado puede conseguirse al macho vivo en $60 aproximadamente.
“Queremos ayudar a la Fundación Emmanuel, muchos chicos necesitan de esa ayuda. Y encontramos algo novedoso a lo que apostamos, porque creemos que va a dar sus frutos. Solo falta que la gente comience a consumir tilapia”, concluyó en tono alegre y esperanzador el acuicultor Nicora.
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