viernes, 28 de septiembre de 2012


¿y el paraguas?

Agosto puso de manifiesto cómo una misma realidad tiene lecturas varias y que, como todo es relativo, su interpretación estará marcada según el lugar en que esté situado el observador. El mes pasado fue el más lluvioso del último siglo. Un buen augurio para aquellos productores que recibieron en la medida justa el agua para el trigo y el maíz, una pesadilla para aquellos de las zonas bajas que resultaron anegadas y que directamente no podrán sembrar sobre todo teniendo en cuenta que se estima recibirán nuevas lluvias durante octubre.
Para las zonas bendecidas, el agua deja un terreno óptimo para el cultivo de maíz. Según el informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, éste “podría alcanzar un potencial de rinde histórico. En la contrapartida, hay zonas afectadas que no podrán ser sembradas en el corto plazo y serán susceptibles a problemas por posibles excesos hídricos”.   Así es que mientras la proyección de siembra se verá reducida un 10% en la campaña 2012/2013 con respecto a su predecesora, los rindes en las zonas que apostarían a él elevarían la producción nacional de 19 millones de toneladas a más de 21 millones.
“Se privilegia el retorno por peso invertido, por lo cual la opción de la oleaginosa sigue prevaleciendo. El escenario hídrico es notablemente favorable para el cultivo de maíz y contrasta con el año pasado a pesar de los graves problemas de anegamientos en Buenos Aires”, informa la BCR.

También para el trigo hay una buena situación predominante. “El trigo tiene en estas circunstancias posibilidades de alcanzar niveles de rindes nacionales en torno a los 30 qq/ha, porque empieza a transitar con holgura las etapas claves para la definición. Lo malo, es que hay un potencial de pérdida de superficie productiva, que podría oscilar entre las 150 y 250 mil has, y habrá que seguir con mucho cuidado cómo evoluciona esta delicada situación que afecta principalmente a la provincia de Buenos Aires.” 
Esta misma escena plantea limitantes claros para los productores bonaerenses de las zonas más bajas. Los mismos que sufrieron hace tan sólo unos meses una profunda sequía. La situación para ellos es delicada en extremo, sobre todo si se tiene en cuenta que aún esperan respuestas de parte del Estado sobre el impacto que dejó el fenómeno anterior.
De hecho ayer, la Comisión Nacional de Emergencia Agropecuaria logró reunirse después de muchos meses (desde que trataran los temas de la sequía). Lo curioso es que esos temas siguen sobre la mesa, aun cuando el agua doblegó el impacto sobre estos productores. “La reunión de ayer no arrojó resultados”, responde en seguida el Vicepresidente Primero de la FAA, Julio Currás cuando lo consultamos al respecto. “Quedó en sesión permanente y volveremos a reunirnos la próxima semana”, dice y agrega que tal situación se dio porque el Estado no llegó a reunir la documentación de relevamiento necesaria para evaluar el escenario. “Aun estamos tratando la emergencia por sequía, cuando ya tenemos pedida la emergencia por inundaciones. Para los productores, los tiempos ya están más que vencidos. Entendemos que esto tiene que ver con las expectativas recaudatorias que tiene Nación con respecto a las provincias y que, si se da la emergencia es dinero que no ingresaría”.
Muy gráficamente, define Currás: “La emergencia agropecuaria es el paraguas protector legal que se establece para los productores en estos casos”. Un paraguas que no llega a cumplir su función porque se abre cuando el sol sale y se cierra cuando el agua cae… un paraguas cuya función no es evitar la lluvia sino repararse de ella. Si se utilizara como se debe, los buenos rindes estarían más basados en la confianza que librados exclusivamente a la altitud que le toca en suerte al terreno.
agro-noticias.com

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