sábado, 25 de septiembre de 2010

Lecheria

 

 

 

 

 

El bienestar animal apunta a lograr una mayor producción, planteos sustentables y satisfacer la demanda de los consumidores; la lechería busca hacer punta.


PUNTA DEL ESTE.- Como una ola que avanza con una fuerza indomable, el bienestar animal se va instalando como un tema ineludible para la producción. Ineludible por ventajas que puedan redundar en una mayor producción, pero también por la oportunidad de "conquistar" a consumidores cada vez más exigentes en cuanto a cómo se producen los alimentos y su impacto ambiental. De hecho, lo que comenzó como una tendencia en Europa a partir de consumidores preocupados por las condiciones de confinamiento de aves y cerdos fue saltando a otros rubros y desembarcó en la ganadería de carne y leche. Precisamente, a fines de la década pasada, en la Unión Europea surgió la normativa 98/58/CE para la protección de los animales y se establecieron reglas basadas en las "cinco libertades" de los animales, resumidas en líneas generales en "libres de sed, hambre y desnutrición; libres de incomodidad; libres de dolor, heridas y enfermedades; libres de miedo y angustia y libres para desarrollar su comportamiento". El bienestar animal apunta al confort en todos esos aspectos y es un tema que va ganando terreno. Nueva Zelanda, referente en producción lechera, ya estableció un código de bienestar animal con normas mínimas, y en los Estados Unidos existen iniciativas destinadas a verificar el bienestar animal en los tambos, como el National Dairy Farm Program. "El bienestar animal es un tema que hace 5 o 10 años parecía muy lejano, pero está entre nosotros. Y no tiene que ver sólo con algo productivo, sino con la confianza de quienes adquieren los productos", expresó Alejandro Sammartino, director de Infortambo. "Esta cuestión hay que pensarla en cómo impacta en la estrategia de cada una de nuestras empresas", agregó Oscar González, de Boehringer Ingelheim.
Por lo que se observó la semana pasada en el 1° Simposio Regional Pro Leche de Bienestar Animal, organizado por Pro Leche, que cumplió 15 años e integran DeLaval, Boehringer Ingelheim, Gepsa y Reproductores, en esta ciudad uruguaya, la lechería está tomando la delantera en este tema. De algún modo, esta cuestión se suma y entrelaza con otras como la nutrición, la sanidad y la reproducción.
Pero ¿cómo se puede aplicar el bienestar animal en los tambos?; ¿cuáles son sus ventajas?; ¿cómo va a influir en el vínculo con los consumidores? En el simposio, muchos conceptos de bienestar animal giraron en torno de tambos estabulados con confinamiento de los animales. No obstante, muchos conceptos igualmente son aplicables a tambos menos intensivos.
Para mostrar un caso que atiende el bienestar animal, se visitó el complejo Farolur SA, perteneciente al empresario Juan Carlos López Mena [propietario de Buquebus], que posee un establecimiento con confinamiento total y 738 vacas en ordeñe [el proyecto apunta a un total de 2300 vacas en ordeñe] con una producción de 28 litros por vaca por día.
Allí hay 3 galpones de estabulación para 330 vacas cada uno, galpones de maternidad y crianza automática y un rotativo interno de 24 unidades de ordeñe.
Uno de los temas sobre los que más foco se hizo en el simposio fue evitar situaciones de estrés por frío o calor. Sobre este punto, Xavier Manteca Vilanova, profesor de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autónoma de Barcelona, dijo que las vacas de alta producción son las más sensibles al estrés por calor. En rigor, a medida que producen más leche la producción de calor se incrementa. A modo de ejemplo, una vaca que produce 30 litros de leche por día genera 50% más de calor que una vaca seca.
Para Manteca Vilanova, una forma de diagnosticar el estrés calórico es ver la temperatura y la humedad. De hecho, se elaboró un índice ITH (índice temperatura humedad) que sirve para ese fin. Cuando se supera el valor de 72, en una escala hasta 100, hay probabilidades de estrés. Otras alternativas para diagnosticar el estrés son observar la temperatura rectal y la frecuencia respiratoria. Cuando se superan las 83 respiraciones por minuto el animal siente estrés.
Marcelo Catalá, gerente de Grandes Proyectos de DeLaval, agregó más precisiones. "Podemos decir que en vacas lecheras de producción media el estrés calórico comienza a los 20/22°", dijo. Con 23 grados y 70 por ciento de humedad ya empieza a haber un estrés suave.
Para calcular el impacto del estrés, según Catalá, en los Estados Unidos, en regiones muy calurosa como Texas o húmedas como Florida, por el estrés térmico se han estimado pérdidas de 300 a 400 dólares por vaca por año. Según Manteca Vilanova, por cada unidad de ITH por encima de 72 la producción baja 0,2 kilos por día.
La pérdida de producción de leche es sólo uno de los efectos que produce el estrés, ya que también puede haber problemas reproductivos.
¿Qué hacer entonces? Según Catalá, en términos generales para reducir el estrés calórico hay que lograr que las vacas tengan fácil acceso a agua de bebida fresca y de buena calidad. Es importante que los bebederos estén limpios y se renueve el agua. También es clave que en el diseño de los bebederos se logre un buen acceso por parte de los animales. Para recordar, una reducción del consumo de agua del 40% puede hacer bajar 25% la producción.
Las vacas también deben tener fácil acceso a alimentos de buena calidad, superficie sombreada y buena ventilación. El estrés también se puede combatir con salas de ordeñe abiertas con ventiladores y en los corrales de espera, por ejemplo.
En el establecimiento de López Mena se pusieron ventiladores, hay chapas laterales en los galpones para evitar el ingreso de sol por la tarde. Además, hay 12 bebederos por galpón con un sistema de volcado de agua para facilitar su limpieza. En la pista de alimentación se calculó, para que cada animal coma tranquilo, 75 centímetros por vaca de frente de comedero.
Herramientas
También se pusieron cepillos rascadores para las vacas, lo que contribuye a la relajación, a fortalecer defensas y a que haya menos incidencia de mastitis. Hay pisos y camas de goma individual en el galpón estabulado, un sistema de lavado de pisos por inundación y hasta se contempló un espacio amplio para los terneros de la estación crianza. Se incorporaron además alimentadores automáticos que en la medida en que el animal come más balanceado disminuye la leche. También hay un corral con sistema automático de lavado de ubres y sombra.
Para Mario Sirvén, un asesor que trabaja en bienestar animal en la Argentina, hay que capacitar al personal para que adquiera prácticas de manejo del bienestar animal. Para ello, es importante el trato que se les da a los animales.
"En muchos lugares se sigue con el rebenque para hacer entrar a la vaca a la sala de ordeñe", indicó.
El estrés no sólo puede ser calórico, sino por mal trato, poco confort y falta de rutina de ordeñe adecuada.
Para Sirvén, el estrés trae problemas para la bajada de la leche, caída del consumo de alimento y producción y menor performance productiva, lo que hace que cueste más preñar la vaca.
Sirvén asesoró un tambo de 2000 litros diarios que no tenía una rutina definida, no respetaba tiempos fisiológicos de baja de la leche y la manera de desplazarse del personal asustaba a los animales. Implementó cambios y una rutina que permitió que al día siguiente las vacas entregaran 400 litros más de leche.

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