jueves, 3 de julio de 2014

Temen perder su trabajo si trasladan una avícola de Maipú


El conflicto generado por la actividad de la avícola Brugnoli, en el distrito de Luzuriaga, que es el origen de una invasión de moscas en la zona, mantiene su nivel de tensión y no se sabe cómo concluirá.
Como se ha informado en otras oportunidades, los vecinos de los barrios aledaños sostienen que la vida cotidiana se ha alterado por la existencia de colonias de moscas que se originan por la actividad en la productora de huevos, radicada en el lugar hace 40 años.
La Municipalidad de Maipú ha emplazado a la empresa a trasladarse a una nueva ubicación, en cumplimiento de leyes ambientales provinciales, ordenanzas propias y la ley del suelo.
Si bien los decretos que ordenan ese traslado están apelados por los empresarios del ramo, la fecha de cierre de la planta tiene como plazo máximo el 17 de agosto próximo.
Ayer se produjo una nueva instancia en el largo proceso, al realizarse una protesta de los empleados de la planta industrial frente a la Municipalidad de Maipú, ante el temor de que el cierre de la planta los deje sin trabajo.
Marcelo Comisso, empleado de la sección empaque, sostuvo: “Las razones para expresarnos como lo hicimos, se deben a que podemos perder la fuente laboral y por eso apoyamos a la empresa. Somos de la idea de que se ayude (a los dueños) en el traslado porque las instalaciones son muy grandes y no es nada fácil salir del lugar”.
Los operarios y sus familiares exhibieron pancartas frente a la comuna en las que pedían al intendente Alejandro Bermejo que no los dejaran sin su fuente de ingresos.
Sin embargo, la delegación en protesta no fue recibida por las autoridades (ayer, el jefe comunal se encontraba en Buenos Aires), y a cambio recibieron la promesa de ser atendidos mañana, pero sólo al grupo de 9 a 10 personas que el municipio considera como empleados efectivos. El resto, dicen en la comuna, fueron tomados a través de cooperativas de trabajo.
La posición del municipio sobre el problema de fondo fue resumida por la asesora legal María Gabriela Nento y del ingeniero Luis Lucero, asesor técnico ambiental del municipio.
Estos funcionarios explicaron que la actividad de la avícola, por ser eminentemente rural, entró en incompatibilidad con la población que vive en las cercanías de la planta, y que son por los menos 8 barrios, siendo el Kobe el más cercano a la firma en cuestión.
Los asesores exhibieron la documentación por la que se dispuso el retiro de las naves de la industria y la baja de la actividad en la actual radicación de Hipólito Yrigoyen al 700, en especial el decreto municipal 134 que determina el traslado definitivo de las instalaciones en un plazo de 6 meses, a partir del 17 de febrero pasado.
El decreto en cuestión ha sido apelado por el grupo empresario, pero para la Municipalidad la decisión es irreversible y la firma se tendrá que ir del lugar “porque no hay forma de hacer compatible su labor con la residencia de los numerosos conglomerados urbanos que la rodean”.
Se consultó a Nento y a Lucero si la preeminencia en el tiempo, cuando no había barrios en derredor, tiene algún valor. En opinión de los 2 asesores, el surgimiento de leyes ambientales a partir de los 80 y la instrumentación de la Ley de Ordenamiento Territorial (ley del suelo), determinaron la necesidad de legislar en favor de los derechos de los habitantes, declarando al área como zona de emergencia sanitaria ambiental.
Tanto Nento como Lucero afirmaron que se podría haber dado más plazos para la erradicación, pero acusaron a los Brugnoli de negarse sistemáticamente a explicar cómo harían la operación de traslado. Inclusive afirmaron que aunque los industriales sanearan completamente la actividad, ya no podría estar donde se ubica por las normas en vigencia.
“Además, cuando les pedimos que no llenaran con animales 2 naves que estaban desocupadas, para favorecer el traslado, hicieron caso omiso y procedieron a ocuparlas”.
Hablando en nombre del creador de la firma, Sigfrido Hualpa Brugnoli, sus hijos Maymará y Enzo, resumieron la posición empresaria. “Reiteramos que no nos oponemos al traslado, pero necesitamos ser indemnizados por el municipio en razón de haber cambiado la zonificación del sitio donde estamos emplazados y haber habilitado barrios privados, clubes y colegios. No estamos en contra de ese progreso, pero defendemos una labor de años y la situación de quienes trabajan para nosotros”.
Los hermanos Brugnoli dijeron que necesitan el apoyo de los vecinos “en la mediación ante la intendencia” y que la firma está a la espera de los amparos presentados frente a las medidas municipales de cierre y erradicación.
Propusieron “armar una mesa de trabajo ya que, entre otros aspectos, hay que programar qué se hace con los animales vivos (las gallinas ponedoras)”. Pidieron que la provincia intervenga porque hay un número importante de granjas del conurbano que se verán afectadas porque están en la misma situación.
“Ni un asado al aire libre se puede hacer”
Vecinos del barrio Kobe, ubicado a 150 metros de la planta avícola, mantienen la posición de que la firma se tiene que ir.
Para Marcelo Lucero (15 años en el lugar), el reclamo vecinal “pasa por el cuidado del medio ambiente y de la salud de la gente: la posición general es que se vayan”.
Otro vecino afirmó que “estamos tan afectados, que en ocasiones ni un asado al aire libre se puede hacer y tampoco abrir una ventana”.
Walter De Benedecti quiso abrir un emprendimiento turístico de recepción de turistas con relación a la industria vitivinícola. Su intención era desarrollar un complejo en un amplio terreno de su propiedad, al norte de la planta y de las vías del Metrotranvía, pero explicó que tuvo que desistir de su propósito “porque la invasión de moscas lo hizo imposible. Es una cuestión de vida, de convivencia… Todo por aquí está infectado de moscas, aunque parezca exagerado”, definió el empresario.
La presencia de los insectos se hace sentir en más barrios cercanos a la planta Brugnoli, como Don Octavio, Antártida Argentina I, Sánchez Frúgoli, El Torreón, y Fainman, entre otros conglomerados de Luzuriaga y del noroeste de General Gutiérrez.

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