jueves, 31 de julio de 2014

“Las siete plagas del comercio exterior argentino”


No se puede considerar a la soja-dependencia como una plaga, pero salta a la vista que la hiper-especialización agropecuaria en el yuyo, produce la ……
No se puede considerar a la soja-dependencia como una plaga, pero salta a la vista que la hiper-especialización agropecuaria en el yuyo, produce la concentración de las exportaciones en el período abril-octubre y vacía de contenido las ventas de productos primarios y manufacturas agropecuarias, a los meses de noviembre a marzo, generando asfixia financiera. Por esa razón, todo el mundo comenta que la Argentina ha comenzado su reinserción en los mercados de deuda voluntaria, para facilitar el acceso público y privado al crédito internacional, cuando la soja ya ha sido digerida y Brasil flaquea.
A la luz de los números del primer semestre (Indec), entonces, ¿cuáles son las plagas?
1. La defensa de la mesa de los argentinos destruyó las exportaciones del complejo agroindustrial no sojero, desde el trigo, maiz y el girasol a los aceites y la carne. Por consiguiente, entre noviembre y abril, no hay qué vender.
2. Particularmente, en 2014, se da una violenta caída de los precios internacionales de nuestros productos exportables agroindustriales, producto de excelentes cosechas, tanto en EEUU como en nuestra región. Ejemplos, para el segundo trimestre, son la baja del 13% en el precio de los aceites, del 19% en el del maíz y de casi el 10% en el del biodiesel.
3. La permanencia de un déficit en la balanza exterior de combustibles y energía, que prácticamente alcanza los u$s 3.200 M en el primer semestre, con una suba interanual superior al 7%. Ello se corresponde con la pésima política oficial, que no ha logrado ser corregida por YPF, y se ha visto agravada con la suba de los precios internacionales que, para el caso argentino, implica una suba interanual del 10% en el rubro combustibles y lubricantes.
4. No se aprovecha la baja tasa de interés internacional, que contrasta con los elevados costos financieros locales. Por ende, la baja de las importaciones, que afecta sustantivamente a la industria, es del 8% en el semestre. Para colmo, de la baja total de las importaciones, afectamos en un 64% a nuestro socio y vecino Brasil que, dicho sea de paso, no la está pasando muy bien en su nivel de actividad económica. Se dice que apenas crecerá 1%, en 2014.
5. Brasil, a quien le exportamos 13% menos. Los productos primarios caen 32% y los autos 17%. La baja en dólares, de las ventas de autos, es virtualmente igual a la disminución en las ventas de MOI (Manufacturas de Origen Industrial). Dicho en dos palabras, de la caída de nuestras expo MOI, 61% son autos y de esa caída, Brasil es prácticamente el destino excluyente.

6. La demora en la recolección de la soja de segunda y de los maíces tardíos, que no puede ser atribuida a una mala política oficial y que, en el fondo, revierte en una “ayuda”, para una eventual recuperación de la economía, si la hubiera, y no entramos en default, desde el mes de septiembre hasta fin de año. Recuperación que, en el caso agropecuario, no ha recibido ninguna ayuda: las Retenciones están ahí, siguen los ROEs, el trigo no se puede exportar y la corrección tardía para el negocio del biodiesel no favorece mucho el perfil netamente exportador con el cual fue construida dicha industria, que sigue con elevados niveles de capacidad ociosa.
7. La séptima y principal plaga es, no sólo la imprevisión en materia de política económica local sino la envidiable habilidad para tropezar varias veces con la misma piedra

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