domingo, 17 de julio de 2011

Mundo SojaMaíz 2011



Cuánta renta genera el manejo por ambientes

En el panel dedicado a la agricultura por ambientes se hizo hincapié en la importancia de analizar la variabilidad en la disponibilidad de agua para elegir la estrategia productiva y estabilizar el rendimiento de los lotes. Además, expusieron ensayos comparativos en los que el manejo por ambientes permitió alcanzar beneficios de entre 11 y 69 dólares por hectárea.

La tarde del martes 7 de junio comenzó en Mundo Soja Maíz 2011 con una importante expectativa, ya que desde las 15 horas Martín Díaz-Zorita (UBA-CONICET) y Fernando García (IPNI) dieron inicio al panel dedicado al manejo por ambientes. La importancia del agua como factor determinante de los rendimientos fue un denominador común a todas las disertaciones, y también quedó claro que indagar en los elementos que hacen a las brechas productivas genera importantes beneficios económicos.
Para el caso, Martín Artigué (A&T y Asociados) mostró diversas experiencias de la aplicación del manejo por ambientes y expuso un ensayo en el que se comparó un tratamiento de nutrición por ambientes con otro a dosis fija, donde a igualdad de costos hubo un notable incremento de rendimientos a favor del trabajo por ambientes que permitió no sólo 550 kilos más por hectárea, sino un beneficio de 69 dólares a favor. Otro ensayo en cuatro ambientes de Río Cuarto, donde se aplicó fertilización azufrada y fosforada también mostró un beneficio de 15 dólares por hectárea a favor de la dosis variable en el azufre, y de 11 dólares en el fósforo, a partir de la detección de! que había buenas respuestas en lomas, y pocas respuestas donde había napa. Finalmente, indicó cómo a partir del estudio de las densidades en relación con el comportamiento a quebrado y vuelco de maíz lograron un beneficio de 24 dólares por hectárea. “Tenemos claro que la agricultura por ambientes se presenta como más rentable y racional que la convencional, pero es necesario conocer los ambientes, determinarlos y caracterizarlos, y ajustar en consecuencia las estrategias de manejo”, concluyó.

Por un manejo dinámico
Ya en la apertura del módulo, Martín Díaz-Zorita había propuesto pensar a los ambientes en función de una capacidad productiva homogénea, y abandonar las interpretaciones estáticas: “Un ambiente no es sólo una posición de relieve; no se puede hacer ‘manejo por ambientes’ a priori, sino que hay que manejar cada ambiente de acuerdo con los objetivos productivos que el empresario se propone”.
Desde su punto de vista, esto implica realizar segmentaciones a partir de las brechas productivas, definir objetivos en función de los distintos rendimientos a los que se puede aspirar en cada uno de ellos, tratar de definir los factores determinantes de las brechas de rendimiento, y a partir de allí analizar con qué herramientas se va a buscar saldar la diferencia.
El especialista expuso un análisis en el que demostró que los rendimientos muestran variaciones mucho más importantes entre sitios que entre campañas. Por ende, se hace mucho más importante saber en qué lugar estamos produciendo, porque la respuesta al manejo varía de acuerdo al lugar en el que estamos ubicados. “Los sitios más riesgosos son los de peor calidad, mientras que en condiciones más favorables el manejo sólo pasa por aprovechar las oportunidades, ya que es difícil que por manejo pasemos de rendimientos buenos a rendimientos malos. Por el contrario, en los ambientes frágiles se hace mucho más importante planificar la producción, pensar en los efectos a largo plazo”, profundiz! ó.
A su entender, considerar los rendimientos como elemento definitorio de la estrategia es insuficiente, ya que las diferencias que aparecen reflejan variadas condiciones de producción y de respuesta tecnológica. “Es importante reconocer que hay interacciones múltiples entre condiciones de sitio y de tecnologías según cultivos. Considerar solamente los rendimientos es insuficiente, porque hay que entender qué elementos describen las diferencias productivas”, añadió.

Mirar el suelo
El segundo especialista del panel fue Rodolfo Gil, de INTA Castelar, quien abordó la disponibilidad de agua y su variabilidad por ambientes, con el objetivo de poner de relevancia el rol del agua en como recurso significativo en la generación de rendimientos. Gil comenzó su exposición explicando que en el proceso fotosintético, cuanto más transpira una planta más dióxido de carbono incorpora, y que para producir más cada vez deberíamos lograr que las plantas transpiren más. “La única salida del campo que es rentable y sustentable es el agua que se va por transpiración. En ese intercambio de agua por dióxido de carbono producimos materia orgánica, que es el otro elemento fundamental para m! antener la estructura productiva de los suelos”, agregó.
Al comparar los niveles de eficiencia en el uso del agua, realizó una comparación entre los cultivos que definió que el maíz produce 25 kilos por hectárea por milímetro de agua, la soja 9 kilos y el trigo, 15 kilos. “La disponibilidad y utilización de agua depende de la textura y de la profundidad de los suelos. Pero estos dos factores no los podemos manejar. Lo que sí podemos hacer es aumentar la capacidad de captura del agua, a través del manejo, mediante la reducción de la evaporación y el escurrimiento del agua”, sostuvo.
La situación, sin embargo, es más compleja, porque no todos los suelos “entregan” agua de la misma manera, ni en todas las circunstancias los cultivos la extraen de igual forma. El especialista describió que “Los dos elementos que definen la energía del suelo y su habilidad para entregar agua son la textura –que no se puede manejar- y la cantidad de sales. Por su parte, la habilidad que tiene el cultivo de extraer agua depende principalmente del desarrollo de las raíces, y su crecimiento es producto de dos factores: la cantidad de agua en el suelo -las raíces no ‘buscan’ agua, sino que crecen porque hay agua-, y la temperatura”.
Para concluir, recomendó pensar en los cultivos y en los suelos a partir de prever probabilidades de estrés hídrico, aumentar la eficiencia de los barbechos, e incorporar la nutrición ambiental para mejorar la captura del agua. “Debemos mejorar la estructura de los suelos y su cobertura, el nivel de materia orgánica, lograr una nutrición balanceada; y es sumamente importante conocer cómo funcionan los ambientes, es decir, alcanzar un cabal conocimiento de la relación entre el clima y nuestros suelos, buscar la mejor genética y los ciclos de madurez más adecuados. Nuestro desafíos es generar conocimiento y adaptar las tecnologías para cada ambiente, para que este manifieste su potencial con el mínim! o disturbio”, cerró.

El agua es determinante
Daniel Martínez presentó en Mundo SojaMaíz 2011 la experiencia que se llevó a cabo en General Pico, La Pampa, donde los ambientes son muy dispares y utilizaron herramientas tecnológicas para implementar agricultura por ambientes en lotes de 50 o 100 hectáreas con un 30% del lote de lomas. Mediante bibliotecas de mapas de imágenes satelitales, monitores de rendimiento en las cosechadoras, sistemas georeferenciales de análisis de suelo o la fotografía aérea multiespectral buscaron jer! arquizar las variables que definían los ambientes.
“En nuestro caso, una vez que conocemos los ambientes, el objetivo es hacer siembras variables. Actualmente estamos trabajando con híbridos distintos, realizamos ensayos con distintas densidades, y estamos logrando mayor estabilidad en las lomas, porque trabajamos con menores densidades e híbridos prolíficos”, comentó.
En su opinión, a partir de la experiencia revalorizaron la agronomía. “Si bien el agua es el factor determinante de la producción, el manejo del ambiente es dinámico, ante la incertidumbre de algunas de las variables que definen su productividad”.
A continuación, José Luis Costa, de INTA Balcarce, mostró la utilización de la rastra Veris como mecanismo para medir la conductividad eléctrica del suelo, una herramienta que permite obtener aproximadamente 110 datos por hectárea, detecta la presencia de sodio en el suelo y permite realizar correcciones por zonas, a partir de la aplicación de yeso.
El experto mostró investigaciones en las cuales se pudo detectar el nivel de materia orgánica y de potasio, información que si se la coteja con los niveles de rendimiento puede permitir modificar la estrategia para incrementarlos. “En general, vemos que la respuesta a nitrógeno en una zona profunda es lineal, mientras que como en zonas menos profundas se precisan más nutrientes, la respuesta es más dispar. Además, nuestros datos preliminares indican que la profundidad de tosca debería tenerse en cuenta al momento de decidir las dosis de nitrógeno”, añadió. Por esta razón, en su opinión el manejo diferenciado entre lotes o dentro de uno puede beneficiar al productor, siempre y cuando las act! ividades de manejo varíen dentro de un lote.

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