martes, 10 de diciembre de 2013

La crueldad en el acopio y faena de caballos


Sufren el transporte hasta los terrenos de acopio, muchas veces insalubres, pasan hambre y sed y nadie cura sus heridas ni vela por su salud.
En nuestro país la faena de caballos se ha convertido en un gran negocio, mas de 200.000 equinos son faenados por año. Dado que el consumo interno es mínimo, la exportación de carne de caballo es un negocio lucrativo. Argentina es el principal exportador de carne equina en el mundo, pero el acopio y la faena de nuestros amigos los caballos es un proceso dantesco.
Las autoridades no sólo están en deuda con los equinos, sino con las tres cuartas partes de nuestra comunidad, que no es partidaria de comerse a los caballos y ni siquiera de exportar su carne a países que la consumen.
Con tanto campo cultivado, una gran parte dedicado a la soja, ¿como es que se dispone de tantos equinos para faenar? Si bien Argentina no faena animales criados para ese fin, los interesados o quienes los representen recorren los campos, adquiriéndolos cuando tienen avanzada edad o distintas minusvalías, pero también adquiriéndolos a individuos que los roban.  
Los doscientos mil animales que se reúnen al año son conducidos a 4 plantas de faena equina autorizadas. Los clientes extranjeros que compran carne equina a nuestro país son en su mayoría países europeos, como Francia, Holanda, Italia, Suiza, pero también Rusia y Japón.
La necesidad de los países compradores y de quienes hacen el negocio en Argentina ejerce una gran presión sobre los caballos; y el robo para venderlos a los frigoríficos es realmente escandaloso.
Es importante saber cómo pasamos del Decreto del Presidente Perón que era al menos un texto respetuoso de los equinos machos y hembras jóvenes, y de la prohibición de faenar equinos del Presidente Alfonsin, a este aquelarre de robo, acopio y cruel faena masiva de caballos.
Fue Carlos Menem en 1995 quien activó la comercialización y exportación de la carne de caballo, así como la exportación de caballos en pie, rumbo a mataderos de Europa, al gestionar la Ley 24.525 de promoción y fomento de la producción de carne equina para consumo, habilitando de este modo el mercado y la exportación, modificando la restricción total de faenar caballos que había dispuesto el Presidente Raul Alfonsín para pasar sin mesura a permitir la faena de caballos de cualquier edad y para cualquier destino.

En aquel momento de 1995, ADDA convocó a la comunidad  a una firma en vía pública para impedir esa barbarie. Recuerdo que la gente firmaba a razón de entre dos y tres personas por minuto, dando la pauta de la apreciación del caballo por parte de los argentinos. Pensábamos que el entonces Presidente de la Nación iría atrás con esa norma, pero no fue así.
De este modo el Dr. Menen, beneficiaba a su amigo Tito Lowenstein, propietario de la compañía Paty, presidente de la filial Argentina del fast food Wendy’s que comenzó a hacer pingües negocios con la faena de equinos.
Hoy se demandan graves problemas en los países que adquieren carne equina de Argentina, ya que se han conocido entretelones muy crueles hacia los equinos cuya carne llega a sus mesas.
Es que hay una sintonía entre la carne de animales sufrientes y el bienestar humano. En Argentina los caballos sufren el transporte desde sus lugares de origen hasta los terrenos de acopio, donde muchos de estos predios que han sido inspeccionados, no cumplen con las condiciones necesarias mínimas y mucho menos con las necesidades de los animales que pasan hambre y sed y nadie cura sus heridas ni vela por su salud.
Luego el segundo viaje desde esos terrenos hasta las plantas de faena, para terminar en la faena misma, presentida desde mucho antes por estos seres maravillosos como son los caballos.
Se cargan y descargan estos animales vencidos por el dolor, lastimados, enfermos, con fracturas y con sus trompas atadas con alambre para que no muerdan a los operadores por los padecimientos causado por sus minusvalías.
Como es posible que haya tan poco respeto por un animal tan maravilloso como el caballo, un ser que ha sido desde siempre como un hermano para el ser humano en el trabajo y el mejor amigo de aquellos próceres que con ellos ganaron batallas para defender la tierra que hoy poseemos.
Basta de martirizar caballos, dejémoslos pastar en nuestros campos como si fueran monumentos vivientes y que luego se conviertan en tierra de esa Argentina que ellos con nuestros padres supieron conseguir.
* La autora es periodista y Presidenta de ADDA, Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal.

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