Dólar y Cepo: La hora del Pragmatismo
No es hora de heterodoxias.
Los problemas “de largo” son múltiples; pero “los de corto”, ahogan. Los de corto son: a) la inflación, producto de la desmesurada emisión, para que el Tesoro le transfiera al sector privado 5,3% del PBI (2012), el grueso en compensación por tarifas totalmente desajustadas y b) la inconsistencia de la política monetario - cambiaria, que terminó en una combinación imposible de manejar: atraso, brecha y cepo cambiario.
¿Qué pasa si sólo aceleran la tasa de devaluación, para llegar a un Dólar de $ 6, en junio?. Es correr atrás del problema; no se seducirá a los que tienen dólares (el campo); no se corregirán los problemas monetarios y el mercado anticipará futuras devaluaciones, tal cual aconteció hasta ahora: con tasa de interés negativa, cualquier inversión de corto, como el Dólar blue o las Acciones, son más que rentables. El cepo no se podrá corregir y la brecha tampoco. Además, habría que dar la señal de qué es lo que se va a hacer, una vez que se llegue a los $6.
¿Qué pasa si desdoblan?. Independientemente de cuántos tipos de Dólar existan (ya hay por lo menos cinco), la cuestión es a qué niveles se los fija y si prima lo ideológico (castigar al campo para subsidiar a la industria), nunca van a conseguir seducir al que tiene una cosecha que, con Valor Agregado, suma prácticamente MU$S 34.000, a punto de comercializarse, el grueso, en los próximos seis meses. Además, sin un equipo económico centrado en un Ministro pragmático, es imposible administrar un desdoblamiento, y evitar caer en la “corrupción” subyacente (conseguir el Dólar barato en un mercado, para venderlo más caro en el otro).
¿Qué pasa con la ortodoxia?.
Jamás la practicaría este gobierno, porque no cree en la ortodoxia y tampoco en los Planes Integrales, aplicables “de una vez y para siempre”.
La solución pragmática.
Lo máximo que podría ( y PUEDE) hacer el Gobierno, aparte de tener un conductor de la economía, que alivie a la Presidenta y conduzca un equipo que no hable, sería intentar un símil del Plan Austral, por lo menos hasta las elecciones. O del Cruzado, de los ‘80s, en Brasil. Si lo hace bien, podría tener mayor tranquilidad política a la hora del armado de las listas en junio, alivio a los controles cambiarios (la gente está hasta del cepo) y una reducción notoria de la tasa de inflación esperada.
¿En qué consiste este Plan?:
Devaluar el Peso, de una sola vez, a $/U$S 6,50 y sostener ese valor fijo, hasta que se produzca el esperable aumento en la oferta de dólares y se inicien medidas de largo plazo, para aprovechar el efecto de recuperar Reservas.
Eliminar “de facto” el financiamiento monetario del Tesoro, para dedicar la creación de liquidez por el Banco Central, exclusivamente a la compra de dólares. Al mismo tiempo, subir lo suficientemente la tasa de interés, al menos por tres meses, hasta demostrar que se incentiva la tenencia de pesos, ya que al estar el Tipo de Cambio fijo, no debería haber estímulo a la compra de dólares. Es la Gran Lula – Palochi.
Mantener un Dólar turista de $/U$S 7,50, pero ir eliminando las regulaciones para la venta a ese valor. De esa manera, se reabsorbe parte de la emisión de pesos.
Comunicar rápidamente y con eficacia, ( A UNA VOZ) este Plan de corto plazo, para organizar paritarias por, al menos, dos años, en base a una inflación esperada de no más del 6% anual, con lo cual el Tipo de Cambio real de las exportaciones industriales (hoy, muy caras, en dólares) podría recuperar parte de su evidente atraso.
Como se ve, es bastante simple. Fácil de diseñar y con apenas algunas complejidades a la hora de ejecutar. La lógica subyacente es:
Hay una cosecha, como la mencionada, de la cual al menos un 45% se debe liquidar rápidamente, porque (según encuestas) los agricultores tienen compromisos a cumplir, que incluyen la renovación de alquileres de campos. Si entran MU$S 9.000 extra, en los próximos tres meses (meta no demasiado ambiciosa), el Central puede comprar la mitad como Reservas y, con el resto, aliviar el cepo (más importaciones y más Dólar turista).
Las condiciones para este cambio de tendencia son: a) no debe haber más devaluaciones; b) el Central debe subir lo suficientemente las tasas para que la gente elija de nuevo el Peso; c) se debe lograr estabilidad de facto en las cuentas del Tesoro, para que el Banco Central sólo emita (y esterilice), con motivo de la compra de Reservas y d) conseguir un Paralelo o Blue o Negro, similar al Dólar turista y, si es posible, eliminar, en tres o cuatro meses y en base a la credibilidad en la estrategia, al Blue como mercado.
Los números que respaldan el Plan.
Ser pragmático implica entender que el ajuste “ya pasó” y que lo hizo la economía real, ante dos políticas equivocadas del oficialismo: el abandono de la “sintonía fina” y la aplicación del cepo (debido a la falta de MT 12 de soja en 2012). Era inevitable cierto ajuste, ya que La Argentina es soja dependiente. Pero ahora ese ajuste terminó. Habrá MT 25 de maíz y MT 48,5 de soja. Y como siempre, “una buena cosecha nos salva”.
Del ajuste de cantidades, que vivimos en los últimos 18 meses, hay que pasar al ajuste de portafolios, es decir cambiar drásticamente la relación Tasa de interés - Tipo de Cambio y evitar que el Estado moleste, a la hora del financiamiento monetario. Fácil de decir y no imposible de hacer. ¿Cuáles son los números?.
El Tipo de Cambio actual (15 de marzo) de respaldo de Reservas, es de $ 7,17, pero comprando rápidamente MU$S 1.000 de Reservas y reduciendo la liquidez vía LEBAC por M$ 20.000, se pasa a una relación de respaldo de $ 6,50. Si se volviera a la vieja Carta Orgánica del Banco Central, absurdamente reformada en 2012 (se puede hacer con un DNU, tratado y aprobado vía Express, por el Congreso) se daría una señal de consistencia muy fuerte. Si el Gobierno quiere comprar más Reservas, deberá subir mucho más la tasa de las LEBAC. De cualquier manera, la Tasa real debe ser positiva, si se quiere bajar la expectativa inflacionaria y, por ende, la devaluatoria. Como en Brasil.
Al ajuste fiscal, lo ayudan tres resultados de la política de Tipo de Cambio fijo. No conocemos los números del Tesoro Nacional, de 2013. Estamos obligados a manejarnos con 2012. En ese año, el Déficit Financiero más las Transferencias del Banco Central y Otros Organismos al Tesoro, fue por el equivalente a 3,75% del PBI. Estimamos que: 1) 0,44 puntos de ese Déficit se reducen por el mayor volumen de soja y maíz (más Retenciones), sin computar el efecto de la devaluación; 2) se baja 0,70 p.p. por el aumento en la recaudación de Retenciones, en pesos, a un Dólar a $ 6,50 y 3) 0,58 puntos por la reducción en la cuenta de Intereses a pagar en 2013, (incluso podría ser mayor, considerando que casi la mitad va a Organismos del Sector Público). Queda, por consiguiente, 2,03% de Gasto a reducir. El año pasado, las Transferencias al Sector Privado sumaron 5,3% del PBI. Por eso, hay que reducirlas en un 38%, para eliminar el financiamiento monetario de corto plazo. Alguna vez había que transformar en “gruesa” a la “sintonía fina”.
La Tasade las LEBAC fue de 15,09% para préstamos de los bancos al Central, por 360 días (promedio febrero pasado). Como se ve, alentadora de la especulación cambiaria o accionaria. Si se logra un Tipo de Cambio fijo sostenido, como se planteó más arriba, la suba de las LEBAC y, por ende de la tasa de interés, es meramente transitoria y en, no más de tres meses, el Central podría iniciar una política de reducción nominal de las mismas, hasta hacerlas consistentes con una inflación remanente de, digamos, el 6 a 7% anual. El costo más importante de este Plan, es el aumento en el endeudamiento del Central, a Tasas reales. Pero alguien tiene que pagar la fiesta. Y los errores del BCRA son inocultables.
Final.
Sin pragmatismo y sin conducción seria y unificada de la macro de corto, no habrá alivio y en poco tiempo, los síntomas de inestabilidad económica se trasladarán, una vez más, a la política. En junio, se arman las listas y las alianzas y el Gobierno necesita que ello ocurra en un marco de tranquilidad cambiaria, de cierta estabilidad perceptible y de alivio al “hartante” cepo. Si no lo hace, no habrá aprovechado la oportunidad de una cosecha exitosa. Peor aún, no podrá trabajar en la inmensa agenda pendiente, para que La Argentina sea un poco más parecida a los países de América Latina que “andan bien”.
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