miércoles, 30 de octubre de 2013

Ovinos: secretos de manejo en pastizales naturales


En la zona costera de Chubut, una majada de 800 ovejas registró más de 138 mil pesos en ingresos por venta lana y corderos, al mismo tiempo que logró estabilizar la producción sin degradar el pastizal natural, principal alimento de la hacienda. Sin embargo, con 200 animales más, ese mismo campo arrojó resultados productivos y [...]
En la zona costera de Chubut, una majada de 800 ovejas registró más de 138 mil pesos en ingresos por venta lana y corderos, al mismo tiempo que logró estabilizar la producción sin degradar el pastizal natural, principal alimento de la hacienda. Sin embargo, con 200 animales más, ese mismo campo arrojó resultados productivos y económicos muy diferentes: ventas por 134 mil pesos, una pérdida de 30 ovinos y una majada envejecida, sin contar el impacto ambiental negativo. Para los especialistas, el factor decisivo es el correcto ajuste de la carga animal y un manejo atento de los pastizales.
“Estamos tratando de estimar la producción, la rentabilidad económica y la estabilidad que tendría un sistema con una carga ajustada y compararlo con sistemas mal manejados. Los resultados nos están dando, en general, que el beneficio de producir con menos animales es el mismo, con menos complicaciones y, además, es sostenible en el tiempo”, dijo Gustavo Buono, técnico del grupo Pastizales Naturales del INTA Chubut.
Aunque, tras años de sequía comenzaron a incorporarse forrajes, granos y balanceado en los campos de la estepa patagónica, el pastizal natural sigue siendo el alimento principal para la ganadería ovina extensiva, con ovejas de la raza Merino utilizadas para lana fina.
“En la zona de la estepa la producción es bastante tradicional, los productores se esfuerzan por el mejoramiento genético de las majadas pero está faltando prestar más atención al manejo de pastizales”, observó Buono.
“La metodología histórica era poner una cantidad de animales en el campo que generalmente era más elevada de lo conveniente y en determinados lugares eso produjo grandes daños en materia de desertificación”, dijo Buono, quien explicó que luego de años de ensayos en los que evaluaron “miles de hectáreas en toda la región” para determinar cómo ajustar la cantidad de animales y aprovechar mejor los campos, los resultados obtenidos fueron muy diversos. “Uno de los defectos más grandes observados era la mala estimación de la superficie de cada uno de los cuadros y del total del establecimiento”, sostuvo el técnico.
“La receptibilidad en los campos de la Patagonia es muy variable, porque hay un gradiente de lluvias desde la cordillera hacia el mar que determina la productividad de los pastizales”, aseguró Buono. En ese sentido, la diferencia de ambientes marca también divergencias de producción y calidad: “En la precordillera hay unos 480 o 500 milímetros de lluvia que hacen a los pastizales mucho más productivos que los de la meseta central, donde las precipitaciones son de 150”.
De acuerdo con el especialista del INTA, los pastizales más productivos soportan un ovino por hectárea, mientras que en los más pobres la carga es de uno cada cinco. “Pero la historia de uso del campo también afecta esa productividad”, consideró Buono, dado que, por ejemplo, “si se utilizó siempre una carga ajustada entonces se va a poder sostener ese animal por hectárea, pero si durante mucho tiempo hubo sobrepastoreo, entonces seguramente podrá soportar la mitad”.

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