viernes, 19 de abril de 2013

Trigo: mediciones en siembra convencional y en directa

 


 Desde la perspectiva de un técnico abocado al mejoramiento del trigo al que se le plantea la inquietud de medir el avance genético bajo siembra convencional y directa de su programa de selección recurrente, se presentan por demás llamativos los resultados obtenidos luego de un bienio de evaluación.

Los rendimientos en grano fueron significativamente menores en la parcela sujeta a siembra directa respecto de aquella contigua manejada de manera convencional.

El análisis químico del suelo previo a la siembra arrojó valores en cuanto a materia orgánica, nitrógeno, azufre y fósforo equivalentes y se partió en ambos casos con agua útil almacenada en el suelo por encima del 50 por ciento.

Para quien es neófito en el tema, la revisión bibliográfica resultó insoslayable. En líneas generales surge que el cambio de la siembra convencional (SC) a la siembra directa (SD) no incidió negativamente sobre el rendimiento en grano. Sin embargo, algunos trabajos denotan un incremento y los menos, una caída en la producción.

A pesar del balance positivo de la puesta en práctica de la SD, los resultados tienden a contextualizarse tal de acotar el alcance de las conclusiones. Como, por ejemplo, el efecto del tipo de labranza sobre la producción es inapreciable cuanto más alta sea la fertilidad de los suelos o cuando el cultivo está sujeto a limitantes de índole hídrico. A la luz de que la impedancia física se constituye en una barrera al crecimiento y desarrollo radical, un párrafo aparte merecen las mediciones tendientes a caracterizar al suelo en base a su densidad aparente y la resistencia a la penetración.

En algunos trabajos se concluye que la densidad aparente se vio incrementada con la SD; en otros en cambio se afirma lo contrario, aunque a reglón seguido se advierte que algunas propiedades físicas del suelo se vieron negativamente afectadas.

En este punto surgen “tímidamente” algunas voces en las que se proponen innovaciones tendientes a mejorar esta situación. Están quienes se mantienen firmes en generar más bioporos a través rotaciones que incluyan cultivos con un penetrante sistema radical o, los más osados, que proponen una labranza vertical manteniendo, por supuesto, el rastrojo en superficie.

Antes de optar por intervenir mecánicamente en el suelo, se debe indagar si todos los cultivos invernales responden de la misma manera que el trigo.

Probar con cereales con sistemas radicales homorrizos más profusos (cebada o avena para grano) o pivotantes penetrantes (cártamo o colza), o variar la profundidad de siembra hasta superar los primeros centímetros supuestamente más compactados.

*Los autores son profesionales y docentes en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNC; rimaich@agro.unc.edu.ar.

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