sábado, 29 de marzo de 2014

VENEZUELA: Petróleo bolivariano por alimentos: un canje riesgoso ! ! !


Desde Caracas, Roberto Domenech, presidente de Cepa, la cámara que representa a la industria avícola, no ocultaba su satisfacción por haber destrabado la transferencia millonaria en dólares que mantenía en vilo a los polleros argentinos.
No es para menos. Venezuela se convirtió en el principal destino de sus exportaciones con una participación que en el 2013 alcanzó el 44,7% del volumen total. Con este pago la cuenta pendiente de los venezolanos se redujo en un 40 por ciento. “Se restableció el flujo de pagos que se habían vuelto muy espaciados. Además Venezuela necesita más carne de ave por lo que nos pidieron que les exportemos un volumen extra sobre los contratos vigentes que están en el rango de las 18.000 a 20.000 toneladas mensuales”, informaba Domenech en su charla telefónica.
De todas las gestiones llevadas a cabo por el presidente de Cepa, que debe ser el viajero con más millas ganadas en el tramo Buenos Aires-Caracas, esta última puede ser la más significativa. Como se sabe, los argentinos consumimos por año cerca de 115 kilos de carne, 65 kilos de carne vacuna, 40 kilos de aves y 10 kilos de porcinos. Se juega en el límite de la sobreoferta que determina un escenario de suma cero: los kilos que agrega una carne al consumo local se los saca inexorablemente a otra. No hay compartimentos estancos sino que todas las carnes se dependen entre sí. La única salida para evitar un efecto dominó de caída de precios es la exportación. Por lo que a la gestión de haber normalizado el flujo de exportaciones avícolas realizada por Roberto Domenech se la deben agradecer también los criadores, los invernadores, los feedloteros y hasta los productores de cerdo.
Visto de esta forma, se podría decir que la suerte de las carnes argentinas se está jugando en Venezuela. En particular, en los pasillos del Ministerio del Poder Popular para la Alimentación que maneja el tráfico de importaciones. Algo parecido ocurre con la lechería que tiene a la República Bolivariana de Venezuela como principal destino de las exportaciones de leche en polvo. La industria láctea también sufre los avatares de los pagos y al mismo tiempo escucha los pedidos de venezolanos por importar más leche en el 2014. Es que la producción venezolana de carnes y lácteos sólo alcanza a cubrir la mitad de su consumo. Un estruendoso fracaso del populismo imperante que quedó muy lejos de los objetivos de autoabastecimiento pronunciados por Hugo Chávez en febrero de 2005 cuando despidió en el puerto bonaerense de Dock Sud a las 878 vaquillonas preñadas Holando vendidas por el Centro de Inseminación Artificial La Elisa (Ciale).
La crisis económica que provocó el chavismo, inflación del 50% anual, altísimo riesgo país, déficit fiscal y pérdida de reservas, preocupa a los exportadores argentinos. Sin embargo, y por ahora, el trueque de petróleo venezolano por alimentos argentinos instrumentado por el fondo fiduciario Néstor Kirchner, que administra el dinero de la petrolera Pdvsa y trabaja con las monedas locales, funciona y sigue representando una garantía. Los dólares que tanto escasean en Venezuela, sólo intervienen en un tercio de los montos operados.
Ante la difícil relación entre la Argentina y Brasil, agravada por los recelos personales que se tienen las presidentas Cristina Kirchner y Dilma Rousseff, la alianza con Venezuela luce como el único vinculo firme generado por nuestro país. Muy a contramano de lo que viene ocurriendo en la mayoría de las regiones del mundo donde caen las barreras arancelarias y se imponen las señales del mercado. Esta semana en Bruselas detrás de la gran hecatombe que produjo el conflicto entre Rusia y Ucrania por el territorio de Crimea, se negociaba un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea. “Tenemos una agenda estancada en materia de acuerdos regionales de acceso a los mercados. No hay negociaciones abiertas por lo que no se pueden esperar ni anuncios ni acuerdos durante este año. Todo el esfuerzo internacional está puesto en arreglar con el Club de París”, agrega Gustavo Idigoras, especialista en relaciones internacionales y director de la consultora BIM
La pérdida de competitividad ante nuestros competidores por no lograr condiciones similares de acceso a los mercados puede ser determinante en un futuro cercano. El aislamiento siempre fue un mal negocio.

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