lunes, 31 de marzo de 2014

EL VERANO SE TERMINÓ….Y HAY QUE PASAR EL OTOÑO


El verano que acaba de terminar fue bastante caldeado en lo climático y              -sobretodo- en lo económico. Después de la abrupta e improvisada (aunque por algunos esperada) devaluación, el BCRA tomó medidas de política monetaria tendientes a enfriar el mercado financiero, esterilizando fuertemente con medidas como la absorción de la Base Monetaria, y el aumento [...]
El verano que acaba de terminar fue bastante caldeado en lo climático y              -sobretodo- en lo económico. Después de la abrupta e improvisada (aunque por algunos esperada) devaluación, el BCRA tomó medidas de política monetaria tendientes a enfriar el mercado financiero, esterilizando fuertemente con medidas como la absorción de la Base Monetaria, y el aumento -quizás excesivo- de las tasas de interés. Algunos alaban la experiencia del Presidente de la entidad monetaria y la decisión con que se propuso deshacer, en parte, la expansión monetaria de los últimos tiempos.
Con el mix de medidas consiguió secar la plaza y planchar el valor del dólar para “estirar” la llegada del inminente otoño financiero a raíz de dos cuestiones fundamentales: el alto nivel inflacionario y el fuerte déficit fiscal. Pero la realidad es que esto no alcanza.
La apuesta de Fábrega es que los exportadores agropecuarios, que no son los productores rurales, liquiden las exportaciones de una cosecha de soja que se calcula record para aliviar un poco la presión existente sobre el nivel de Reservas Internacionales del BCRA. Pese a todo este arsenal de medidas, la realidad dice que las reservas no dejan de caer y ya se encuentran casi en los U$S 27.000 millones, lo que significa que poco a poco la fortaleza que otrora era orgullo de nuestro país se derrumbó.
El nivel de reservas está lejos de ser el adecuado para un país en desarrollo ya que representa una proporción cada vez menor del volumen de importaciones, por ejemplo.
Todo esto hace pensar que es cada vez más inminente la llegada del “otoño financiero”, después del “veranito” de Fábrega. Esto a raíz de la política económica complementaria desplegada por el Ministerio de Economía hasta ahora: la “no-política”. Después de la absorción de aproximadamente el 20% de la masa monetaria, en los primeros dos meses de 2014, es inevitable el parcial enfriamiento de la economía.
El nivel de crédito agregado se redujo considerablemente y esto, junto al aumento de las tasas de interés, impactó directamente en el volumen agregado de consumo. Un freno importante para una economía que durante 10 años basó su expansión constante en el poder multiplicador del consumo.
Pero esto no es lo más trascendente. La medida necesaria para acompañar la política monetaria y, de este modo, restablecer un cierto equilibrio, es el recorte del gasto público. No habiendo sostenibles y claras herramientas de financiamiento externas (es decir, en condiciones razonables) para mantener a raya la inflación después del salto devaluatorio de enero, sería necesario reducir el déficit promoviendo, de este modo, un fuerte freno al rojo fiscal y a la economía en general.
La tasa de crecimiento económico es ya, para muchos, a sólo tres meses de haber comenzado el año, ciertamente negativa, por lo que, para evitar continuar aumentando la presión fiscal y abusar del impuesto inflacionario es necesario establecer claras metas de política económica que acompañen el accionar del BCRA que, seguramente verá, de aquí en más y de no mediar medidas fiscales, fuertemente condicionadas sus posibilidades de intervenir en la economía con eficiencia a fin de mantener el valor de la moneda.
Hoy el adversario más beligerante del Gobierno son las expectativas inflacionarias y de tipo de cambio. Además, el mercado en general está a la espera de medidas concretas que permitan reencauzar sustentablemente el rumbo económico hasta 2015. 
Claro que las medidas necesarias son medidas que a ningún gobierno le gusta tomar porque son fuertemente restrictivas. Pero cuando las condiciones no permiten demasiado margen de maniobra, especular con medidas de shock que tomen por sorpresa al mercado y disciplinen las expectativas puede ser un arma de doble filo, una pistola con una sola bala de plata. Ese es el desafío actual… porque, por lo pronto, más que el invierno, hay que pasar el otoño… que recién empieza.

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