sábado, 22 de octubre de 2011

“El fierro no define la calidad del trabajo”

Entrenamiento en Venado Tuerto


Un kilo de carne o un litro de leche dependen de que el operario se adecue a la última tecnología. “Los problemas son sencillos, pero tenemos que atacarlos”, dijo Martín Christiani, el docente que guió la segunda jornada de Admite Forrajero. Llamó a cambiar de paradigma: medir la calidad más que la cantidad.


            Los contratistas, operarios y productores que participan de Admite Forrajero arrancaron el jueves con un claro objetivo: saber cómo llegar al mejor heno o al mejor silo, una vez que ya está el cultivo sembrado. Hoy, los principales problemas del negocio pasan por la ductilidad del que maneja los fierros. “No estamos trabajando en términos de calidad, ni eficiencia, estamos trabajando en órdenes de cantidad”, advirtió Martín Christiani.
“¿Cuántos kilos de pasto necesito para producir un kilo de carne o un litro de leche? Esa es nuestra medida de trabajo. Tenemos que cambiar la cabeza para medir eficiencia y no cantidades. Lo importante es la eficiencia de conversión”, siguió.
            El experto indicó que es necesario prestar atención a los inconvenientes con el acondicionado de los forrajes una vez que han sido cortado, con el almacenamiento, la extracción y suministro de silajes, la forma de generar compactación y un ambiente anaeróbico dentro de una masa de silo. “La masa la tenemos, pero no vemos que dentro hay ceniza, mugre, hongos”, subrayó. 
            Por la mañana, todos se dedicaron a preguntar y despejar acerca de sus propias confecciones de alimento. Christiani comentó que es necesario tener presente que la henificación y el silaje son dos conceptos de conservación absolutamente diferentes: uno, por deshidratación, y el otro por fermentación anaeróbica.
            Después todos pasaron al lote. Allí vieron en acción las cortadoras, rastrillos y rotoenfardadoras.  La pregunta que se planteó más tarde fue ¿qué se hace con la fibra? “Deberíamos definir el tamaño y la uniformidad de la partícula para la fibra. Con ello definimos el tipo de máquina requerida”, explicó Christiani. Y comenzó con las recomendaciones. La primera: “con una picadora de forraje puedo procesar el rollo y disminuir el tamaño de la fibra”. Otras opciones son la desmenuzadora o el mixer vertical.
Pero también apuntó al almacenamiento, ya que, si la idea es procesar rollos secos, es importante almacenar una cierta cantidad de rollos bajo galpón o tapados. Sugirió ahorrar las adaptaciones caseras de maquinaria y habló de quitar periódicamente el hilo de todos los ejes. “Es mucho más simple y económico que cambiar rodamientos”, indicó.

Silaje

            En la tarde, todos de vuelta al campo. Los aviones de Claas ya estaban dispuestos. La Jaguar 960 impresionó a todos picando alfalfa. Parado frente a un cabezal, Christiani hizo hincapié en el manejo de la carga del silo “porque es donde perdemos todos los días un poco de eficiencia y estamos quemando lo que hicimos en un momento puntual”.
            “Es más la pérdida que se genera post-confección que pre-confección”, alertó, con el mismo objetivo que había comenzado en la mañana. Y agregó “cuando extraigo mal, cuando utilizo mal la pala en el frente del silo, cuando soy ineficiente en la cantidad de material que extraigo por día para llenar los mixers, pierdo”.
            Christiani mencionó cuáles son para él los puntos críticos del ensilado: la correcta elección del cultivo, una adecuada fecha y condiciones de siembra, la elección del momento de ensilar, el tamaño de picado, el procesamiento de granos, la inoculación, la velocidad de llenado, el compactado, el sellado, el tapado y el suministro. “Cualquiera de estas cosas que hagan mal, les hace perder plata”, dijo.
            Recomendó almacenar el silo en el lugar donde se va a dar de comer, ya que “trasladar el alimento es anti-económico”. Sostuvo que “el mejor material es el que más grano tiene, que son los que más kilos de material me van a dar. Y es más fácil implantar un maíz que un sorgo”.

Inoculación
            Para planificar un mejor silo, una de las variantes que se vio a campo fue la inoculación, como estrategia para colaborar a una mejor fermentación del silo. “El inoculante en pastura tiene la ventaja de suplir la falta de carga bacteriana que tiene el cultivo. Una alfalfa, al tener una relación carbono y nitrógeno más bien baja, siempre muestra una fermentación deficiente. No hay disponibilidad de azucares para ello”, detalló el experto.
La capacidad de generar ácidos en silo es muy disímil. Las bacterias lácticas que se necesitan y que el inoculante introduce son las más eficientes, ya que consumen la menor cantidad de azúcares para generar medios más ácidos.
            Así, la inoculación aparece como una opción casi inevitable porque acelera la fermentación. “La respiración es el quemado de la materia que estamos queriendo conservar. Para que no haya respiración no tengo que tener oxígeno. Para eso, compactación del material, eliminación del O presente en la masa y trabajo bacteriano son clave”, afirmó Christiani.
            Finalmente, el docente volvió sobre el mismo concepto, para atacar el problema de raíz: “usar inoculantes no exceptúa ningún tipo de regla. Puedo usarlo y no tener ningún retorno, si todo lo que tenía que hacer en los procesos asociados que generan un silo de calidad, lo hice mal. No auditar qué está haciendo el contratista con el inoculante, es un problema. Si vamos a usar inoculantes tenemos que asegurarnos cómo es el sistema de dosificación de principio activo respecto de la masa de forraje (si es correcto o no), y asegurarnos todos los pasos post-inoculación”.

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