domingo, 7 de octubre de 2018

España: Un productor apuesta por el cultivo de pitahaya en Huelva


Filippe Jesus Claudio (47 años), un agricultor nacido en Francia, de padres portugueses, y afincado desde hace varios años en Cartaya, donde llegó por motivos laborales, se ha aventurado al cultivo de una nueva fruta con la que el campo onubense se adentrará también en el exotismo.
Se trata de la pitaya, pitahaya o fruta del dragón, también conocida como "el nuevo aguacate", que Filippe Jesús ha traído a la provincia de Huelva desde una comarca portuguesa al norte de Lisboa donde desde hace años ya la producen con bastante éxito muchos agricultores lusos.
Según este emprendedor agrícola, el cultivo de la exótica especie también ha sido ya testado en distintos puntos de las provincias andaluzas de Sevilla, Málaga o Granada, así como en la región de Murcia, donde, dado el éxito de las pruebas, ya hay agricultores que han iniciado su producción en fase comercial.
Tan convencido está Filippe Jesús Claudio del éxito de esta novedosa especie, sobre todo por estar éste "sobradamente demostrado al norte de Lisboa", que en su finca de Cartaya invirtió el año pasado más de 30.000 euros en sembrar un total de 1.800 plantas de pitahaya de la variedad Hylocereus undatus en una superficie de 4.000 metros cuadrados y en régimen intensivo. Además, ya está inmerso en una nueva plantación de cara al año que viene, con la que pretende sembrar 8.000 plantas en otra hectárea de terreno y en régimen súper intensivo, tanto de ésta, como de la variedad Hylocererus megalanthus.
Según detalla el agricultor se trata de un cultivo de "fácil manejo" y "muy escaso" mantenimiento. Además, dice, no requiere mucha agua -apenas entre uno y medio y dos litros por planta a la semana en verano- y la misma cantidad para quince días en invierno. Tampoco necesita del uso de productos fitosanitarios, que es "prácticamente cero", por lo que "podríamos calificarlo como un cultivo ecológico y de bajo impacto".
La pitahaya se siembra en el mes de noviembre, siendo éste el primer año de la explotación de Filippe, quien afirma que "aún es pronto para que sea productiva, y solo obtendré una media de una fruta por planta". No obstante, cuando la planta inicie su fase de plena producción, a partir de julio del año que viene, "ya obtendré la primera cosecha en serio".
A esta proseguirán ese mismo año otras dos, y puede que hasta tres, ya que, según explica el agricultor cartayero, la planta produce anualmente tres floraciones, en julio, octubre y noviembre, y según el clima podría darse hasta una cuarta. Las floraciones suelen coincidir con las noches de luna llena, siendo la primera del año a partir del mes de mayo, extendiéndose hasta finales de octubre, o noviembre en caso de una cuarta.
Dos años después de ser plantada, la pitahaya suele producir entre dos y cuatro kilos de fruta anuales, cantidad que se va doblando año tras año hasta el quinto, que es cuando la planta llega a su plenitud adulta. Entonces, asegura Filippe, llega a producir entre 40 y 60 kilos anuales, dependiendo del clima, las podas, el manejo y el mantenimiento de la misma.
Por otra parte, la pitahaya tiene una particularidad, que para este emprendedor "supone el principal problema de su cultivo fuera de América central", y es que "hay que polinizarla de noche y a mano con la ayuda de un pincel". Y es que, detalla, su flor solo se abre durante una sola noche, a lo que se une que, al ser originaria de América Central, es polinizada de forma natural por una especie de murciélago que no habita fuera de allí. Los polinizadores naturales en la provincia onubense suelen ser las abejas u otros insectos que, al no trabajar durante la noche, es imposible que realicen dicha labor en el caso de la pitahaya. "Algo parecido sucede con la chirimoya en Málaga, que también tiene que ser polinizada a mano" explica Filippe.
Este agricultor afincado en Cartaya también se muestra muy confiado de la "alta rentabilidad" que obtendrá gracias a este novedoso cultivo. Y es que, según explica, aunque esta fruta actualmente solo se comercializa en el mercado portugués, alemán, y en otros países del norte de Europa, el agricultor cobra unos cinco euros por kilo, que después el consumidor final paga a entre 14 y 17 euros en las tiendas.
Ello le lleva a prever que podrá amortizar la inversión que realizó para su actual explotación de 1.800 plantas durante el segundo año de producción.
Para ello, señala, uno de sus principales objetivos pasa por abrir mercado, primero en Francia, así como comenzar a fomentar su consumo en España, donde, por el momento, solo se encuentra en establecimientos gourmet.

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