lunes, 28 de diciembre de 2015

Tamberos, tucumanos y ahora, ¡Feedloteros!


En Trancas, una decena de productores lecheros se asociaron para crear un engorde a corral de los machos Holando que eran un gasto por su cría; Hernán Terán, su encargado, cuenta el manejo.
Muchas veces son los lugares más recónditos del país los que entregan los casos productivos más curiosos e interesantes. Por ejemplo, en Trancas, una ciudad  en el norte de Tucumán ubicada a 75 kilómetros de la capital provincial, San Miguel.

Todo empezó hace dos años cuando Cambio Rural Lechero, un grupo de unos 10 productores tamberos cansados de descartar a sus machos Holando por su elevado costo de cría, decidieron juntarse para encontrar una solución en común que les diera rentabilidad. La solución fue crear un feedlot en común y comercializar su propia carne. Así, nació "Nuestro Holando", un caso único en el país.   

"Antes los machos se regalaban a los dos días para no criarlos porque nadie los quería. A lo sumo se los criaba en el verano cuando sobraba algo de pasto. Después, cuando había que venderlo era un problema", cuenta Hernán Terán a Infocampo.
Terán fue elegido por el grupo de productores, apoyados en la experiencia que el ingeniero zootecnista sumó asesorando campos ganaderos en Tafí del Valle, en el oeste tucumano, e Isca Yacu, en el oeste de Santiago del Estero.

“Me contaron de la idea y me gustó el desafío. Me plantearon de hacer un engorde, lo pensamos y dije que los acompañaba. Me gustaba la idea de engordarlos con el propósito de llegar a la carnicería, a la mesa del consumidor", cuenta Terán a Infocampo.

Contratado como gerente del proyecto, Terán se encarga de recorrer los tambos, ve cómo se desarrolla la crianza y organiza las cargas de animales durante la última semana de cada mes. "Según las categorías, voy avisando la cantidad  a cargar en cada tambo. Selecciono los animales que van al engorde. Por ejemplo, a un tambo le retiro 20 animales y al otro no porque viene atrasado en el crecimiento", explica.

Fijaron como peso promedio de ingreso unos 180 kilos, aunque luego optaron por bajar el piso a 140 kilos, obligados por el contexto.  Para los tamberos representa una carga la crianza del macho. "Ellos están concentrados en la vaca productiva, la que produce leche cada día o la vaquillona que tiene que servir. La crianza del macho es lo último: cuanto antes se lo retire, mejor", dice.

Transcurrido un año desde su puesta en marcha, el feedlot  lleva más de 1.000 animales engordados.  "Actualmente, tenemos 450 en engorde y  unos 500 en los tambos en guachera y transición. Hago el seguimientos de los tambos, el despacho, los selecciono y se los manda a los corrales", cuenta Terán.

Una sociedad atípica

La diversidad de sus integrantes es una de las razones que hacen a esta sociedad única. Primero, en tamaño: Hay tres productores grandes que cuentan con más de 200 animales, mientras los más chicos llegan a las 22 cabezas. También,  se da en los roles, dado que uno de los miembros ofrece la hotelería en sus 10 corrales de feedlot. "Cobra el servicio del día de estadía como toda hotelería, que está en 100 gramos de kilo vivo de novillo. Hoy serían unos $2,10 porque estamos vendiendo el kilo de novillo Holando a $21 final", detalla.

Terán la cataloga como una "hoteleria especial porque cada productor manda su maíz y su concentrado para sus animales. Básicamente, tienen una  dieta a base de maíz entero, con un concentrado proteico peletado que viene con todos los componentes minerales de calcio y monensina. "Cada productor tiene una planilla de stock de su maíz, su rollo y su núcleo. A fin de mes hago el informe donde resumo las cantidades consumidas, los días de estadía, detalles de ventas e ingresos de terneros y el gasto de la hotelería", agrega.

¿Cómo lograron el consenso, siendo tantos socios y con características diferentes? Terán admite que no fue fácil y llevó su tiempo: "Antes de arrancar estuvimos cinco meses trabajando en un reglamento y pensando cuáles eran los puntos donde podía llegar a haber problemas. Por ejemplo, uno de los miedos era el porcentaje de mortandad aceptable dentro del feedlot. ¿Qué número podía considerarse como normal? ¿Quién se hacía cargo ante esa situación? Al final, discutimos un montón y  el porcentaje en el primer ciclo, con 1.000 animales, fue de 0,6. Terminó debajo del 1,5% que habíamos fijado".

También, consignaron una cláusula de protección para los productores, en caso que se produjeran muertes de animales por causas atribuibles al hotelero. Como medida, se creó un seguro de mortandad donde "a partir de la primera venta, se guarda la plata proporcional para devolverle al productor que pierda a su animal, porque dentro de los 10 productores hay tres que están arriba de los 200 animales cada uno". Por el momento, no ha sido un motivo de preocupación.

Siendo una región semiárida y seca, con buena amplitud térmica en verano, no sufren demasiados problemas de enfermedades. "Tenemos un plan sanitario de ingreso donde se aplican vacunas, cobre y antiparasitario. Contamos con un protocolo de manejo que toda ganadería de precisión tiene que tener", asegura. 

Un objetivo pasa por unificar los criterios: "Cada uno tiene su librito, pero también les estoy preparando un protocolo de crianza para uniformar prácticas de rutina de manejo. Por ejemplo, hay algunas que no vacunan a la vaca en preparto, como puede ser la vacuna de la diarrea viral para el ternero".

Soñar y soñar

Terán cuenta que están engordando en un promedio de edad de 13 meses y que el peso de salida es con 390 kilos netos, aunque este peso puede llegar a los 420 kilos por los diferentes biotipos dentro de la raza.

"Estaremos metiendo a cada animal unos 280 kilos de producción,  así que mirá la capacidad que hay. Si fuese un proyecto de ganadería de carne, se compra un ternero de destete de 180 kilos, sea Braford o Brangus. Y acá se están vendiendo terneritos gordos de 330 kilos. En un feedlot de carne tradicional, se le mete 150 kilos a un Brangus, un Braford o uno con mezcla sintética. Nosotros estamos poniéndole 280 kilos a cada animal. Hoy, con el faltante de hacienda, debemos cargarle los máximos kilos a cada animal.

A días de empezar a comercializar su propia carne (ver La carnicería, el último...), todas son sonrisas dentro del grupo. El cambio de política entusiasma con la posibilidad de comercializar al exterior. "El Holando es fácilmente llevable a un peso de exportación. Es un animal trazado, con tambos libres de brucelosis o tuberculosis", explica Terán que se entusiasma: "Es un proyecto muy interesante. Hay que soñar y las cosas se van dando".

La carnicería, el último eslabón de la cadena

Aún queda la frutilla del postre para Terán y Cambio Rural Lechero. Se trata de "Nuestro Holando", la marca propia que comercializará la carne que ellos mismos producen y que en la actualidad la destinan "a venta directa en pie". 

"La idea es que nosotros nos autovendamos. El precio de venta va a ser el del mercado. Arrancamos con una en Tucumán y nos gustaría poner alguna otra", cuenta Terán. La idea era empezar a vender antes de fin de año, aunque los tiempos se extendieron un poco. Con el alquiler del local ya señado, la proyección es arrancar en marzo de 2016. Una vez que la pongan en funcionamiento, conseguirán una patente y se harán cargo del servicio de faena.

La calidad de la carne tuvo buena recepción en los compradores de gordo. "Está estudiado que la carne del Holando tiene menor marmoreo intramuscular, que significa menor grasa dentro del músculo. Es más sana y tiene una terneza excelente", explica. 

El proceso

Los Holando macho ingresan al engorde con 140 kilos. Ganan casi 280 kilos y, luego, salen a la venta.  

Cada productor tiene una plantilla de stock de su propio maíz, su rollo y su núcleo. Terán arma un resumen a fin de mes con toda la situación del animal (dieta, estadía, gastos, ingresos, etc.).   

Dentro del grupo de 10 productores, se destaca a la diversidad. Hay productores de 200 cabezas y otros más chicos, con 22 cabezas. Uno de los miembros aporta sus corrales para el engorde. 

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