miércoles, 3 de abril de 2013



Hoy la democracia necesita que pongamos toda la carne al asador



 
En este 2013 donde recordamos los 30 años de democracia, continúan muchas deudas pendientes, y sus acreedores son los sectores más desprotegidos. Basta ver, en el primer aniversario de la tragedia de Once, a los familiares de las víctimas solicitando desesperadamente justicia, mientras la falta de inversión, mantenimiento y la corrupción, como causas de la tragedia, siguen acechando a todos los que aún no fuimos víctimas, pero lo somos potencialmente.
La democracia debe garantizar una justicia rápida, transparente e independiente del poder político. Esa justicia independiente es uno de los pilares básicos de la República sobre la que se asienta la democracia. En la inauguración del año judicial el presidente de la Corte Suprema decía que "nadie cambia el reglamento o el árbitro para ganar el partido". Dicho de otro modo, en un Estado de Derecho no hay justicia "a la carta". Y también advertía que "se requieren reglas para cuando gane y cuando pierda, para cuando uno esté en el poder o cuando lo deje, cuando sea poderoso o sea débil". O sea, una justicia con absoluta independencia de los vaivenes políticos.
El ejercicio de la libertad de expresión es otra herramienta básica de la democracia. Implica escuchar y tener en cuenta al otro por encima de las diferencias, que son las que generan y enriquecen la discusión, una discusión sobre cuyo camino crecen los pueblos. Decir con qué cosas estamos de acuerdo y con cuáles no, sin ser considerados enemigos o traidores pertenece al pasado, pero que recordamos con tristeza frente a la pretendida imposición del relato único. Pensemos cuánto hace que funcionarios y ciudadanos no nos sentamos a discutir qué necesita el país para estar mejor y cuáles son las estrategias para lograrlo. Lo decíamos en la asamblea en Roque Sáenz Peña: no buscamos subsidios, queremos producir mejor y de modo más rentable porque esto redundará beneficiosamente en la vida económica argentina.
La consolidación de la democracia exige un aprendizaje colectivo de valores, entre ellos la tolerancia, que implica reconocer la pluralidad y la diversidad. La plena vigencia del derecho a la libertad de expresión está garantizada por nuestra Constitución Nacional y en distintos tratados internacionales, y esto torna antidemocrático cualquier intento de limitar la difusión de las voces diversas. Es fundamental que asumamos que cada uno de nosotros tiene el derecho y la obligación de convertirse en custodio y defensor de la plena libertad.
Todos los que integramos CRA estamos convencidos y lo ponemos en práctica. Sirvan como cercano ejemplo las asambleas que junto a cientos de productores venimos realizando en todo el país, con la convicción de que la participación y el compromiso implican ejercitar libre y responsablemente el rol de ciudadanos. En estas asambleas cada aporte suma, cada opinión cuenta, cada presencia genera y garantiza la discusión. Lo único que está fuera de discusión es que debemos discutir. Cuando se obstaculiza el libre debate se limita la libertad de expresión y se resiente el desarrollo del curso democrático.
Participemos. Los productores de todo el país tenemos una problemática común más allá de las particularidades de cada economía regional, y ese entramado nos convoca, nos compromete y nos impulsa a no resignarnos, a seguir luchando por los cambios. Las democracias son más ricas cuanto más valioso es su capital humano, y nuestra sociedad sólo podrá ser próspera si la institucionalidad que sostiene esa democracia es sólida y sostenible.
En este año trascendental para la vida política de la Argentina defendamos la vigencia de las libertades individuales y de todos los derechos fundamentales. Practiquemos una participación y un compromiso contagioso, la apatía y el aislamiento desmerecen la calidad de ciudadanos y nos relegan a ser espectadores en un escenario que necesita protagonistas. Hace 30 años recuperamos la democracia: hoy es urgente recuperar la calidad institucional, la transparencia de los actos de gobierno, la plena vigencia de los tres poderes independientes y de todos aquellos principios que hacen al Estado de Derecho. Es momento de poner toda la carne al asador: la calidad de nuestra democracia depende de todos y cada uno de nosotros. Y vale la pena.

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