sábado, 6 de abril de 2013

Entrevista a Andrés Pérez Cruz, presidente del directorio de la Corporación Chilena del Vino 
El ejecutivo nos entrega su visión de la labor realizada por la CCV este último año, y sus expectativas frente a los desafíos y proyecciones para el presente año 2013

¿Qué hitos positivos destacaron en la industria del vino en el pasado año 2012?
Uno de los primeros hechos positivos fue haber sorteado un año difícil en términos comerciales. En el mundo se produjo una importante disminución en los ingresos de las personas y existieron dificultades con los países competidores: España muy decaída, Italia y en general Europa. Por lo tanto, haber sorteado esa situación y haber terminado con los números que terminamos, más o menos estables, es positivo para la industria.
Además, el haber sorteado positivamente todos los estragos provocados por el terremoto, como el tema de la gran producción de uva que tuvimos. A pesar de que para la industria no es positivo este gran volumen de producción (cerca de 1.250 millones de litros), lo que sí es positivo fue que pudimos sobrellevar dichos números y las dificultades que ello conlleva. Siempre detrás de una mala noticia hay elementos positivos, son desafíos que supimos afrontar.
Y un tercer hecho a destacar, es que la industria ha sabido mantenerse a flote con el dólar al precio de hoy en día. El 75% de los vinos producidos en Chile se exportan, por lo tanto lidiar con esos precios y haberse mantenido a flote y vivo es algo destacable y muy positivo. Podría haber sido más dramático y caótico. Hay muchos pequeños productores que están en una muy apretada situación, y felizmente por una condición de precios de años anteriores han podido sortear estas dificultades, principalmente el precio de la uva.
Sin embargo, me gustaría mencionar un par de hechos importantes que marcaron negativamente el año 2012. Por ejemplo, el tema de la gran producción que hubo declarada por el Servicio Agrícola y Ganadero - SAG. Frente a esas cifras, encontramos que esos números están distorsionados, seguramente con la producción proveniente de las uvas pisqueras y las uvas de mesa. Mil 250 millones de litros nos parece una cifra excesiva que escapa a todas las proyecciones que se esperaban en la industria. Toda vez que hubo zonas que acusaban una sequía importante, curiosamente aparecieron producciones excesivas en los lugares citados. Hicimos ver nuestro parecer al SAG sobre este punto y esperamos que haya una fiscalización más potente de su parte para que nos se produzcan transgresiones a lo que es la normativa legal en la industria vitivinícola.
Otra cosa que nos preocupó, también, fue la medida de la tolerancia cero frente al consumo de alcohol. El proceso legislativo fue en extremo acelerado y nadie hizo ver el daño que se le podía hacer a la industria vitivinícola. Previamente a haber aplicado la ley, se podría haber hecho una campaña de consumo responsable, haber aplicado todas las medidas de control que se aplicaron con mucha pompa y mucha cosa mediática, como los alcotest. El asunto es el consumo responsable, porque si se hubiera realizado esa campaña, aplicado la legislación que había antiguamente, probablemente habríamos tenido el mismo resultado. El vino no es el responsable de todos los accidentes de tránsito, y de hecho no siempre el alcohol está involucrado. Hay muchas otras variables que son parte de la responsabilidad en los accidentes y no tiene por qué siempre atribuírselas al vino o al consumo de alcohol. Una buena parte de los atropellados y muertos en accidentes de tránsito son peatones, y a ellos no se les hace alcotest, pero sí a los conductores.
Y eso yo creo que fue un duro golpe para la industria nacional. Inmediatamente se vio reflejado en las cifras de venta. Algunas lo sufrieron más fuerte que otra, pero el hecho es que dentro de la industria fue un golpe fuerte. A pesar que la ley apunta a la medida de controlar el consumo y que las cosas se hagan bien, creo que hay campañas educativas que pueden ser igual o mejor asimiladas por la población. Definitivamente creo que hay que apuntar a otras medidas.
¿Cómo evaluaría el rol de la Corporación Chilena del Vino durante 2012?
El rol de la corporación ha sido importante dentro de la industria, ya que ha mantenido un equilibrio. La CCV está presente en varias instancias nacionales gremiales y de carácter gubernamental. Por ejemplo, frente a la Sociedad Nacional de Agricultura, en donde se tocan muchos temas transversalmente que repercuten en muchas industrias: pecuaria, de las frutas, vitícola, etc. Hay muchas cosas que se ven constantemente, como la energía, el dólar, la mano de obra, acreditación, financiamiento para los sectores, y son cosas que allí se están tocando y donde la Corporación ha tenido una participación activa en todas esas instancias de cooperación, tanto frente a las autoridades pertinentes como los gremios correspondientes.
Además, la CCV ha participado constantemente en la Mesa Vitivinícola, en la Mesa Laboral Agrícola y en la discusión del Estatuto del Temporero. Este último, bajo el alero de la Sociedad Nacional de Agricultura, es un proyecto que está en trámite legislativo y que no ha sido aprobado aún, pero que traerá elementos positivos para la industria. En la Mesa Vitivinícola se han visto todos los temas de competitividad y diferentes factores que inciden en la producción y en la facilidad de hacer esta industria más viable y económicamente rentable.
El rol de la CCV como unidad es muy importante y tremendamente relevante tanto como para sus miembros como para la industria en general. Muchas veces la acción gremial y la labor de este tipo de organizaciones no se pueden medir en números ni se logra apreciar bien el aporte. Sin embargo, una de las acciones más importantes realizada fue la de poner freno y hacer ver de mejor manera las medidas de los organismos que nos fiscalizan. Por ejemplo, antaño la Corporación tuvo un rol importante cuando el SAG estaba aplicando algunas medidas algo irracionales y poco económicas para el control de la lobesia botrana. En esa oportunidad, la Corporación tuvo una voz importante en ese tema y gracias a nuestra intervención, se dejaron de hacer labores muy costosas como el destole a los viñedos. El costo aproximado del proceso era de $600.000 por hectárea, una cifra aberrante, considerando que la industria debía soportarlo por los próximos años en que se volverían aplicar estas medidas de control y erradicación de la plaga. Esos controles eran obligatorios so peso de la fuerza y la ley, pero sobre todo, tremendamente costosos. Y así sucesivamente muchas otras cosas y aspectos. Aspectos que los asociados no ven que uno realiza y que son positivos para la industria. Y en términos de costos eso no se condice con lo que es una cuota social o una cosa de ese tipo.
En ese sentido, es importante señalar que el directorio completo de la CCV siempre se ha abocado a manifestar y a trabajar en pos de los pequeños productores. Ha sido siempre un trabajo transversal, abarcando a productores, elaboradores como todos nuestros socios, y el trabajo y el aporte del directorio es de forma generosa en pos de la industria, para que a nuestros asociados y al resto le vaya bien.
¿Cuáles son los principales desafíos de la empresa vitivinícola nacional para el año 2013?
El poder sortear la cosecha que, al parecer tiene similares a la del año anterior, con una escasez de mano de obra manifiesta. Según cifras entregadas por la autoridad, hay una demanda por parte de la minería y otros sectores productivos que se ha llevado a una gran cantidad de mano obra calificada,  por lo tanto, hay una falta en ese sentido, y sortear esas dificultades y salir adelante es un desafío importante.
Otro elemento a tener en cuenta es lo complicado que puede llegar a ser manejar una cosecha que eventualmente exceda el número esperado. Además, existen algunos sectores que tienen problemas por las condiciones climáticas que han imperado en este verano, casos de hongos como: oídios, botritis y otros. Y tal vez con una incertidumbre respecto a los precios que puedan recibir los productores por sus cosechas que muchas veces son por debajo de los costos de producción. Un posible atraso en la recepción de sus uvas y cierta producción que pueda quedar colgada en los viñedos.
Y está el desafío permanente de llevar a cabo una mejora continua en todos los procesos productivos con una mirada sensata y abierta a estructurar cambios cuando corresponda, viendo bien dónde estamos parados, qué es lo que estamos produciendo, para quién, cuánto y qué capacidad tenemos para producir. A veces hay que tomar decisiones duras, y es mejor tomarlas a tener que esperar buenos resultados y buenos precios, cuando a veces no son las variedades, las calidades determinadas y las producciones a lo que esperábamos. En ese sentido hay una parte importante del viñedo que hay que convertir, hay desafíos para lo que viene para adelante, lo que hay que plantar, y lo que están plantando, qué están haciendo, qué variedades, clones, qué producción esperan, qué precios esperan, hacer buenas proyecciones, etc.
Uno de los desafíos mencionados por personeros de gobierno es la reducción de la graduación alcohólica de los vinos chilenos, ya que eso le daría más chances de posicionarse y competir en el mercado internacional donde aún no ha podido ingresar. ¿Considera que se esté avanzando correctamente por este camino? ¿Qué cosas faltan para asumir este desafío y asegurar al mismo tiempo la calidad del producto nacional?
Eso siempre se ha podido hacer: exportar vino a países con menor graduación (11,5°). Lo que pasa es que antes había una normativa que otorgaba mayor responsabilidad al funcionario de turno para entregar el respectivo certificado o papel para la exportación. Por lo tanto, limitantes para el mercado externo y que eso se utilice como un argumento que nuestros competidores tienen una ventaja con respecto a eso, yo no creo que sea cierto. Esa “ventaja” siempre la han tenido. Ahora, lo que se hizo con la resolución exenta 8232 del SAG del 19 de diciembre de 2011 (Verhttp://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=1035553&idVersion=2011-12-30) fue ordenar y regular la forma de hacerlo. La respectiva resolución pide presentar una carta al SAG cumpliendo los puntos señalados y hoy cualquier empresa lo puede hacer, siempre que cumpla los requisitos que los vinos sean aceptados en el país de destino. Pero lo que pretende hacer Vinos de Chile al bajar la graduación alcohólica para los vinos de consumo nacional encuentro que es peligroso de acuerdo a lo que vivimos en el país, ya que las condiciones climáticas para producir vinos sobre 11,5° están más que dadas, aunque puede haber una condición muy remota y muy especial para lo cual eso podría abrirse un camino, pero con nombre y apellido. Pero ponerles la condición a todos que mediante aplicación de técnicas reguladas por el SAG para que uno le pueda bajar la graduación alcohólica me parece peligroso. Porque da pie para eventualmente abusar del agua, cosechar tal vez uvas que no tengan las mejores condiciones y nosotros creemos que eso iría en desmedro de la calidad, no tendría una ventaja comercial, menos en Chile.
La normativa me parece que es más un ordenamiento a la normativa previa, normar que la decisión no recayera en el personal de turno, sino que tuviera un reglamento establecido y claro, un proceso en donde hay una serie de aspectos que se deben cumplir y me imagino esos antecedentes quedan en carpeta respecto a cuándo se hace la exportación. En el fondo, de alguna forma es el prestigio del país es el que está en juego, un organismo del Estado es quien está poniendo el sello de veracidad de la información del producto que va  a otro mercado y tiene que cumplir con los requisitos que dice la legislación, y por lo tanto, ese producto no debiese tener agua ni ningún proceso que no cumpla con la reglamentación vigente. Tiene que cumplir con los requisitos, además, del país de destino.
Un detalle que cabe mencionar, es que a veces entran en juego actores que no son de la industria y que se ven estas ventanas que puedan haber eventuales ventajas o adulteraciones en los vinos, la graduación y cosas de ese tipo, se pone en riesgo una industria que exporta un 75% de su producción, equivalente a US$1.600 millones, por lo tanto es tremendamente riesgoso. No podemos exponer al país y el prestigio del país y a una industria que lo ha hecho bien hasta ahora, cayéndonos en tonteras.

¿Qué mensaje les daría a los socios de la CCV para este año 2013? ¿Qué pueden esperar nuestros socios y cómo la Corporación asumirá los desafíos del presente año?
El primer mensaje para nuestros socios es que tenga fe en lo que está haciendo el directorio de la CCV. Estos últimos dos años han sido un período difícil, en donde quizás se ha dejado de hacer algunas cosas, pero sí se han hecho muchas otras más que han sido en beneficio directo a los asociados. Que tengan fe y saquen bien las cuentas, ya que con la cuota social, el aporte que se hace sirve para hacer gestión gremial. Hay mucho que la CCV está haciendo y que tal vez no se vea en el día a día, pero sí hay aportes reales en términos económicos para los socios.
Uno de los desafíos de este año es la reaparición de la revista Vendimia, un anhelo de mantenerlo vigente, pero lamentablemente se pasó por un momento difícil en el que en términos concretos el avisaje no pagaba la revista y no era económicamente rentable. Pero este 2013 queremos mantener la revista porque lo consideramos un medio importante para comunicarnos y enviarle a los socios todas las buenas noticias que tengamos y hacerles ver los cambios tecnológicos, de eficiencia, técnica y que están aplicando en viñedos, vinos y todos los procesos.
Seguiremos trabajando con fuerza por cuidar y velar por todos los intereses de los socios y para que esta industria sea grande. A veces parecen palabras de mucho sentimiento, pero es la fuerza que le pone todo el directorio para que las cosas salgan adelante, no son solamente palabras, hay de verdad un compromiso tanto de la dirección como de todas las personas que trabajan en la asociación.
Y también necesitamos tener un feedback de lo que necesitan nuestros socios, porque este es un trabajo que nosotros creemos es lo apropiado, pero a veces las bases tienen formas de comunicarse para hacer saber y ver de maneras distintas y nos encantaría conocerlas. Queremos ser tanto proactivos como reactivos ante lo que necesiten nuestros socios, y por ello, nuestras puertas están abiertas, los canales de comunicación están abiertos para que nuestros socios nos hagan llegar cuáles son sus inquietudes y necesidades.

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