DESARROLLAN INOCULANTE QUE MITIGA EFECTOS DE LA SEQUIA EN GIRASOL

Científicos de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) desarrollaron un inoculante que permitirá mitigar los efectos del estrés hídrico (sequías) y aumentar la producción de girasol.

El nuevo producto mejora en forma notable los rendimientos del cultivo del grano, es económico, ambientalmente amigable y no tiene sustitutos en el mercado mundial de inoculantes, indicó la casa de altos estudios del sur de Córdoba.

Un inoculante -se explicó- es un concentrado de bacterias específicas que, aplicado en forma conveniente a la semilla poco antes de su sembrado, mejora el desarrollo del cultivo.

Su empleo es una práctica agronómica reconocida en el mundo por sus beneficios productivos y económicos, indicaron Sergio Alemano y Guillermina Abdala, del departamento de Ciencias Naturales de dicha facultad.

El estrés en el girasol provoca reducciones significativas en la cantidad de grano producido y en el contenido de aceite en grano, con pérdidas que pueden oscilar entre 20 y 80 por ciento.

Alemano indicó que “no existen en el mercado competidores directos, porque las empresas del sector trabajan, en general, con inoculantes para soja, trigo, maíz y maní”.

“En las grandes empresas la producción de inoculantes para girasol se encuentra recién en proceso de investigación y algunas inserciones comerciales a base del microorganismo azospirillum no muestran éxito aparente”, agregó el investigador.

La mejora en el desarrollo del cultivo pudo observarse en los estudios a campo realizados de manera conjunta entre el equipo de investigadores de la UNRC con la Estación Manfredi del INTA, en tres sitios diferentes.

En esas observaciones se lograron incrementos en el rendimiento de granos por hectárea de hasta 21,5 por ciento frente a lo logrado en la campaña 2008/2009.

Alemano dijo que en la actualidad se trabaja en otros productos que conformen un paquete tecnológico, con el agregado de un bioestimulante de crecimiento.

La importancia del descubrimiento radica en que la Argentina es uno de los principales exportadores del aceite de girasol del mundo, y entre 65 y 75 por ciento del grano producido en el país se vende al exterior, principalmente en forma de aceite.