jueves, 23 de agosto de 2012


“No vemos una mejora tecnológica”

Pese a haber recuperado competitividad en los últimos tiempos, la actividad sigue sin incrementar sus niveles de productividad, aspecto central para lograr una mayor cantidad de terneros.
Ojo. “La vaca vale, si nos da un ternero”.
Ojo. “La vaca vale, si nos da un ternero”.
Entrevistamos a Daniel Rearte para analizar la actualidad del negocio ganadero.
El especialista del INTA destacó la necesidad de aprovechar el contexto actual y así realizar un cambio estructural en la actividad, el cual permita mejorar los niveles actuales de eficiencia.
“Si bien a fines de 2011 preocupó la sequía que afectó a distintas zonas, la misma no causó las mismas consecuencias que en el pasado: se dio en un momento avanzado del periodo de servicio y, los campos que estaban bien organizados, no tuvieron mayores problemas”, le comentó Daniel Rearte a MOTIVAR, y agregó: “Los animales que entraron en buen estado al servicio de octubre, se preñaron.
Cuando la sequía empezó a mostrar sus efectos -entre diciembre y enero- la mayoría de las vacas perdieron estado corporal pero ya estaban preñadas. Estamos en épocas de pariciones y se está dando lo que pesábamos.
La caída en la preñez no atenta contra la zafra de terneros. La merma que podría haber existido fue compensada por el mayor nivel de entore: las vaquillonas que se habían empezado a retener en 2010 ya recibieron servicio”.
MOTIVAR: ¿Cómo ve el negocio?
Daniel Rearte: El pronóstico sigue siendo favorable: desde el incremento de precios en 2010, la ganadería no perdió competitividad respecto de la agricultura.
¿Y los niveles productivos?
Desafortunadamente las mejoras se siguen percibiendo más en la recría y el engorde que en la cría, donde los resultados siguen atados a la disponibilidad de lluvias en la primavera.
No estamos viendo aún una transformación tecnológica como la que esperamos.
Más allá de esto, es cierto que existe una mejora desde el momento en que producir terneros es rentable y lleva al ganadero a preocuparse más por algunas cuestiones: en los últimos dos servicios hubo una mayor dedicación en sanidad y alimentación, por ejemplo.
Esta es una expresión directa de una mayor visualización del negocio hacia la producción de terneros.
No obstante, siempre se mueve el mismo sector.
Sigue existiendo una gran cantidad de productores que parecería mantenerse al margen, sin reaccionar -como uno esperaría- en términos de adopción tecnológica para mejorar su eficiencia.
Es llamativo, ya que -en la mayoría de los casos- no hacen falta grandes inversiones, sino mayor vocación por incorporar las herramientas.
¿Cómo abordar a esos productores?
Y, por el lado de las presiones impositivas que se vienen.
Más allá de los reclamos -que no los discuto-, no tengo dudas que con los costos fijos que van a tener los establecimientos, la única salida será aumentar la productividad.
Debemos lograr que el negocio no sea acumular stock, sino producir carne.
“El empresario analiza el contexto, ve las cosas que no le convienen y reclama. Pero en ningún momento actúa en función de su estado de ánimo: el negocio le marca el camino”.¿Y por qué ello no ocurre?
¿Cómo imagina ese camino?
Tenemos que desactivar la fiebre por recuperar el stock.
Parecería que no se entiende que lo que ocurrió en Argentina fue producto de un cambio en la geografía productiva. Esto pasa en todo el mundo.
Hoy existe la necesidad de incorporar tecnología y aumentar la productividad porque la tierra es cada vez más escasa.
En zonas como la Pampa Húmeda podemos proponer que se deje de hablar de animales por hectárea y se avance sobre la necesidad de lograr kilos por hectárea.
Pero ya fuera de esta región, la clave pasa por aumentar la receptividad de los campos.
¿Hay más terneros?
En la actualidad y a nivel nacional, probablemente estemos cerca de los 13 millones.
Más allá de esto, recuperar una zafra de 14 millones de terneros, sin tener que recurrir a 24 millones de vacas, ya sería un gran progreso.
Es una situación más sustentable, que evitaría los riesgos de una sequía como la que nos dejó sin unos cuatro millones de animales hace unos años.
La producción de terneros se irá incrementando, pero lo interesante sería lograrlo sin tener que aumentar el stock.
Las contingencias climáticas van a ocurrir con mayor frecuencia, obligándonos a un mejor manejo de la carga animal.
Más allá de esto, uno no deja de sorprenderse del altísimo porcentaje de toros que siguen sin ser revisados en nuestro país.
La mejora que revertir esta situación permitiría, es inmediata.
Por varios motivos. Hay muchísimos muy buenos productores, pero pocos son verdaderamente empresarios.
El empresario analiza el contexto, ve las cosas que no le convienen y reclama, pero en ningún momento actúa en función del estado de ánimo: el negocio le marca el camino.
Uno de los problemas del criador es que le cuesta entender a la vaca como una unidad de producción.
La ve como una unidad de capitalización y eso no nos sirve.
Debemos instalar el concepto de que la vaca vale, si nos da un ternero.
¿Se sigue perdiendo terreno frente a la agricultura?
No, ya no. Se percibe una estabilización.
La pérdida de terreno estaba ligada a diferencias en los precios entre un negocio y otro.
Si bien no es de magnitud a nivel nacional, inclusive hasta hubo recuperación de superficie.
En provincias como Salta o Santiago del Estero, si no se logran 25 quintales de soja, conviene la ganadería.
¿Cuáles son sus expectativas?
Optimistas.
El contexto mundial nos deja cada vez menos margen para producir ineficientemente.
El valor de la tierra cambió para siempre y eso hace que aumente la presión por hacer rentable las superficies.
Se está invirtiendo.

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