Si hay un alimento que está altamente politizado, ése es la carne vacuna.
Junto con otros productos estratégicos, como la harina de trigo, el “bife” conforma el núcleo de la llamada “mesa de los argentinos”.
Durante el gobierno kirchnerista, de hecho, fue el foco de fuertes disputas y se convirtió en la variable de ajuste para forzar una baja de precios de la canasta básica, a través del cierre de las exportaciones.
Tras la llegada del macrismo, la realidad es que el sector hoy vive un contexto diametralmente opuesto: la Argentina acaba de regresar al top 10 de los principales exportadores globales y el consumo supera los 60 kilos per cápita, de los niveles más elevados en una década.
Sin embargo, dos factores amenazan a uno de los componentes más importantes de la dieta cotidiana del país:
-La histórica sequía, que está golpeando al campo, amenazando con malograr 10 millones de toneladas de soja y maíz y que ahora empezó a pegar en el sector ganadero.
-La devaluación acumulada en los últimos dos meses, que funciona como una olla a presión, dado que este avance todavía no se trasladó en toda su magnitud a los precios que pagan los frigoríficos a los productores.
En este contexto, expertos alertan que, tras la relativa quietud que han venido exhibiendo los valores de los principales cortes de carne vacuna que consumen los argentinos, se está consolidando un escenario en el que sobrevendrá una “corrección importante” de cara al inicio del segundo trimestre.
“Los precios de la carne van a sufrir una aceleración. Primero, porque en el sector ganadero se deterioró bastante la rentabilidad frente a la suba de costos y porque los emprendimientos ya están empezando a incluir el impacto de la sequía”, plantea Guillermo Villagra, director de la cosultora agropecuaria OpenAgro.
Según el experto, “en el sector se espera un incremento del 10% para el kilo vivo a lo largo de este mes, porque los valores quedaron rezagados. Y parte de esta corrección importante se va a trasladar a los comercios, es inevitable”.
El titular de una de las principales cámaras sectoriales también se refirió al tema: “Los costos para el sector subieron más que los precios de la hacienda. Si la sequía, que ya es la peor en varias décadas, se agrava, entonces esto se va a notar más rápidamente en las carnicerías”.
“Basta fijarse que cualquier corte vacuno quedó barato en comparación con la evolución de los precios del resto de la economía”, acotó el directivo, que pidió off the record por entender lo antipático que resulta hablar de subas cuando la inflación vuelve a ubicarse en el centro de las preocupaciones de los argentinos.
El impacto de la sequíaLo cierto es que, en la actualidad, el mercado mayorista está muy bien abastecido.
En enero, el número de animales faenados se incrementó un 10% respecto al mismo mes del año pasado y se ubicó un 5% por encima del promedio de la última década.
Sin embargo, desde el Consorcio de Exportadores marcaron un dato que genera preocupación: en el arranque de 2018 se mantuvo elevada la proporción de hembras sobre el total sacrificado, con un nivel del 45%.
El problema es que hubo una contribución importante de animales jóvenes, un indicador que, según la entidad, “refleja un escaso estímulo para recomponer las existencias”.
En otras palabras, esto significa que más productores se están enfrentando al grave problema de la sequía y que están comenzando a liquidar parte del rodeo ante la suba de costos que implica alimentar al ganado, justo cuando las pasturas empiezan perder calidad de manera acelerada.
Desde el Movimiento CREA, conformado por más de 2.000 empresas agropecuarias, alertan que los emprendimientos “están ante una situación compleja y en estado de alerta por el resultado productivo esperado frente a la sequía”.
“Los productores ganaderos ya están condicionando sus decisiones por la seca y serán los que sufran los mayores impactos en el mediano plazo”, advierten, al tiempo que estiman en más de u$s2.000 millones las pérdidas por cuestiones climáticas.
Como consecuencia de estos problemas, “los ganaderos están adelantando los destetes”.
Desde el Mercado Ganadero de la Bolsa de Rosario, su director ejecutivo, Raúl Milano confirma que en el primer remate del año de la entidad hubo “muchas cabezas” y que “la principal causa fue la sequía”.
“La ausencia de lluvias en las principales regiones ganaderas del país prendieron una luz de alerta en toda la cadena productiva”, señala.
De esta forma, el directivo confirma que el incremento de los volúmenes consignados expresan “el faltante de pasto en el campo y la situación compleja del maíz y de la soja -necesarios para complementar la alimentación-. Por lo cual, muchos decidieron utilizar su histórica ‘caja de ahorro’, que es la hacienda, para hacer frente al impacto de la seca”.
“Lo que el productor tiene a mano para hacer dinero es la vaca y allí aparece la mayor oferta”, agrega Milano.
Villagra coincide al señalar que “los criadores se encuentran con que las pasturas no crecen y se les está disparando el costo de mantener a los animales. Por eso muchos de ellos, como último recurso, de a poco están comenzando a aliviar los campos, porque con el alimento que tienen no dan abasto”.
“La ecuación no les cierra, especialmente a los emprendimientos más chicos, que no tienen espalda financiera. Por eso vamos a ver más animales que se envían a faena”, señala el experto.
Los precios, muy estables por ahoraEste mayor volumen, sumado a que el efecto devaluación no se trasladó en su totalidad al precio en pesos que paga el mercado mayorista, provoca que el valor de la materia prima que abonan los frigoríficos haya estado estable en los últimos meses, situación que terminóbeneficiando a los consumidores.
Según datos del IPCVA, si se toma una canasta de cortes clásicos (bola de lomo, peceto, cuadril, asado y lomo), hasta enero los valores al público habían acumulado un alza promedio del 18% respecto del mismo mes del año pasado.
Esto decir que los valores se movieron unos 7 puntos por debajo del índice general de precios (que fue del 25% en ese mismo período) y unos 10 puntos menos que los salarios (27% durante el año pasado).
Además, en los últimos cuatro meses, el rubro carne tuvo una evolución de apenas 0,8% mensual en promedio.
El hecho de que las billeteras de los argentinos se hayan fortalecido frente a los precios en las carnicerías permitió que el consumo se potencie.
Así las cosas, en enero se estima que se alcanzaron los 63 kilos per cápita, una de las cifras más elevadas de los últimos años.
Anticipan suba en el corto plazoAhora, los expertos no consideran viable que la demanda interna se mueva por encima de esos niveles, ya que ahora esperan una corrección al alza –que arrancará en el campo- y que se hará sentir en las góndolas de supermercados y mostradores de carnicerías.
Así, anticipan que llegará el “efecto búmeran“. Es decir: tras un período de precios a la baja por una industria frigorífica muy bien abastecida,sobrevendrá una corrección.
“En promedio, el rodeo está saliendo de los campos con entre un 15% y un 20% menos del peso ideal, porque el clima hoy complica alimentarlos”, sostuvo Villagra.
Según el experto, cada animal debe consumir el equivalente al 3% de su peso por día. Pero cuando las pasturas escasean, hay que complementar con un 40% de granos. El problema es que el maíz hoy cuesta un 40% más que el año pasado, mientras que la soja se disparó un 50%.
Un cálculo estimativo plantea que una explotación con 200 animales deberá gastar hoy unos $80.000 extra por mes para alimentar a un rodeo por el cual el productor recibe un valor menos rentable.
En el mercado plantean que la mayor necesidad de contar con maíz y harina de soja para convertirlas en proteína animal generará un sobrecosto a toda la cadena ganadera y láctea de más de u$s1.000 millones. Y que esto se terminará trasladando a precios.
“El costo por kilo de maíz casi no se compensa cuando se hace la conversión a un kilo de carne. Por eso vemos más productores que, ante la falta de estímulos, están decididos a desprenderse de una porción del rodeo“, afirmó Villagra.
A esto se sumará el efecto devaluación, que provocó una suba de los costos atados al dólar pero todavía no mejoró el valor del ganado.
El valor de la hacienda en pie se mantuvo en pesos, por lo que tras el avance del billete verde, quedó en u$s1,46 por kilo vivo, el nivel más bajo en casi ocho años.
“Hoy el precio que se paga en el mercado interno, en dólares, está por debajo del de Brasil o Uruguay“, afirman desde Openagro.
Según Villagra, una vez descontado Ingresos Brutos, Ganancias y todos los gastos logísticos y de comercialización, hoy están quedando en mano del productor unos $6.000 por cada ternero de 160 kilos.
Una cifra que consideró “insostenible en el corto plazo”.
En este contexto, desde OpenAgro señalan que “frente a esto, se espera un avance de precios importante, del 10%”, que compense el efecto devaluatorio, que pase a contemplar en la ecuación el sobrecosto que está generando la sequía y que ponga los valores domésticos en línea con lo que están pagando los importadores a productores de otros países de la región.
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