viernes, 24 de agosto de 2012


La producción cebollera tiene muchos puntos que atender

La actividad es “Brasil-dependiente”, lo que tiene fuerte incidencia en el sector cuando el vecino país baja sus compras como ocurrió este año. También hubo problemas sanitarios.
Pelar una cebolla causa una irritación ocular. Junto con este hábito de la naturaleza humana viene quedando anclada una disminución de la cadena de valor en el complejo productivo regional. La culpa son las menores compras del Brasil y, en segundo lugar lejos, Europa.
Como la mayor agilidad está en el mercado brasileño, los indicadores aproximados de partidas argentinas acordadas hacia el vecino país dan cuenta que las 26.000 toneladas menos que no fueron a exportación (30% sobre temporada 2010-2011) arrojaron una pérdida de ingresos por unos 15.600.000 pesos.
Estas ponderaciones surgen de una operación matemática. Basta mezclar ese decadente volumen productivo (1.040.000 representados en bolsas) con un presunto precio de 15 pesos de mercado por bolsa que contiene 22 kilos con precisión milimétrica. Hay que tomar en cuenta que la volatilidad de precios enunció valores de venta más bajos, ubicando al envase en 11 pesos (ver aparte).
Aun así, los 15,6 millones se pueden adoptar como el promedio de la marca argentina dentro de los envíos hacia el vecino país y ultramar. La crisis por la caída de ingresos se nota tanto en el área bonaerense del río Colorado como en los valles patagónicos de Río Negro.
“La ausencia de recursos no generados específicamente por la exportación se nota, además, en los pueblos como otra merma adicional”, según Daniel Iurman, del INTA-Hilario Ascasubi, autor de esa cuenta y de una profusa investigación sobre “Aspectos del mercado de cebolla”.
Sin ánimo de seguir sumando, el experto pone como ejemplo que existen otros cortes de tentáculos en perjuicio de los productores. Las pérdidas –indica– se traducen también en disminuciones sobre generación de fuentes de trabajo, empaque o gastos de combustible y, en consecuencia, se transforman en incidencia negativa del movimiento comercial.
La masa productiva regional ubica un saldo exportable con un piso de 102.000 toneladas en las estadísticas hasta mayo. El promedio anual 2003-2011 –también hasta mayo– venía contabilizando 128.000.
En el mismo sentido se pronuncia la coordinadora del Programa de Certificación cebollera, Úrsula García Lorenzana (Funbapa). Cortita y al pie, diagnostica: “La realidad es que la variedad ‘Val-14′ se exportó menos, fuimos más que nunca ‘Brasil-dependiente’ con un 80% de envíos”.
Otro llamado de atención se produjo por serios problemas sanitarios. Provocaron muchos rechazos, y con agentes causales derivados del manejo del agua. A partir de allí, se dice, una bacteria suele entrar por el cuello de la planta y luego la podredumbre del bulbo no se ve en las clasificadoras.
De cara al futuro, García Lorenzana recomienda que para ganar mercados hay que estudiar esos agentes causales y capacitar a los operadores en el riego.
El trabajo en el campo

En lo medular, el informe de Iurman –que brinda un panorama de la situación de producción y comercialización– se basa entre otros detalles en los registros del XV Seminario de Cebolla del Mercosur, desarrollado en abril pasado en el Estado carioca de Paraná. Algunas características destacadas mencionan que en el sector predominante en la Argentina, sur de Buenos Aires y Río Negro obtienen de los surcos las denominadas “cebollas de días largos”.
Se sembraron 13.100 hectáreas en Buenos Aires, valle bonaerense del río Colorado y 4.800 hectáreas aproximadas en Río Negro. La actividad cebollera impulsa el mayor valor bruto agropecuario del valle bonaerense con una superficie fluctuante de entre 12.000 y 16.000 hectáreas.
Este modelo cuenta con un millar de hectáreas de riego por aspersión, aproximadamente un 30% de la producción es levantada en forma mecánica con la utilización de un centenar de cosechadoras, la mayoría fabricada en la zona. Los costos de producción fluctúan entre los 15 y 20.000 pesos por hectárea según el caso y tipo de productor.
El rinde medio de la zona es de 40-50 toneladas por hectárea y el arrendamiento pagado promedio, de 15 toneladas por hectárea (600 bolsas de entre 22 y 25 kilos). El costo en el campo de la cebolla propia varía entre 0,43 y 0,80 pesos por kilogramo.
Mirando al Norte

Brasil es un importante productor mundial, pero a juzgar por las investigaciones de Iurman, su producción no le basta para satisfacer su consumo interno, debiendo importar cupos para completar su mercado principalmente de marzo a junio. Su principal abastecedor es (o era) considerado la Argentina.
La importación total de los últimos años ronda las 200.000 toneladas. La producción en Brasil ha presentado un incremento pasando de producir 1,2 a más de 1,4 millones de toneladas (el doble que la Argentina). La exportación brasileña no representa volúmenes importantes, siendo ocasional en función de la necesidad de los mercados vecinos principalmente.
Dentro de los puntos de salida de la mercadería argentina, la campaña de conquista de las góndolas cariocas comenzaron de manera auspiciosa en febrero, con un interesante número de cargas de comienzos de mes, puntualiza la investigación.
Luego hubo una merma en el nivel de operaciones registradas, presentándose marzo con el nivel de actividad más bajo de los últimos años. En abril y mayo trepó la cantidad de envíos hacia afuera. Hasta mayo se llevaban exportadas las cuestionadas 102.000 toneladas menos.
¿”Enfermedad holandesa” contra LA Argentina?

En la década del 60, en la tierra de los tulipanes y los molinos de viento se acuñó un término llamado el “síndrome o mal holandés”, asignándole consecuencias dañinas –en términos económicos– a un país cuando experimenta un crecimiento inesperado en sus ingresos en divisas.
Por entonces, la aparición de grandes yacimientos hidrocarburíferos dieron como resultado el incremento de divisas. El florín como moneda “orange” se apreció, lo que afectó la competitividad de las exportaciones no petroleras.
Una paradoja para los intereses argentinos. Holanda produjo la misma cantidad de cebolla que todo Brasil. Esta situación –descubre Iurman– trajo problemas de sobreoferta y baja rentabilidad del productor cebollero europeo.
Sobre el punto, García Lorenzana advirtió que los holandeses colocaron en Brasil 40.000 toneladas y por lo tanto “no sólo no pudimos mandar a Europa, sino que tuvimos menos chances, y aunque sea de inferior calidad”. Agregó que “causó un efecto psicológico, porque los holandeses tuvieron superproducción, y es cebolla vieja y de frío, con lo cual antes de tirarla la mandaron a Brasil a menor dinero”, lo que causó estragos en la competitividad.
Perspectivas

En el informe del INTA se pone en alerta sobre que los resultados del presente año en el sur no estimulan la siembra para el próximo período. Los valores pagados apenas cubren los costos de producción y permiten una ligera capitalización en el mejor de los casos.
En Brasil, sus productores no sintieron el efecto del ingreso del bulbo europeo de la misma forma que en la Argentina.
Las informaciones que llegan desde Holanda principalmente refieren al interés del sector cebollero de ese país en ganar más participación en el mercado latinoamericano, especialmente en los principales centros de consumo de Río de Janeiro y São Paulo.
Desde la Asociación Nacional de Productores de Cebolla carioca (Anace) ya se han mostrado preocupados por esta situación, manifestando que con el aporte propio –y el argentino cuando falta el producto brasileño– el mercado local está satisfecho.
Para los especialistas, éste es un escenario complejo en virtud de que una mayor oferta del Brasil, adicionada a un posible mantenimiento o ligera disminución de la entrada de bulbo europeo en el principal socio comercial, vería a priori reducidas las cantidades demandadas por este mercado.
Esta producción tiene por característica ser muy dinámica, de acuerdo con el informe, y no es infrecuente que circunstancias comerciales o climáticas generen cambios en la previsión.

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