Fue esta institución la que impulsó el desarrollo de normas técnicas que permitieron el desarrollo notable de rubros como el de la exportación de espárragos peruanos. Ahora buscan repetir con otros productos.
Detrás de las historias de éxito de la agricultura peruana en el mundo hay muchos actores que no siempre cobran reconocimiento. Uno de ellos puede ser el Instituto Nacional de Calidad – INACAL, que, en conjunto con los grupos interesados en el desarrollo de diversas cadenas productivas, establece normas básicas que permiten la certificación de los productos peruanos que se enviarán a los mercados internacionales.
Rosario Diaz, especialista de INACAL, recuerda especialmente cómo el trabajo conjunto con los productores de espárrago permitió que esta hortaliza peruana se posicionara en el tope de las preferencias mundiales.
“Desarrollamos un círculo virtuoso. Fue una experiencia interesante con la cadena productiva del espárrago, pues acompañamos a todos los esparragueros del Perú desde sus inicios hasta convertirnos en los primeros productores y exportadores del mundo”, resalta.
En esta línea, refiere que lo primer fue estandarizar los procesos de campo e implementar las buenas prácticas agrícolas, los procedimientos de poscosecha y garantizar la calidad del producto con su transporte y logística. “Las normas sirven para definir características y, luego que estas normas se establecen, se difunden, se capacitan y vienen los esquemas de evaluación. No se puede uno aventurar a promover certificación o una marca de conformidad sin establecer primero estándares para el satisfactorio desarrollo de este proceso de calidad”, refiere.
Esta buena labor ahora espera replicarse con éxito, explica, en otros productos que están empezando a ganar un perfil importante también en el extranjero como la lúcuma y el sacha inchi, de tal forma que puedan superar sin problemas las evaluaciones de nivel internacional como la reconocida Global GAP en el ámbito agrícola.
Agrega que INACAL elabora estándares tanto locales como internacionales, involucrando a todas las partes que conforman la cadena productiva, considerando aspectos de inocuidad, impacto social, ambiental y demás requerimientos.
Uno de los próximos grandes avances que se darán desde la institución es el desarrollo de la norma técnica del chocolate y cacao, que se espera para este 2018.
Sin bien la gran mayoría de historias son positivas, Rosario Díaz, reconoce que existen rubros, como el del algodón, donde hay estancamiento.
“Teníamos un comité de algodón hace muchos años, se trabajaron normas… en 2012 el Consejo Nacional de Competitividad nos reunió para fortalecer la cadena productiva del algodón, promover la calidad, y saltó el tema del mejoramiento genético. No se logró lamentablemente que ninguna asociación complemente este trabajo, tenemos definiciones de muestreos como normal nacional y cinco normas técnicas”.
Agrega que este avance, si bien está vigente, debe revisarse, ya que las normas deben actualizarse cada cinco años.
Detrás de las historias de éxito de la agricultura peruana en el mundo hay muchos actores que no siempre cobran reconocimiento. Uno de ellos puede ser el Instituto Nacional de Calidad – INACAL, que, en conjunto con los grupos interesados en el desarrollo de diversas cadenas productivas, establece normas básicas que permiten la certificación de los productos peruanos que se enviarán a los mercados internacionales.
Rosario Diaz, especialista de INACAL, recuerda especialmente cómo el trabajo conjunto con los productores de espárrago permitió que esta hortaliza peruana se posicionara en el tope de las preferencias mundiales.
“Desarrollamos un círculo virtuoso. Fue una experiencia interesante con la cadena productiva del espárrago, pues acompañamos a todos los esparragueros del Perú desde sus inicios hasta convertirnos en los primeros productores y exportadores del mundo”, resalta.
En esta línea, refiere que lo primer fue estandarizar los procesos de campo e implementar las buenas prácticas agrícolas, los procedimientos de poscosecha y garantizar la calidad del producto con su transporte y logística. “Las normas sirven para definir características y, luego que estas normas se establecen, se difunden, se capacitan y vienen los esquemas de evaluación. No se puede uno aventurar a promover certificación o una marca de conformidad sin establecer primero estándares para el satisfactorio desarrollo de este proceso de calidad”, refiere.
Esta buena labor ahora espera replicarse con éxito, explica, en otros productos que están empezando a ganar un perfil importante también en el extranjero como la lúcuma y el sacha inchi, de tal forma que puedan superar sin problemas las evaluaciones de nivel internacional como la reconocida Global GAP en el ámbito agrícola.
Agrega que INACAL elabora estándares tanto locales como internacionales, involucrando a todas las partes que conforman la cadena productiva, considerando aspectos de inocuidad, impacto social, ambiental y demás requerimientos.
Uno de los próximos grandes avances que se darán desde la institución es el desarrollo de la norma técnica del chocolate y cacao, que se espera para este 2018.
Sin bien la gran mayoría de historias son positivas, Rosario Díaz, reconoce que existen rubros, como el del algodón, donde hay estancamiento.
“Teníamos un comité de algodón hace muchos años, se trabajaron normas… en 2012 el Consejo Nacional de Competitividad nos reunió para fortalecer la cadena productiva del algodón, promover la calidad, y saltó el tema del mejoramiento genético. No se logró lamentablemente que ninguna asociación complemente este trabajo, tenemos definiciones de muestreos como normal nacional y cinco normas técnicas”.
Agrega que este avance, si bien está vigente, debe revisarse, ya que las normas deben actualizarse cada cinco años.
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