En el año 2017 comenzaron a verse los cambios que trajo el gobierno de Mauricio Macri para el sector de la carne.
Tanto la revalorización del dólar (que el kirchnerismo en su etapa final mantenía pisado en alrededor de 10 pesos argentinos) como las medidas puntuales que favorecieron la exportación de carne (eliminación del 15% de retenciones, quita de restricciones a la exportación, instauración de reintegros), hicieron crecer las ventas al exterior en un 33% en volumen respecto al 2016, sin resentir el consumo interno (más bien al contrario). La insaciable demanda de China hizo el resto.
Esta situación estaría volviendo a incluir al país en el top ten de los exportadores de carne, calesita de la que la había tirado a empujones el gobierno anterior, ya que en 2005 el país todavía tenía el tercer puesto del ranking (aunque Brasil ya hacía un lustro la había superado).
Pero en 2006 Néstor Kirchner empezó a parar las exportaciones por la fuerza y los envíos de carne argentina quedaron por detrás de los de Uruguay. Cerca de cincos años más tarde, la insistencia en la política antiganadera de su viuda, Cristina Fernández, llevó a que también Paraguay le ganara en exportación de carne.
Hoy la tendencia es claramente otra, pero el crecimiento evoluciona lentamente en función de los ritmos biológicos rumiantes y la difícil reanudación de relaciones comerciales lastimadas.
De esta maneras, en el año 2017, incluso siendo el país que más creció de la región en ventas al exterior, un 32% con 208.638 toneladas versus 157.660 del año anterior; Argentina exportó solo un 10,3% de todo lo que despachó el Mercosur.
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