Parecen lejanos aquellos días en que los fondos de inversión agrícola salieron de las sombras y llamaron la atención de toda la opinión pública.
Era en pleno conflicto del campo, cuando la población argentina se asombraba de un instrumento financiero al alcance de inversores relativamente pequeños, con el que se podía obtener un rentabilidad anual de 30% en dólares.
La lejanía no sólo se debe a la década transcurrida desde entonces, sino a la dificultad en volver a aquellas marcas de ganancias que ocurrían en pleno boom sojero.
Luego de esa bonanza, los fondos debieron ingeniárselas para reinventarse y afrontar una realidad menos amable -tanto en el contexto de precios internacionales como en las políticas nacionales-. Así lograron estabilizarse en una renta nada despreciable que puede promediar un 15% en dólares en un año “normal”.
De esa manera, consolidaron una clientela de ahorristas medianos que no se contentan con utilidades pequeñas y que están dispuestos aasumir los riesgos propios del negocio agropecuario.
Hubo un empujón político que revitalizó este tipo de inversiones tras el cambio de gobierno, cuando se sinceró el precio del dólar y se eliminaron retenciones de exportación para todos los cultivos -excepto la soja, que inició un camino de descenso gradual-.
Pero ahora llegó el momento crítico. Con una sequía inédita que, según las proyecciones, ya se cobró 10 millones de toneladas de soja y cinco millones de toneladas de maíz -y podría provocar una baja de exportaciones de más de u$s4.000 millones, según la Sociedad Rural-, llegó que estos fondos de inversión deben demostrar si tienen capacidad de sortear turbulencias.
Los administradores afirman que así es, porque crisis pasadas, como la histórica sequía del 2009, dejó enseñanzas que se están aplicando ahora: básicamente, la diversificación de cultivos y de zonas geográficas para un mismo fondo, de manera de compensar las pérdidas del sector núcleo pampeano.
El desafío, en definitiva, es lograr una rentabilidad aceptable incluso en un año en el que varios productores se resignan a anotar un rojo de punta a punta.
Estos fondos agrícolas son un mecanismo de inversión para personas que no necesariamente están vinculadas con el campo, basados en un sistema de producción con un plan de negocios, que puede incluir sólo cultivos o estar combinados también con ganadería.
Este formato de inversión se conforma a través de un fideicomiso privado (sin oferta pública), en el cual los participantes (fiduciantes) se adhieren a un contrato donde quedan establecidos los derechos y deberes de cada una de las partes.
“Durante los últimos 15 años se han formado varias empresas queriendo armar fondos de inversión agropecuarios, pero muchas quedaron en el camino por no tener la diversificación o el conocimiento necesarios para llevar adelante un proyecto de este tipo”, subraya Guillermo Villagra, director de OpenAgro S.A.
Según fuentes del sector, hubo un proceso de “depuración, de tal forma que hoy existen sólo algunas firmas con trayectoria superior a los siete años en el mercado que canalizan este tipo de instrumento.
Entre ellos se destacan:
-OpenAgro: 14 años de historia. Se especializa en agricultura y ganadería, diversificando zonas en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y La Pampa.
-Adblick Agro: 6 años de trayectoria, con varias opciones como agricultura, ganadería, olivares y cría de corderos, entre otros. Generalmente terceriza la producción y se encarga netamente del gerenciamiento.
-GestionAr: posee diez campañas agroganaderas de experiencia, y su sistema se basa en un fideicomiso privado, que se dedica al alquiler de campos y a la producción de ganado, cereales y oleaginosas (maíz, soja, girasol, trigo).
-Loma Alta: siete años de historia, se focalizan en la Pampa húmeda y Litoral.
Claves para los ahorristas
Desde el lado del ahorrista que decide apostar por estos instrumentos, debe tener en cuenta que, por lo general, el monto mínimo que debe desembolsar para ingresar parte de entre los u$s10.000 a u$s20.000. En tanto que el valor promedio de inversión registrado es de unos40.000 dólares.
Desde el lado del ahorrista que decide apostar por estos instrumentos, debe tener en cuenta que, por lo general, el monto mínimo que debe desembolsar para ingresar parte de entre los u$s10.000 a u$s20.000. En tanto que el valor promedio de inversión registrado es de unos40.000 dólares.
“El perfil tipo está orientado a directivos de compañías que buscan diversificar sus ahorros en la economía real, aprovechando uno de los sectores más dinámicos y rentables de nuestro país”, resume Juan Pablo Carrera, director de negocios de Adblick Agro.
En resumen, los ahorristas ven en los fondos agrícolas una forma de seguir en paralelo al dólar, ya que las materias primas siguen la evolución de la moneda estadounidense.
Al respecto, Villagra agrega que es un negocio muy dinámico ya que “la gente puede entrar y salir anualmente”. Sin embargo, al tratarse de un instrumento con sus riesgos, recomienda mantener la inversión al menos por un par de campañas.
En este sentido, agrega que, aquellos que sufrieron un año regular, luego terminan promediando con otros ciclos positivos. Esto explica por qué se da un incremento anual en la cantidad de inversores que oscila entre 10 a 15 por ciento anual.
En este contexto, desde los fondos muestran bastante cautela para este 2018, faltando poco más de un mes para que el grueso de la cosecha salga por los puertos.
El problema climático es indisimulable. Pero la diversificación es la llave que permitirá que algunos fondos (e inversores) transiten el año con un poco más de cintura.
Más teniendo en cuenta que, en el último año, los precios de los granos pegaron un interesante salto:
-La soja cotiza a casi $6.000 la tonelada, un 55% más que hace un año.
-El trigo se mueve en torno a los $3.770 la tonelada, casi 58% por encima de igual período de 2017.
-El maíz, en tanto, vale $3.610, lo que implica un salto interanual del 54%.
El analista especializado en agronegocios, Salvador Di Stefano, considera que “son lindos precios para los que logren sobrevivir a esta sequía. La relación precios/insumos es muy favorable“.
Fondos y rentabilidad
La rentabilidad que ofrece cada uno de los tres principales fondos a los ahorristas, en un año promedio, puede llegar a una media de 15% en dólares, dependiendo el tipo del “combo” elegido: producción de granos o cría de animales.
La rentabilidad que ofrece cada uno de los tres principales fondos a los ahorristas, en un año promedio, puede llegar a una media de 15% en dólares, dependiendo el tipo del “combo” elegido: producción de granos o cría de animales.
Los pooles ganaderos, un poco más “resistentes” a la seca y con buenas perspectivas de exportación, enfrentan un panorama un poco más alentador.
Se manejan en pesos y proponen ganarle a la inflación o a las Lebac, con rendimientos variables entre 25% y 30% en moneda nacional, aunque también “suelen estar sujetos a riesgo”, aclara Matías Tortorella, director de GestionAR.
En el caso de los que apuestan por los cultivos tradicionales, todos coinciden en señalar en que se trata de un año particular, por la que puede ser la mayor sequía en 40 años.
Desde OpenAgro destacan que el rendimiento aproximado en un buen año puede llegar al 15% en dólares.
Afirman que este ciclo el clima no acompañará y que por eso no se esperan repetir esos niveles. Pero marcan que los buenos precios permitirán hacerle frente a los menores rindes.
En este sentido, aclaran que los inversores que van entendiendo la dinámica del negocio suelen quedarse durante algunas cosechas para terminar promediando. Así, señalan que quien optó por una mirada más de mediano plazo, en el balance final este año no tendrá pérdidas, pese al impacto de la sequía.
En el caso de OpenAgro, además, armaron un mix con ganado, que en los buenos ciclos ofrece un rendimiento más bajo que la soja pero con la ventaja de que, en momentos difíciles, se convierte en una inversión más conservadora, segura y estable.
Desde este fondo, además, señalan que la diversificación de campos y zonas ayudó a evitar un descalabro. De hecho, buena parte de sus hectáreas tuvieron agua y los cultivos resistieron bien.
En este sentido, Villagra opina que la mejor estrategia para enfrentar este tipo de eventos climáticos es abrir mucho el espectro geográfico y apostar por plantar en Buenos Aires, La Pampa, Santa Fe, Córdoba y zonas como el NOA, el NEA y el Litoral”.
“Por ejemplo, en el sudeste de la zona pampeana llovió más que en la zona núcleo. Entonces, quienes hayan sembrado en ambos lugares tienen más chances de salir mejor parados”, acota.
Así las cosas, si bien todavía no pueden trazar una tasa de rentabilidad para esta campaña, desde el fondo se esperanzan con la posibilidad de terminar con un retorno modesto pero positivo.
Juan Pablo Carrera, director de negocios de ADblick Agro, coincide en señalar que “la diversificación en zonas y en cultivos es fundamental, para poder mitigar el riesgo climático”.
Además, señala que este año esperan sortear mejor la crisis porque están apostando más por el girasol, “cultivo con mayor resistencia al estrés hídrico“, indica.
Por su parte, desde GestionAR afirman que “existen estrategias para minimizar riesgos por la sequía, tanto técnicas como financieras, para no quedar a merced del mercado”, si bien reconocen que “es imposible blindar el capital, porque el negocio agrícola intrínsecamente tiene mucha variabilidad”.
“Dependerá de la experiencia de cada administrador a la hora de tomar buenos seguros y pagar una prima lo suficientemente conveniente, como para no salir perdiendo“, plantea Tortorella.
El empresario coincide con otros directivos de fondos al asegurar que la clave del negocio es la apuesta por el mediano plazo: “Después de un año difícil, es muy probable que se compense con otros ciclos buenos”.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.