Ayer terminó la edición 2016 de la mega muestra de negocios Expoagro, propiedad de Clarín y La Nación. El miércoles estuvo allí Mauricio Macri, y fue recibido como una estrella de rock. Sin retenciones y con devaluación, lo ovacionaron. Ciertos amores tienen cara de billete verde, cuando está más cotizado y el Estado deja de […]
Ayer terminó la edición 2016 de la mega muestra de negocios Expoagro, propiedad de Clarín y La Nación. El miércoles estuvo allí Mauricio Macri, y fue recibido como una estrella de rock. Sin retenciones y con devaluación, lo ovacionaron.
Ciertos amores tienen cara de billete verde, cuando está más cotizado y el Estado deja de retener una parte del mismo con retenciones a la exportación. Los amores de ese tipo evolucionan según la cotización de la divisa: si ésta se va pum para arriba, hay uno ferviente y adolescente; si decae, prácticamente deja de latir. No hay corazón en estos casos. Hay pizarras de la Bolsa y aún susurro de los “arbolitos”.
Aquellas verdades se pusieron de resalto entre el martes y el viernes de esta semana, cuando en la ruta nacional 9, cerca de Ramallo, funcionó la edición anual de Expoagro, con 300 empresas y bien provistos stands para ofrecer maquinaria, tecnologías y créditos para el sector agropecuario.
En la inauguración oficial estuvo Mauricio Macri, quien rompió el maleficio de diez años sin la presencia de un presidente (salvedad, en 2004, cuando funcionaba Feriagro, de Clarín, llegó Néstor Kirchner). A partir de 2007 esa exposición del sector Magnetto se fusionó con Expochacra, de “Gaceta Ganadera” (léase La Nación), conformándose Expoagro. Por eso se decía que en la década era la primera vez que un mandatario iba de la Casa Rosada al establecimiento rural, en helicóptero y por menos de una hora.
Lo importante para el jefe de Estado era marcar la diferencia con la década kirchnerista, donde “el campo” -específicamente los sojeros y exportadores- se sintieron discriminados por las retenciones de la resolución 125, de 2008. Paradojas de la vida, quien redactó ese decreto siendo ministro de Economía, Martín Lousteau, es embajador macrista en Estados Unidos.
Por razones obvias, no sólo de lejanía, Lousteau no fue parte de la comitiva que recorrió la feria. A Macri lo secundaron la gobernadora María E. Vidal, repartiendo besos con su sonrisa dibujada; el ministro de Agroindustria, como le llaman ahora, Ricardo Buryaile; el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, Néstor Roulet, etc.
Muchos de ellos fueron parte del entramado de la Mesa de Enlace Rural en el pleito de 2008. Buryaile era vicepresidente de CRA y propietario de tierras en Formosa denunciado por desalojos y sobre explotación de trabajo rural. Monzó era hasta ese año ministro de Asuntos Agrarios de Daniel Scioli y debió dejar ese cargo por su lealtad a la patria sojera. Roulet fue dirigente de Cartez-CRA en esos años de mayor confrontación.
Las crónicas en los dos diarios propietarios de la muestra graficaron el recibimiento de “rockstar” que tuvo el presidente. Lo arroparon, lo ovacionaron, le cantaron el “Sí, se puede”, le pedían fotos, se subían a las máquinas para mejor verlo. ¿Acaso un amor para toda la vida? No. Un sentimiento muy intenso provocado por una devaluación que llevó el dólar de 9 a 16 pesos, o sea 77,7 por ciento. Quizás el amor por Macri en ese reducido círculo de la estancia haya crecido 100 por ciento o más…
Ciertos amores tienen cara de billete verde, cuando está más cotizado y el Estado deja de retener una parte del mismo con retenciones a la exportación. Los amores de ese tipo evolucionan según la cotización de la divisa: si ésta se va pum para arriba, hay uno ferviente y adolescente; si decae, prácticamente deja de latir. No hay corazón en estos casos. Hay pizarras de la Bolsa y aún susurro de los “arbolitos”.
Aquellas verdades se pusieron de resalto entre el martes y el viernes de esta semana, cuando en la ruta nacional 9, cerca de Ramallo, funcionó la edición anual de Expoagro, con 300 empresas y bien provistos stands para ofrecer maquinaria, tecnologías y créditos para el sector agropecuario.
En la inauguración oficial estuvo Mauricio Macri, quien rompió el maleficio de diez años sin la presencia de un presidente (salvedad, en 2004, cuando funcionaba Feriagro, de Clarín, llegó Néstor Kirchner). A partir de 2007 esa exposición del sector Magnetto se fusionó con Expochacra, de “Gaceta Ganadera” (léase La Nación), conformándose Expoagro. Por eso se decía que en la década era la primera vez que un mandatario iba de la Casa Rosada al establecimiento rural, en helicóptero y por menos de una hora.
Lo importante para el jefe de Estado era marcar la diferencia con la década kirchnerista, donde “el campo” -específicamente los sojeros y exportadores- se sintieron discriminados por las retenciones de la resolución 125, de 2008. Paradojas de la vida, quien redactó ese decreto siendo ministro de Economía, Martín Lousteau, es embajador macrista en Estados Unidos.
Por razones obvias, no sólo de lejanía, Lousteau no fue parte de la comitiva que recorrió la feria. A Macri lo secundaron la gobernadora María E. Vidal, repartiendo besos con su sonrisa dibujada; el ministro de Agroindustria, como le llaman ahora, Ricardo Buryaile; el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, Néstor Roulet, etc.
Muchos de ellos fueron parte del entramado de la Mesa de Enlace Rural en el pleito de 2008. Buryaile era vicepresidente de CRA y propietario de tierras en Formosa denunciado por desalojos y sobre explotación de trabajo rural. Monzó era hasta ese año ministro de Asuntos Agrarios de Daniel Scioli y debió dejar ese cargo por su lealtad a la patria sojera. Roulet fue dirigente de Cartez-CRA en esos años de mayor confrontación.
Las crónicas en los dos diarios propietarios de la muestra graficaron el recibimiento de “rockstar” que tuvo el presidente. Lo arroparon, lo ovacionaron, le cantaron el “Sí, se puede”, le pedían fotos, se subían a las máquinas para mejor verlo. ¿Acaso un amor para toda la vida? No. Un sentimiento muy intenso provocado por una devaluación que llevó el dólar de 9 a 16 pesos, o sea 77,7 por ciento. Quizás el amor por Macri en ese reducido círculo de la estancia haya crecido 100 por ciento o más…
“Revolución productiva”.
El presidente llegó el miércoles para la inauguración oficial junto a los personajes mencionados y, por razones de cortesía y vecindad, al gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz. Este y sus antecesores siempre se anotaron en el corte de cintas de Expoagro, al igual que quien estuvo ocho años en La Plata, Daniel Scioli, que no faltó nunca. El santafecino, a diferencia de Vidal que recibe puntualmente importantes giros de la Nación, necesita hacer buena letra con Macri para que siga devolviendo el 15 por ciento de coparticipación según el fallo de la Corte Suprema. Junto con su colega Juan Schiaretti, son de los mandatarios no macristas más interesados en cultivar una buena relación con el poder central. En Santa Fe y Córdoba hubo conflictos docentes y el año lectivo no comenzó de la mejor manera. Y si el flujo de aquellos fondos extras se cortara, la conflictividad sería más pronunciada.
El presidente hizo declaraciones en la matera de la UATRE, el gremio dirigido por su íntimo aliado, Gerónimo “Momo” Venegas, viejo socio de la Sociedad Rural antes, durante y después del conflicto por la 125.
Las otras expresiones del visitante fueron al dejar inaugurada la muestra, repitiendo que el campo debe formar un solo equipo junto con el gobierno nacional. Piropeó al sector diciendo que sería “el motor” del desarrollo y pidió: “tienen que confiar en que juntos vamos a hacer realmente una verdadera revolución productiva en el campo”. Algunos se atragantaron al escuchar la misma expresión de Carlos Menem en la campaña de 1988.
Se habrán tranquilizado después pensando que pasó tanto tiempo que la mayoría no recordaría ese detalle. Y también que, en todo caso su actual héroe, a diferencia del anterior que supieron entronizar, no había agregado la otra consigna, del “Salariazo”. Esta sí que hubiera estado mal, sobre todo cuando el agro-business, del agro negocio, se apresta a hacer muchos más basados en sueldos de hambre de los afiliados de Venegas y en el empobrecimiento general por la inflación.
En el sector de maquinaria agrícola hubo reuniones de empresarios extranjeros con 70 firmas locales (es un modo de decir, muchas son multinacionales). Y el argumento remanido de esos clientes fue que -con la devaluación- les resultaba un 25 por ciento más baratos los precios de máquinas aquí, en comparación con Brasil.
El presidente llegó el miércoles para la inauguración oficial junto a los personajes mencionados y, por razones de cortesía y vecindad, al gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz. Este y sus antecesores siempre se anotaron en el corte de cintas de Expoagro, al igual que quien estuvo ocho años en La Plata, Daniel Scioli, que no faltó nunca. El santafecino, a diferencia de Vidal que recibe puntualmente importantes giros de la Nación, necesita hacer buena letra con Macri para que siga devolviendo el 15 por ciento de coparticipación según el fallo de la Corte Suprema. Junto con su colega Juan Schiaretti, son de los mandatarios no macristas más interesados en cultivar una buena relación con el poder central. En Santa Fe y Córdoba hubo conflictos docentes y el año lectivo no comenzó de la mejor manera. Y si el flujo de aquellos fondos extras se cortara, la conflictividad sería más pronunciada.
El presidente hizo declaraciones en la matera de la UATRE, el gremio dirigido por su íntimo aliado, Gerónimo “Momo” Venegas, viejo socio de la Sociedad Rural antes, durante y después del conflicto por la 125.
Las otras expresiones del visitante fueron al dejar inaugurada la muestra, repitiendo que el campo debe formar un solo equipo junto con el gobierno nacional. Piropeó al sector diciendo que sería “el motor” del desarrollo y pidió: “tienen que confiar en que juntos vamos a hacer realmente una verdadera revolución productiva en el campo”. Algunos se atragantaron al escuchar la misma expresión de Carlos Menem en la campaña de 1988.
Se habrán tranquilizado después pensando que pasó tanto tiempo que la mayoría no recordaría ese detalle. Y también que, en todo caso su actual héroe, a diferencia del anterior que supieron entronizar, no había agregado la otra consigna, del “Salariazo”. Esta sí que hubiera estado mal, sobre todo cuando el agro-business, del agro negocio, se apresta a hacer muchos más basados en sueldos de hambre de los afiliados de Venegas y en el empobrecimiento general por la inflación.
En el sector de maquinaria agrícola hubo reuniones de empresarios extranjeros con 70 firmas locales (es un modo de decir, muchas son multinacionales). Y el argumento remanido de esos clientes fue que -con la devaluación- les resultaba un 25 por ciento más baratos los precios de máquinas aquí, en comparación con Brasil.
Negocios y algunos conflictos.
Buryaile subrayó en un reportaje la premura con que adoptaron las medidas a favor de los productores y exportadores. Dijo que habían asumido un jueves y ya el lunes siguiente adoptaron las resoluciones de quita de retenciones para cereales y carne, y disminución del 5 por ciento para la soja. Y luego la mentada devaluación.
A pesar de tanto amor entre el macrismo y sus bases sociales en el agro, una buena parte de los productores no ha liquidado sus stocks de cosecha. Todavía hay muchos silos-bolsa casi llenos, esperando una mayor cotización del dólar y una disminución de la retención a la soja. Los silos-bolsa no fueron un invento argentino porque se conocieron antes en EE UU y Europa, pero aquí tuvieron un uso extendido y especulador. Y hoy aparte de fabricarlos y emplearlos masivamente, se los exporta incluso a países sin tanta cultura de especulación. La empresa Silchek que las fabrica y exporta tenía su stand dentro del que correspondía al INTA, una nueva prueba del vínculo entre entidades oficiales y empresas. Por ahora no se concretó que gente allegada a Monsanto, como María Beatriz “Pilu” Giraudo, de Aapresid (Siembra Directa), fuera designada al frente del Instituto. Ella también anduvo careteando por Ramallo, jugando de local, y manifestó: “después de 12 años de políticas desacertadas, llegó el cambio que veníamos pidiendo desde hace tanto tiempo”.
Otros que estaban casi como dueños de casa fueron los titulares de la Mesa de Enlace, con quienes también se reunió Macri. Luis M. Etchevehere (Sociedad Rural), Dardo Chiesa (CRA), Omar Príncipe (Federación Agraria) y Egidio Mailland (Coninagro) tuvieron su foto con el visitante y se vanagloriaron que hacía mucho tiempo no veían a un presidente. Príncipe llegó a plantearle un tímido reclamo a favor de los tamberos, que no cuadran con el panorama de abundancia en que nadan todos. Se estudiará, le dijeron. El gobierno parece dispuesto a comprar el sobrestock lechero para no dañar los precios.
Quizás no se lo señalaron en ese encuentro tan cordial, pero algunas de las agrupaciones rurales tiene interés en conversar a fondo con el jefe de Estado por un asunto espinoso, que genera contradicciones al interior de los aliados de Expoagro.
La Sociedad Rural y CRA han manifestado su rechazo e intención de judicializar una diferencia con Monsanto. Resulta que el monopolio, en acuerdo con las multis cerealeras, dispuso cobrar regalías de prepo por el uso de su semilla Intacta si en el puerto descubren partidas que no hayan abonado en alguna de las dos modalidades: antes de la siembra o al momento de vender la cosecha.
El pulpo acusado de envenenador en el mundo estuvo en Expoagro; sus dirigentes reiteraron que van a cobrar sí o sí y que buena parte de los productores se avino a pagar.
Es interesante tomar nota de estos conflictos que recorren a la Patria Sojera y Exportadora, porque en perspectiva pueden debilitar ese bloque social y político, y al mismo gobierno.
Por ahora todo es dulce. En la cosecha de 2017 se puede llegar a los 125 millones de toneladas de granos. La ampliación de áreas sembradas por trigo y maíz podría generar inversiones y gasto de mil millones de dólares más. Según la propaganda macrista, en Expoagro hubo “más de 5.000 operaciones, en su mayoría de maquinaria agrícola”, una cifra inflada pero que indica negocios en alza. El Banco Nación tramitó 500 créditos y el Bapro 300, con una tasa anual de 13,5 por ciento, subsidiada para alimentar el amor citado al comienzo. John Deere fabricará tractores en su planta de Granadero Baigorria; ya fabricaba allí cosechadores y motores, etcétera.
Un país, dos realidades. La de Expoagro, florece y sonríe, feliz. La de los 100.000 despedidos estatales y privados, y las mayorías afectadas por la inflación, está en las antípodas.
Buryaile subrayó en un reportaje la premura con que adoptaron las medidas a favor de los productores y exportadores. Dijo que habían asumido un jueves y ya el lunes siguiente adoptaron las resoluciones de quita de retenciones para cereales y carne, y disminución del 5 por ciento para la soja. Y luego la mentada devaluación.
A pesar de tanto amor entre el macrismo y sus bases sociales en el agro, una buena parte de los productores no ha liquidado sus stocks de cosecha. Todavía hay muchos silos-bolsa casi llenos, esperando una mayor cotización del dólar y una disminución de la retención a la soja. Los silos-bolsa no fueron un invento argentino porque se conocieron antes en EE UU y Europa, pero aquí tuvieron un uso extendido y especulador. Y hoy aparte de fabricarlos y emplearlos masivamente, se los exporta incluso a países sin tanta cultura de especulación. La empresa Silchek que las fabrica y exporta tenía su stand dentro del que correspondía al INTA, una nueva prueba del vínculo entre entidades oficiales y empresas. Por ahora no se concretó que gente allegada a Monsanto, como María Beatriz “Pilu” Giraudo, de Aapresid (Siembra Directa), fuera designada al frente del Instituto. Ella también anduvo careteando por Ramallo, jugando de local, y manifestó: “después de 12 años de políticas desacertadas, llegó el cambio que veníamos pidiendo desde hace tanto tiempo”.
Otros que estaban casi como dueños de casa fueron los titulares de la Mesa de Enlace, con quienes también se reunió Macri. Luis M. Etchevehere (Sociedad Rural), Dardo Chiesa (CRA), Omar Príncipe (Federación Agraria) y Egidio Mailland (Coninagro) tuvieron su foto con el visitante y se vanagloriaron que hacía mucho tiempo no veían a un presidente. Príncipe llegó a plantearle un tímido reclamo a favor de los tamberos, que no cuadran con el panorama de abundancia en que nadan todos. Se estudiará, le dijeron. El gobierno parece dispuesto a comprar el sobrestock lechero para no dañar los precios.
Quizás no se lo señalaron en ese encuentro tan cordial, pero algunas de las agrupaciones rurales tiene interés en conversar a fondo con el jefe de Estado por un asunto espinoso, que genera contradicciones al interior de los aliados de Expoagro.
La Sociedad Rural y CRA han manifestado su rechazo e intención de judicializar una diferencia con Monsanto. Resulta que el monopolio, en acuerdo con las multis cerealeras, dispuso cobrar regalías de prepo por el uso de su semilla Intacta si en el puerto descubren partidas que no hayan abonado en alguna de las dos modalidades: antes de la siembra o al momento de vender la cosecha.
El pulpo acusado de envenenador en el mundo estuvo en Expoagro; sus dirigentes reiteraron que van a cobrar sí o sí y que buena parte de los productores se avino a pagar.
Es interesante tomar nota de estos conflictos que recorren a la Patria Sojera y Exportadora, porque en perspectiva pueden debilitar ese bloque social y político, y al mismo gobierno.
Por ahora todo es dulce. En la cosecha de 2017 se puede llegar a los 125 millones de toneladas de granos. La ampliación de áreas sembradas por trigo y maíz podría generar inversiones y gasto de mil millones de dólares más. Según la propaganda macrista, en Expoagro hubo “más de 5.000 operaciones, en su mayoría de maquinaria agrícola”, una cifra inflada pero que indica negocios en alza. El Banco Nación tramitó 500 créditos y el Bapro 300, con una tasa anual de 13,5 por ciento, subsidiada para alimentar el amor citado al comienzo. John Deere fabricará tractores en su planta de Granadero Baigorria; ya fabricaba allí cosechadores y motores, etcétera.
Un país, dos realidades. La de Expoagro, florece y sonríe, feliz. La de los 100.000 despedidos estatales y privados, y las mayorías afectadas por la inflación, está en las antípodas.
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