martes, 29 de marzo de 2016

CHILE: Viñas más antiguas del país se renuevan para rescatar el origen del vino


Proyecto de empresa Arauco busca revitalizar Hacienda Cucha Cucha y guiar a los productores locales para devolverle a la zona el sitial que tuvo hace más de 300 años.
Durante la época de la Colonia, los mejores vinos de Chile venían del valle del Itata, al suroeste de Chillán, una zona donde las estaciones del año están bien diferenciadas, hay un clima mediterráneo húmedo, marcados cambios de temperatura en el día y la noche, buen suelo y mucha luz. Y ese esplendor, que guarda una historia de más de 300 años, es lo que se busca rescatar para volver a estar en lo más alto del circuito comercial.

Parras de cepas patrimoniales (país, moscatel y cinsault) crecen sin riego artificial, como zarzamora a los pies de la cordillera de la Costa. Las originarias, traídas por los jesuitas hace tres siglos desde Europa, son las que dan una identidad a la producción de 5.500 propietarios que al año cosechan 8.900 ha de viñas en Chillán, Quillón, Ránquil, Portezuelo, Trehuaco y Coelemu.

Son las más antiguas del país e, incluso, del mundo, si se considera que Chile, gracias a sus barreras naturales, no fue afectado por la plaga de la filoxera que arrasó con las parras en Europa, comenta Patricio Middleton, ex gerente general de Viña MontGras, con más de 25 años de trayectoria en este rubro y quien ahora está a cargo de un proyecto de la empresa Arauco que busca llevar al valle del Itata al sitial que hoy gozan los valles de Colchagua, Casablanca o del Maipo. “En una década estaremos ahí”, asegura Middleton.

Para ello lidera el trabajo por revitalizar las parras de la Hacienda Cucha Cucha, de 240 ha y propiedad de Arauco, para producir buenos vinos. Pero también se encarga de entusiasmar y guiar a productores locales, algunos de los cuales ya vienen trabajando con el Estado para promover sus vinos y darse a conocer en el mercado nacional y “en el mapa mundial”, confía el experto. Ya se ha reunido con 700 de ellos.

Patricio Middleton dice que lo que falta es asociatividad, porque la propiedad de las viñas está en muchas manos, lo que impide optar a buenos precios de venta de uva o mejorar sus protocolos de limpieza y refrigeración, por ejemplo.

“Al tener una buena materia prima, la posibilidad de tener un buen vino es alta. Lo que falta acá es que la gente se organice mejor”, dice. Y eso incluye a viñateros y autoridades. “No se conoce el valle del Itata y la meta es atraer a las viñas grandes”. Acota que “acá el activo es la historia, porque cuando tomamos vino, tomamos la historia”.

“La idea no es competir con otros valles, sino resaltar que acá hay algo único que vamos a rescatar”, explica la enóloga Ana María Cumsille, parte del equipo de la Hacienda Cucha Cucha que busca lograr vinos de alta calidad. Explica que si logrará esa tarea “con certeza lo vamos a saber esta vendimia”, pues es primera vez que vinifica en esta zona.

 Cucha Cucha, la pionera y escenario de nuestra historia

La Hacienda Cucha Cucha, en el valle del Itata, no solo es conocida por el combate que el 23 de febrero de 1814 ocurrió en esas tierras durante la Patria Vieja, cuando las fuerzas realistas atacaron al Ejército independentista, sino que también porque es la viña más antigua de Chile, según consigna el libro “Historia del vino chileno”, del historiador José del Pozo. Los viñedos datan del siglo XVII, cuando ya tenían 120 ha. La hacienda La Rosa, en Cachapoal, con 864 ha, le sigue en antigüedad, pues data de 1824. Cucha Cucha fue legada a los jesuitas y tras la salida del país de la congregación, en 1775 fue adquirida por Alejandro Urrejola y Peñaloza, cuya familia la mantuvo hasta 1978, haciendo frente a dos expropiaciones que lograron revertir. Luego, los Urrejola la vendieron a la familia Giner, y en 2007 la compró la empresa Arauco, que hoy vuelve a impulsar un proyecto vitivinícola.

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