sábado, 16 de octubre de 2010

Delito rural, un flagelo que no da tregua

 

 

Mientras crecen los hechos violentos en el campo, el agro pide fortalecer las patrullas rurales.


Robos de agroquímicos y semillas; abigeato en pequeña y mediana escala; robo de granos a los silos bolsa. Estos son los delitos más comunes en la provincia de Buenos Aires, donde hubo un aumento de los hechos delictivos en el campo en los últimos doce meses. Así, según estadísticas del diputado bonaerense Jorge Srodek (Unión Pro), que impulsa un proyecto para destinar un 0,3% del presupuesto provincial a fortalecer la estructura de las patrullas rurales, en la provincia en el último año sólo uno de cada cuatro delitos rurales fue esclarecido y en 2009 se cometieron cuatro delitos por día en Buenos Aires. "Estamos preocupados por el aumento del delito en las zonas rurales, y, sobre todo, por la falta de esclarecimiento", dijo Abel Guerrieri, representante de la Sociedad Rural Argentina (SRA) en la Mesa de Seguridad Rural de Buenos Aires. "Por eso aplaudimos el proyecto de Srodek de subir el presupuesto para las patrullas, fundamentales para prevenir el delito", dijo Guerrieri.

El productor Luis Dillon, de Pehuajó, es un buen ejemplo del recrudecimiento del delito rural, ya que en los últimos cuatro meses sufrió tres atracos. Los dos primeros, consumados con un día de diferencia, fueron sobre un campo que tenía en depósito una importante cantidad de agroquímicos. "La primera vez entraron por un portón que estaba flojo, así que fue como entrar a su casa. Vinieron a buscar un tipo de insecticida de muy alto valor que teníamos almacenado en el campo, y dejaron todo el resto de los agroquímicos. A la noche siguiente vinieron a buscar los otros productos, esta vez, rompiendo los candados de la entrada", explicó Dillon.

"Es gente que se mueve en la zona y que sabía perfectamente lo que venía a buscar. Días después les tocó a otros vecinos. Después de eso, todos nos traumatizamos y contratamos a un especialista en seguridad para que nos asesorara en qué sistema de vigilancia era mejor poner. Hoy tenemos todo con alarma, algo que nunca se había hecho antes", acotó Dillon.

En el siguiente caso, los ladrones entraron a otro establecimiento rural, también en la localidad de Pehuajó, en el que trabaja Dillon. No encontraron nada y se fueron. Hacía menos de un año había habido otro intento de atraco en ese lugar, pero, al darse aviso a la policía, los ladrones desaparecieron, antes de que los dueños o la fuerza de seguridad llegaran. "Siempre sospechamos que la policía había tenido que ver, porque los ladrones es esfumaron apenas avisamos", dijo Dillon.

Pero, en Pehuajó, el blanco más famoso de la inseguridad es el productor Santiago Ranciari, víctima habitual de robos de ganado. Ranciari denunció su caso en los diarios locales y al intendente, Pablo Zurro, pero, pese a eso, no pudo detener los delitos, que siguen ocurriendo.

En Pergamino se vivió otra ola de delitos, pero destinada al robo de hacienda, de a 40 o 50 animales por vez. "Los robos fueron más o menos al mismo tiempo y de características similares. Fueron episodios con bastante organización, porque para llevarse esa cantidad de animales se necesita gente que los junte, camiones, y saber el movimiento de los campos", explicó Pablo Sorasio, secretario de la Rural de Pergamino y víctima de la ola de abigeato, ya que le robaron 31 novillos, por el valor de 100.000 pesos.

A Jorge Zunino, de Rojas, la inseguridad le tocó la puerta por primera vez hace 3 años con el robo de un tractor y posteriormente, de una gran cantidad de hacienda. En los últimos meses, revivió la sensación de temor, porque le aparecieron varios silbolsas pinchados. "Lo que se ve en la zona es una suerte de raterismo rural. Vienen con un chasis, te pinchan algunas bolsas y te sacan el grano que se pueden llevar en ese momento. Después por ahí vuelven a aparecer y se llevan otro tanto", relató Zunino.

En todos los casos, la impotencia de la policía y la justicia fue un factor común. "Cuando hice la denuncia, la fiscal me atendió bárbaro y me prometió venir al campo, pero nunca apareció ni se encontró a los culpables", dijo Dillon. "En mi caso, se descubrió a los autores del hecho, a los camioneros cómplices, al frigorífico adonde se faenó la carne y sin embargo, todo quedó en la nada y los culpables andan como si nada. La policía y la Justicia se mueven, pero lento", dijo Sorasio.

Según un relevamiento realizado en Tandil sobre 118 productores preocupados por la ola de inseguridad, el 58% se quejó por no ver habitualmente presencia de móviles policiales en su zona de trabajo.
Otro dato llamativo observado en Tandil, Pehuajó, Rojas y Pergamino es que, pese a que no perciben que la acción de las patrullas pueda detener los delitos, los productores aportan habitualmente para el pago de la nafta y los arreglos de sus móviles, ya que las patrullas no cuentan con medios.

Para los afectados por la ola de robos es fácil inferir las causas del aumento de la inseguridad. "Hay más pobreza en el campo y la sequía pasada generó que por un tiempo hubiera menos trabajo. Si a eso se le suma la falta de medios de la policía y la impunidad que hay, bueno, es lógico que pase", dijo Dillon. "Aunque estemos en las mejores tierras de la Argentina y generemos plata, una enorme parte se la lleva el Estado en impuestos, que después no vienen en servicios para los ciudadanos, como educación, seguridad, contención a los que no tienen nada. Pese al aumento de la producción, la pobreza en el campo aumentó y por eso pasa lo que pasa", acotó Zunino.

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