¿Con qué conclusiones regresó tras dos semanas en China?
Estamos aprendiendo a pasos agigantados lo que significa China. Cada oportunidad de ir y hablar, tanto con los mismos como con diferentes interlocutores, permite comprende cada vez mejor el qué y el por qué de lo que se hace en ese país. Básicamente, en términos generales, puedo destacar algunos aspectos centrales con los que me encontré. La capacidad impresionante que tiene esa economía que sigue creciendo a un ritmo importante. Esto se refleja en la vida comercial, de consumo y de infraestructura. Sin embargo, todavía es una economía muy joven que está en plena etapa de expansión. En este sentido, basta imaginar a un país de ese tamaño creciendo al 6% para saber que eso es mucho movimiento y que además se hace con una economía planificada que ejecuta mayormente lo que se planea. Al ser un mercado tan importante para nosotros desde el punto de vista comercial, tenemos un deber muy grande en entender cada vez mejor cómo es.
¿También hay que comprender a ese mercado desde un punto de vista cultural?
En todos, hay que conocerlos íntegramente porque se cruzan todos los aspectos. Cuando se da crecimiento no solo es la infraestructura, el comercio y el consumo, sino que también maduran las normativas y las regulaciones. Tenemos como desafío entender la cultura e ir asimilando junto con ellos los cambios que van proponiendo. Desde el punto de vista del Instituto Nacional de Carnes (INAC)y del sector cárnico, de las seis veces que he ido esta fue la más exitosa. Clasificaría tres niveles que tienen que ver con potenciar el negocio carne en China.
¿A qué niveles se refiere?
El primero apunta a algo que ya se viene haciendo, que es la promoción y que ha tenido como eje central la feria (SIAL), que es una instancia de comercio en el que se establece contacto con el primer escalón comercial, que es son el importador y el mayorista. Esto se viene haciendo exitosamente desde 2004 y Uruguay ha logrado un excelente posicionamiento. Por otra parte, ahora todo el sector de la carne tuvo una discusión estratégica entre los ganaderos, los industriales y las áreas técnicas para definir hace año y medio tres mercados prioritarios para avanzar también hacia el consumidor final: China, Alemania y Estados Unidos. Aunque haya otros mercados importantes, si sumas esos tres países estás casi en el 80% del comercio cárnico.
¿Qué se está haciendo novedoso sobre esto?
En China se contrató una consultora para hacer un estudio de hábitos de consumo y de comportamientos según los estratos sociales y etarios. También para conocer qué percepción hay sobre la carne uruguaya y las otras carnes que compiten con la nuestra. Lo estamos trabajando de manera metódica, con estudios de base primero y planteando un trabajo a mediano plazo. El foco es que el consumidor chino comience a conocernos mejor y esté dispuesto a pagar más. Se está preparando un trabajo fuerte para hacer conocer a Uruguay por todos los medios posibles. Ya para este 2018 vamos a empezar a trabajar con un objetivo que apunte a varios años por delante.
Mencionó además un segundo y un tercer eje.
El segundo eje importante va en el sentido de la facilitación del flujo comercial. En promedio despachamos 25 contenedores por día de carne para China, que equivale a 150.000 kilos al año. Volviendo a lo del principio, China se está volviendo más exigente al adaptar sus normas, por lo que cada contenedor es un problema en potencia. Para evitar que cuando el exportador venda se encuentre con que etiquetó de una forma y cambió la forma en que había que hacerlo, hicimos un acuerdo con una asociación técnica sin fines de lucro con el cometido de ayudar a entender cómo son las normas y se realizan los controles tanto a importadores como a exportadores. Se trata de comprender mejor los procedimientos con el fin de ajustarse a ellos, porque a pesar de que acá se trabaja muy bien, a veces se cometen errores por desconocimiento. El tercer eje es el refuerzo que se va a hacer a la embajada uruguaya allá con un agregado agrícola que va a ir en esta línea. El combo consiste en promocionar la marca Uruguay y evitar que los exportadores tengan trancazos en los puertos.
La trazabilidad sigue provocando críticas por parte de los productores. ¿Usted qué opinión tiene?
Voy a ser contundente al respecto. Hoy los dos mercados que exigen trazabilidad son Europa y China. Una salvedad, el protocolo con China firmado en 1997 no la exige porque no existía, pero la cuestión es que ellos dan por sentado que la tenemos y por eso nos han mantenido ventajas que otros países no tienen. Les exportamos carne con hueso y menudencias, a pesar de la crisis de aftosa. Ni Brasil ni Argentina le exportan estos productos. El negocio de las menudencias le genera a Uruguay entre US$ 25 y 30 millones más que si no hubiera trazabilidad. A su vez, si tomas los frigoríficos que no tienen habilitado vender a China o Europa, su precio promedio de exportación es un 15% más bajo que el de los que tienen acceso a todos los mercados. Esto quiere decir que si no tuviésemos trazabilidad, venderíamos la carne a un precio un 15% más bajo.
¿Cómo ve la evolución del precio de la carne en el último tiempo?
El precio de la carne viene subiendo desde mediados del año pasado y ahora se estabilizó. En China no más, si uno compara esta época con la misma del año pasado, subió un 12%. La tendencia es esa, que lógicamente luego se refleja en el precio del ganado. Más allá de la escasez el precio ha permitido pagar más.
¿Es la carne que se está produciendo en laboratorios una amenaza?
Hoy en día en el mundo tenemos que estar dispuestos a reconocer que lo que es nuestro escenario en el presente, mañana va a ser totalmente distinto. Es algo disruptivo, que en realidad son tejidos, no es carne, pero va a generar un producto sustituto de una parte del consumo sin ninguna dudas. Por lo tanto, es un desafío que tenemos que tomar muy en serio. Todavía no es una amenaza real, pero sí potencial.
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