jueves, 30 de enero de 2014

Estudio revela claves para mejorar el rendimiento en plantas de tomate

Manipulación de la hormona florigen mejoraría el proceso de floración y producción de flores
Los productores de tomate saben reconocer cada fruto y cada planta a la que pertenecen. Y es que no todas son iguales, puesto que varían desde plantas altas y sencillas a pequeñas y robustas, cuyos frutos son destinados a distintos mercados y procesos.
Fotografía: Shutterstock.com
Fotografía: Shutterstock.com
En el caso de las plantas de tomates para salsas y jugos, estas son más compactas, algo más parecidas a un arbusto, sin embargo, y pese a que su forma permite utilizar cosechadoras mecánicas, este tipo de planta produce un menos número de frutos debido a su corto período de floración.
Es por esto que, científicos del Cold Spring Harbor Laboratory (CSHL) realizaron un estudio para cambiar esta situación, descubriendo la forma de incentivar a las plantas para que produzcan más frutos sin que éstas cambien su forma arbustiva.
De este modo, los investigadores revelaron que el mecanismo genético de vigor híbrido, propiedad que permite el mejoramiento de las plantas, resulta ser bastante eficaz. Así, el vigor híbrido, conocido como heterosis, implica el entrecruzamiento de plantas genéticamente distintas para generar una tercera más robusta que las originales.
Hoy en día, la clave se encontraría en la hormona florigen, la cual controla el proceso de floración y de producción de flores en la planta, descubrimiento realizado por el profesor asociado de la CSHL, Zach Lippman y sus compañeros israelíes. La mutación de esta hormona aumenta drásticamente los rendimientos de tomate por lo que Lippman y su equipo dirigido por el investigador Ke Jiang, comenzaron a estudiarlo en profundidad.
Todo comenzó bajo la premisa de que una mutación en la hormona que controla la floración, prolonga la producción de flores, por lo que ésta generaría muchas más frutas.
De este modo, los científicos revelaron que una manipulación en el gen podría aplazar el momento en que la planta deja de producir flores, lo que tendría como consecuencia una mayor cantidad de frutos.
Lippman explicó que “esto se debe a que las variedades de tomate tupidas son muy sensibles a la cantidad, o dosis, de la hormona florigen, lo que altera la arquitectura de planta, es decir, cuántas flores se forman antes de que termine el crecimiento. Estos descubrimientos conducen a una predicción emocionante: que puede ser posible ajustar los niveles de florigen para aumentar aún más el rendimiento”, señaló.
Pero este no fue el único estudio que llevaron a cabo en relación al florigen, ya que también se aplicó el procedimiento a la maleza crucifer, conocida como Arabidopsis, pariente de cultivos como el brócoli y la coliflor. En estos, se observaron cambios bastante similares a los de las plantas de tomate, debido a la sensibilidad de la planta en las dosis de florigen.
Dado lo anterior, los científicos han concluido que es posible manejar el florigen en una amplia variedad de especies para así aumentar el rendimiento de las plantas, y su producción de frutos.

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