jueves, 19 de julio de 2012

¿A quién le sirvió la debacle ganadera?


A partir de erróneas políticas que se sucedieron con creciente intensidad desde mediados de 2005, la Argentina perdió su expectante sitial mundial en materia de carne vacuna para replegarse a un oscuro y lejano puesto, muy detrás, incluso, de los países vecinos.

En aras de la “mesa de los argentinos”, sucesivos funcionarios sentenciaron la desaparición de miles de productores y millones de cabezas de ganado (10), causando daños casi imposibles de magnificar, abarcando al país, provincias, municipios y empresarios, tanto frigoríficos, como exportadores y productores. Y esto sin contar a los consumidores locales obligados a pagar por la carne, desde fines de 2010, precios casi prohibitivos incluso por el clásico “asadito” que antes, de barato, caracterizaba hasta a las obras en construcción.
¿Quién se hace responsable hoy por semejante desaguisado? ¿Alguno asumirá los errores cometidos, o también apelarán a la “obediencia debida” para licuar sus responsabilidades?Lo cierto es que hoy, tras la explosiva crisis ganadera de 2010, el saldo argentino es lamentable pues, aún contando con el raro privilegio de tener el kilo vivo más caro del mundo, por encima de los US$ 2 (producto de la escasez de oferta sumada a un atraso cambiario que ya se torna insoportable para muchos), no logra los niveles de recuperación esperados y, si bien se revirtió la tendencia a la liquidación del stock, los avances apenas rozan el 10% de las cabezas perdidas.
Otros datos que reflejan la magnitud del daño son, por ejemplo, que las actuales exportaciones de carne vacuna apenas arañan las 200.000 toneladas anuales, con las más de 700.000 toneladas de 2005 y muy alejadas del millón, o algo más, que se proyectaban para esta época a mediados de los ’90 cuando también se contaba con el mercado de los Estados Unidos para ingresar carnes frescas argentinas, lo que no ocurre ahora.
Peor aún, si se tiene en cuenta que por 5º año consecutivo se incumplirá la antes codiciada Cuota Hilton para la Unión Europea, que cotiza alrededor de US$ 15.000 la tonelada, mientras que el promedio de las restantes exportaciones se ubica en algo más de US$ 5.000 la tonelada.
Obviamente, la situación ya determinó el cierre de más de 100 frigoríficos, dejando sin actividad a unos 10.000 operarios.
Prácticamente todos los capitales extranjeros que habían recalado finalmente en Argentina, a pesar de la complejidad del sector cárnico y de que este rubro fue históricamente el más intervenido por los gobiernos de turno, se retiraron del país a excepción de una pequeña porción que aún retienen los brasileños.
Lamentablemente, también, tanto los que se fueron como la mayoría de los que cerraron eran los más ordenados, ya que una porción importante de los irregulares (siempre amparados por intendentes, gobernadores y funcionarios nacionales, pero de la localidad) al contar con un poder de compra mucho mayor,producto del incumplimiento de las obligaciones fiscales y laborales, son los que están en mejores condiciones para afrontar los costos crecientes de la actividad.
Lo concreto es que mientras todos los vecinos crecieron en su ganadería y en su presencia en el mundo, laArgentina retrocedió, y fuerte, en su producto más emblemático: la carne vacuna y, para peor, sin que aparezca, en apariencia, algún beneficiado por la situación.
El caso, es que la carne vacuna no fue el único rubro castigado, aunque tal vez sea el ejemplo más elocuente.
La energía, el trigo, frutas, etc. atraviesan los mismos avatares fruto del empecinamiento en mantener políticas a todas luces dañinas que, incluso, ya habían demostrado totalmente su ineficiencia en el pasado.
Por eso, la única pregunta que cabe ahora es: ¿hasta cuándo? O habrá que esperar que llegue el momento de importar productos tan básicos como estos para que alguien ponga un poco de cordura y corrija tanto desmanejo gratuito.

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