En la campaña de trigo 2017/2018 se observó una nueva expansión de área sembrada, acompañada por una intención por parte del productor de mejorar la tecnología aplicada al cultivo. Esa mejora estuvo alentada por condiciones climáticas favorables a la siembra y por una buena relación insumo/producto al momento de planificar el manejo técnico del cereal.
Pese a las intenciones iniciales, los excesos hídricos registrados desde el inicio del ciclo del cultivo afectaron gran parte de las decisiones técnicas. De este modo, la producción de trigo en la última campaña se concentró en niveles medios de tecnología, con una merma de productores de nivel tecnológico alto en relación al ciclo previo (del 35 al 28%).
La fertilización fosfatada mostró una tendencia similar al ciclo anterior, manteniendo el nivel que había alcanzado el cultivo en dicho período tanto en cantidad aplicada como en superficie fertilizada. Las fuentes más utilizadas fueron el fosfato monoamónico y el fosfato diamónico.
En muchas regiones, los excesos hídricos complicaron la refertilización con nitrógeno, principalmente por problemas logísticos, lo cual resultó en una menor cantidad de nitrógeno aplicado por hectárea y en una menor superficie fertilizada del cultivo. A nivel nacional los fertilizantes nitrogenados representan más de la mitad del total de fertilizantes aplicados, siendo la urea la fuente más ampliamente utilizada.
Vale mencionar que en trigo la cantidad de fertilizante usado creció 6%, de 884.000 toneladas a 937.000 toneladas.
Otra de las consecuencias de los excesos hídricos fue la alta presión de enfermedades fúngicas registrada en gran parte del área implantada con trigo. En este contexto el volumen de fungicidas se duplicó en relación al ciclo anterior (de 1,4 a 2,9 millones de litros), debido no solo a un incremento en el área sembrada sino también a un aumento en el número de aplicaciones y a la dosis media aplicada. Las mezclas dobles de estrobirulinas más triazoles fueron las más utilizadas, con casi el 84% del volumen total aplicado.
Lo que viene
Con una proyección de 6,1 millones de ha, la siembra de trigo 2018/2019 ya se inició y la perspectiva en cuanto a la aplicación de tecnología es alentadora. En relación a la campaña 2017/2018, para los cultivos de trigo y cebada (siembra de fina) se espera un incremento en el uso de terápicos de semillas del 8% y un 10% más de herbicidas, ambos impulsados principalmente por una mayor área sembrada de trigo.
En el caso de los fungicidas la proyección prevé una caída respecto al ciclo anterior del 42% en volumen, sobre la base de un escenario climático que hace un mes atrás daba una primavera neutral a seca. Sin embargo, considerando la evolución del clima en los últimos veinte días y con precipitaciones por encima de la media histórica en gran parte del país, esta caída sería menor y el uso de fungicidas podría alcanzar valores similares a los registrados en la campaña previa.
Por último, la proyección para el mercado de fertilizantes en trigo y cebada se ubica entre un 9 y un 14% más en relación al ciclo previo para la fina. Esto dependerá de las condiciones climáticas de los próximos meses y su efecto sobre la logística del productor y las decisiones de manejo que deban corregirse sobre la marcha.
Informe del Departamento de Investigación y Prospectiva de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires
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