La receta del ensayo diría así: reciba por escrito los logros más destacados obtenidos por las empresas e instituciones agroalimentarias de todo el país en el transcurso del año. A continuación divida los trabajos en 16 categorías, seleccione los ternados de cada una de ellas y elija un ganador.
Invítelos a una entrega de premios, pero asegúrese de que la conduzca Pancho Ibáñez, que sabrá cómo meterles presión a los que les toque agarrar el micrófono al agradecer los premios para que no sanateen y digan lo que importa de manera contundente y breve, casi al estilo monosilábico vasco. De esta forma usted obtendrá el jugo y el extracto mejor filtrado de los humores y planes de trabajo de una buena parte de la elite del campo argentino.
Los resultados de este ensayo se pudieron observar en la noche del martes pasado en el restaurante central de Palermo en la entrega del Premio a la Excelencia 2012. El primer elemento que surgió es que se ratifica una tendencia que la vanguardia de la industria agroalimentaria adaptó desde hace por lo menos diez años. La cuestión económica dejó de ser la preocupación exclusiva. El cuidado del ambiente y el impacto social son los otros dos ejes que se agregaron en la agenda empresaria. En casi todas las presentaciones estuvieron presentes las estrategias para obtener rentabilidad en lo económico, pero también sustentabilidad en lo ambiental y compromiso social. Como buenos empresarios, muchos encontraron una oportunidad en este nuevo escenario. Con tecnología japonesa, Koshing Engineering, la empresa avícola Granja La Montaña puso en funcionamiento este año la primera planta procesadora de guano de gallina para obtener y vender compost para las vides y otros cultivos salteños. Una solución para la nutrición de los suelos donde antes había un problema insoluble.
El segundo elemento que estuvo presente en la noche del martes es que la producción no puede seguir creciendo sin que la acompañe la infraestructura. Alberto Wainer, gerente de Garruchos Agropecuaria, establecimiento puntano que produce carne con 500 milímetros anuales de precipitaciones, apuntó que el 80% del territorio nacional es desértico o semidesértico, que existe la tecnología para desarrollar esas regiones marginales, pero que carecen de las condiciones mínimas de infraestructura.
En tercer lugar fue fácil advertir que todos estos exitosos emprendimientos se deben a las fortalezas de sus equipos de trabajo. “Nuestros logros fueron posibles por la valoración de la amistad, el compromiso, a pedir de los demás lo mejor que tienen y exigirse por tratar de hacer lo mismo”, afirmaba José Macera, presidente de Desdelsur, ganadora del Oro 2012. Y en un orden más amplio, también se pudieron observar los equipos que se arman entre empresas agropecuarias complementarias. Se forman asociaciones exitosas como la de Uniporc de Tandil, donde lo que importa es el aporte de distintos saberes y ventajas tanto en la elaboración de chacinados como en el suministro de granos.
Pero quizá lo más destacado de la noche fue advertir que paradójicamente en una reunión donde los protagonistas eran productores, empresarios, investigadores o docentes, es decir, gente racional y profesional, se asistía en la mayoría de los casos al triunfo de la insensatez, de las causas perdidas.
¿Qué tuvo de sensato el sueño del joven Luis Dadomo de fabricar una pulverizadora mientras soldaba fierros debajo de un paraíso? Transpiraba y se hacía malasangre por los primeros y esperables fracasos en El Fortín, un pueblo del sudeste cordobés que en aquella época, hace casi treinta años, estaba aislado por 30 kilómetros de caminos de tierra sin ninguna ruta pavimentada de acceso. Hoy emplea 532 personas en Argentina y Brasil.
¿Había prudencia en el garaje de Pergamino donde Miguel Harnan comenzó a probar y experimentar las ventajas del uso de inoculantes con la peregrina idea de venderlos algún día? Hoy Rizobacter es el primer empleador privado de los pergaminenses, con 300 puestos de trabajo, exporta al mundo y no deja de crecer en innovaciones. La última, el bioinductor Signum, le valió el premio en la categoría mejor innovador.
¿Y qué decir del sueño de unos estudiantes de agronomía que emprendían la aventura de armar un semillero sin capital financiero y con el único activo de tener una gran amistad? Hoy Don Mario, provee la tercera parte de la genética de la semilla de soja en los 50 millones de hectáreas sembradas en el Cono Sur.
Esa energía es la que por suerte parece sobrar en los proyectos y emprendimientos agroindustriales argentinos. Es la “formidable pujanza” que sabe reconocer José “Pepe” Mujica, presidente de Uruguay.
El sentido común diría que a esa energía hay que abrirle la cancha, abrirle el mundo, facilitarle el acceso y la financiación a nuevos mercados. Todo lo opuesto al comercio exterior “administrado” del que se enorgullece la gestión kirchnerista.
Si el mundo demandará alimentos en forma creciente es posible inferir, en palabras de Robert Kennedy, que también demandará las cualidades de la juventud “no como un tiempo de la vida, sino como un estado de la mente, un temple de la voluntad, una calidad de la imaginación, un predominio del coraje sobre la timidez y el apetito de aventura sobre el gusto por la comodidad”.
La noche de entrega de Premios a la Excelencia Agropecuaria fue entonces una fiesta de la juventud.
RESUMEN
22%
Siembra de soja
Son 4,3 millones las hectáreas sembradas sobre las 19,7 estimadas por la Bolsa de Cereales de Bs. As.
LA FRASE
Juan Casañas
Diputado (UCR-Tucumán)
“Es increíble que no haya soluciones a las inundaciones”
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