viernes, 15 de julio de 2016

Impacto económico de las negociaciones ambientales


Si bien el compromiso de la Argentina en el Acuerdo de París no contempla reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la ganadería, esto podría incluirse en 2020. Recomiendan apuntar a mejorar la eficiencia por kilo de carne producido sin resignar stock. Evitar sanciones comerciales, clave
“La ganadería debe seguir de cerca las propuestas oficiales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La idea es evitar que la Argentina se vea obligada a mitigar el cambio climático a expensas de la producción de carne”, planteó Nelson Illescas, Director de la Fundación Instituto de Negociaciones Agrícolas Internacionales (INAI) en las Jornadas Ganaderas de Pergamino. Y detalló que “el Acuerdo de París no es solo una negociación ambiental sino que, ante todo, modificará las condiciones de competencia económica internacional. Habrá que cumplir con lo pactado para evitar sanciones de los mercados”.
En diciembre de 2015, se cerró la Cumbre de París lográndose por primera vez en la historia un compromiso de los países desarrollados y en vías de desarrollo sobre los métodos para reducir el cambio climático. El acuerdo, que será aplicado a partir de 2020, establece un plan de acción mundial paulatino y de largo plazo para mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2 °C sobre los niveles preindustriales, es decir antes de 1880.
Cada uno de los países llevó su compromiso voluntario de reducción de gases de efecto invernadero y se establecieron medios de financiamiento para las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático.
“Un punto interesante fue que se dejó de lado el enfoque sectorial por lo que no se exigen compromisos específicos de reducción, por ejemplo para el agro, que podrían haber afectado la producción de alimentos”, señaló Illescas. Además, según el experto, “lo saliente es que se trata de un instrumento legal vinculante lo que implica la obligatoriedad de cumplir con lo acordado”.



Los unos y los otros
Un aspecto elocuente de la responsabilidad en el calentamiento global establecido en el Acuerdo es que los países que más contaminan deben afrontar los mayores compromisos. En tal sentido, los principales emisores son China y Estados Unidos que suman el 35% del total. En segundo lugar están la Unión Europea, Australia, Canadá, India, Rusia y Brasil que en conjunto representan un porcentaje semejante. Recién en el tercer grupo aparece la Argentina con el 0,9% de las emisiones globales.
Así las cosas, el compromiso asumido por EE.UU. es lograr una reducción del 26 al 28% por debajo de su nivel de 2005 para 2025 y el de la UE es del 40% en comparación con 1990. En cuanto al Mercosur, Brasil presentó un programa ambicioso para disminuir el 43%, vinculado básicamente con la recuperación de millones de hectáreas de pasturas degradadas y el manejo integrado de bosques, agricultura y ganadería.
Para Illescas, un caso “que debe ser tomado como un ejemplo para la ganadería argentina” es el de Uruguay. El país oriental argumentó que no puede mitigar el cambio climático a costas de su producción de carne, por lo que ató su compromiso a la reducción de emisiones por kilo vivo, es decir a ser más eficientes sin resignar el crecimiento sustentable. Por ejemplo, en materia de gas metano, estableció una meta de reducción del 33% para 2030 y del 46% si dispone de financiamiento externo.



La propuesta argentina
Con un compromiso de reducción incondicional del 15% a 2030 y otro del 15% sujeto a aportes externos para desarrollo y transferencia de tecnologías, la propuesta argentina no contempla a la ganadería.
¿Dónde se recortarán las emisiones? El plan se hizo teniendo en cuenta que el sector energético representa el 43% de las mismas y el agropecuario el 28%, mientras que la ganadería por sí sola alcanza al 17% del total.
“En primer lugar, se está trabajando en fuentes de generación eléctrica renovable y biocombustibles; en la utilización de paneles y calefactores solares para la demanda residencial; en la renovación de la flota de transporte y en implementación de un programa ferroviario. En agricultura, se está poniendo el foco en la rotación de cultivos, la eficiencia en el uso de fertilizantes y en fijadores biológicos de nitrógeno”, aclaró Illescas.



De cara al futuro
Una cuestión clave del Acuerdo de París es su carácter progresivo en materia de reducción de gases efecto invernadero. En 2020, los países deben presentar nuevos programas aún más ambiciosos que los anteriores y luego seguir renovándolos cada cinco años, algo que por supuesto incluye a la Argentina.
“Entonces, la ganadería va a caer dentro de la propuesta, probablemente sea la próxima carta para negociar. Por eso, debemos prepararnos para ese momento siendo cada vez más eficientes, reduciendo la emisión por unidad de alimento producido, que es lo que los mercados miran”, advirtió.
Y prosiguió: “se ha mencionado mucho un plan de reducción del 25% incondicional y otro 25%, atado a aportes externos. Algunos sectores ambientalistas lo están reclamando, lo cual es peligroso porque podría llevar a plantearse la necesidad de achicar el stock ganadero”.
En este marco, Illescas recomendó que el sector cárnico no sólo apunte a ganar eficiencia, sino que siga de cerca las negociaciones ambientales que llevan adelante la Cancillería y el Ministerio de Agroindustria.
“Con el Acuerdo de París, el camino recién se inicia. La ganadería debe estar atenta e involucrarse en este proceso negociador con la contraparte pública para evitar que se apliquen barreras al comercio y que nuevos compromisos cercenen la libertad de producir bajo determinados modelos sin contraprestaciones. Hay que trabajar en conjunto para demostrar que el país es confiable como productor de alimentos”, concluyó.-

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